La aplicación diferencial conocimiento hizo que algunos países no chocaran con la misma piedra mientras otros miraban distraídos.
Una reacción inesperada de países chicos que los hace salir airosos ante el coronavirus, el virus que hizo trastabillar a los gigantes de la economía. Éxitos que parecían imposibles llegaron de la mano de acuerdos políticos, de la ciencia y de drogas ya existentes y de eficacia sorpresiva.
En 2015 Bill Gates, alertó: “Si algo va a matar a 10 millones de personas en las próximas décadas será un virus muy infeccioso, mucho más que una guerra. No habrá misiles, sino microbios. Gran parte de esto es que se ha invertido mucho en armamentos nucleares pero se hizo muy poco en crear sistemas de salud para poder detener las epidemias.
El nuevo mapa. En 1492 Colón cambió el mapa del mundo. El 2001 Watson y Creek renovaron la forma de entender la vida. Mientras unos hacen fábricas otros desarrollan educación y ciencia, piensan en máquinas con conciencia sin cables ni circuitos que usarán ondas cuánticas y de tamaño atómico. La biónica fusionará máquinas y cerebros.
Si detrás de la apariencia de un producto está el conocimiento que lo hizo posible, en una semilla se esconde un código similar al escrito en el ADN. Lo que tiene vida está codificado. Dupont cambió el código genético del maíz y obtuvo una fibra como la seda.
El hombre es el dominador del mundo porque superó su código genético. Al tallar el alfabeto en su cerebro logró guardar, crear, usar, transmitir, recibir información y con eso superó a los animales enormes, a los que pueden volar o nadar debajo del agua.
Cambió el alfabeto. El hombre se comunicó antes con dibujos en las cuevas, los chinos y japoneses con un alfabeto complicado. Los griegos, los árabes y los europeos lo redujeron a 30 signos. Hoy la civilización dominante habla un idioma más sencillo basado en el 0 y el 1: el alfabeto digital. Los países que lo dominan son ricos. Los otros no producen computadoras ni teléfonos digitales y se vuelven cada vez más pobres. El alfabeto dominante es genético-digital, quienes lo entienden dominan el mundo. Antes la agricultura era clave, hoy su producido es el 20% de su precio en 1845. Los memes son genes culturales, códigos que el hombre inventó para optimizar lo innato con lo adquirido.
Imperios del conocimiento y de la mente. La tecnología subió por el ascensor y el hombre por la escalera. Confundió información, conocimiento y sabiduría. La sabiduría es el arte de vivir, es una actitud que caracteriza a los sabios. Pero los sabios surgen en sociedades sabias, en la conexión necesaria entre la inteligencia individual y la social.
Pero hoy no se enseña filosofía, literatura o historia. Aristóteles, aprendió de todo y todo le interesó. Fue reconocido como el hombre más sabio de su tiempo. La educación no sabe despertar intereses diversos porque hoy los jóvenes tecnológicos creen que lo saben todo.
La ciencia perfecciona el sentido común para gobernar el mundo, cambiar supersticiones por demostraciones, disciplinar la inteligencia y estimular la creatividad. La tecnología empodera al hombre sin cambiar su esencia. Le da poder pero no lo transforma.
La educación debería asociar el espíritu humano, la tecnología y una ética para el futuro; para potenciar al individuo y a la sociedad enfocada crear mentes rigurosas, inteligentes, creativas, independientes, ordenadas, laboriosas, tranquilas y concentradas; a través de un ambiente estimulador, con maestros capaces, recursos disponibles y corrupción cero.
No surgen por milagro, vocación o heroísmo. Los grandes fueron especialistas y cultos. Picasso lo dijo: Cuando la inspiración llegue espero que me encuentre trabajando
Ciencia sin conciencia es la ruina del hombre, decía Pascal. El conocimiento del lado de los poderosos llevó al mundo al enigma: ¿Podrá sobrevivir el hombre? Añoramos la sabiduría que se perdió con el conocimiento y el conocimiento que se perdió con la información. Debe cambiar la educación de la mente, la mejor herramienta del hombre.
La importancia de anticipar lo malo. Sabiendo lo que se avecina, no se hace nada hasta que lo peor ocurre. Por eso no se evitó la pandemia que predijo Bill Gates hacer 5 años. No se preparó al sistema para otra ola de pandemia, ni para la siguiente catástrofe que es el cambio climático. Se prefiere pensar que no hay problema para el que no exista una solución. La trampa es que, por fallas en la educación, el cerebro humano falla tanto en el cálculo como en la previsión.
Los apocalípticos creen en cambiar libertad por seguridad, los integrados en la transparencia y no en el miedo. Algunos creen que se acaba el capitalismo otros que se crecerá lo digital, el teletrabajo y los sistemas de salud. Los apocalípticos suponen que ganará el autoritarismo, los integrados que las democracias demostrarán que la libertad recompensa. La tensión está allí.
Historia de las pestes. Hace 2500 años Tucídides dijo que en un terremoto no se ve cómo avanza la muerte, el virus, en cambio es activo y no se sabe cuánto durará. El contexto actual lo favorece. Hoy el hombre reemplazó a Dios: agotó los recursos y rebajó la biodiversidad.
Los intereses por la cría industrial de animales y el efecto invernadero crean virus resistentes.
El cambio climático es más peligroso que el Covid 19. Un síntoma de que la gente lo está advirtiendo es la gran demanda de bicicletas en el mundo y también de autos eléctricos.
Cocooning es la tendencia a quedarse en casa, a cuidarse y descarbonización es la de disminuir las emisiones de dióxido de carbono derivadas de los combustibles fósiles. Las cotizaciones revelan cambios en las expectativas futuras. Zoom vale 4 veces más que Delta Airlines. Netflix un 25% más que ExxonMobil, la empresa de energía más grande del planeta.
El mito del marco común. Hoy se ven a especialistas emitiendo sentencias y gobiernos que apelan a su autoridad para ejecutarlas. Esta fórmula es letal para conocimiento porque este surge del desacuerdo, de la discusión, de argumentar, de la crítica y de la competencia entre teorías. La meta de la ciencia es llegar a una solución verdadera. Que no quieran vendernos los gobiernos gato por liebre con acuerdos ficticios, falsos y políticamente instrumentalizados.
La ciencia importa mucho como para no saber cuál es el auténtico alcance de sus conclusiones.
Un informe de la OMS puede ser ratificado por un comité de expertos formado por premios Nobel que se expresen en formato autoritario. Que sean expertos no lo hace válido. Examinarlo implica tiempo, esfuerzo y descentralizar la búsqueda con investigaciones que den garantías, no con política ni propaganda. Como veremos soluciones distintas ofrecieron mejores resultados.
Un comité de expertos en epidemias no garantiza que la gente no se muera por otras variables.
Una razón para la esperanza. Hoy más gente comprende que deben cambiar los ejes. Se reclama por más salud y educación y entienden que se fabrica demasiado plástico, químicos, petróleo y autos y que la «economía de vida» mejorará su salud y evitará el cambio climático. No son mayoría aun los que creen que para transformar el afuera hay que empezar por adentro.
Pero prevalece el pensamiento desiderativo que antepone el deseo a la realidad, descarta la evidencia y ve lo que quiere ver. El pensamiento mágico anida dolorosas decepciones previas. Se necesita energía para corregir y reinventarse. El mundo no será mejor solo por desearlo.
La realidad trae problemas nuevos. Cambios dramáticos como esta pandemia, agiganta los problemas pero las soluciones se aceleran. Lo que antes se pensaba resolver dentro de 20 años ahora hay que resolverlo en 6 meses. El teletrabajo era una tendencia, ahora es una realidad. Por eso la industria sin chimeneas se ha convertido en la industria del presente. Argentina, por ejemplo, es un país de unicornios, es decir, firmas que valen más de US$1000 millones.
El espíritu emprendedor es esencial para mejorar el mundo. Tiene el potencial de Vaca Muerta. Sin mucha inversión hay que estimular el cerebro para pensar soluciones. El talento dormido de un joven despierta si los mayores lo impulsan. Es más productiva la unión ante un problema que las ideas divisorias. Una sociedad es más sana, productiva e innovadora cuando las generaciones se mezclan. Hay que cuidar y escuchar al otro, tenga la edad que tenga. Un pensamiento crítico y objetivo se atiene a solución a la pregunta que trata de responder, no a las creencias.
La creación destructiva. La empresa física obliga a interacciones persona a persona en horarios y lugares similares. La empresa distribuida crea depósitos de conocimiento, las tareas se realizan en cualquier lugar, a cualquier hora, sin verse la cara. Todo se escribe en los blogs internos. El teletrabajo cambia el formato de la comunicación y trae cambios en la organización.
Muchos intentan evitar la realidad creando barreras simbólicas para proteger a sus ciudadanos, pero así pueden paralizar la innovación. Habrá ingenieros aeronáuticos sin nada para hacer cuando podrían producir equipamientos médicos, y eso sería una creación destructiva. Se requiere pensar que estamos en una economía de guerra. Y no se ve a muchos haciéndolo.
El apego a la ley. La solución pacífica de los conflictos muestra el rol relevante de las instituciones. Es la diferencia entre las dos Coreas o entre Costa Rica y Nicaragua. En Uruguay respetarlas, en 10 años redujo la pobreza en un 20%. La confrontación bloquea la construcción del futuro. La oposición debe aceptar el desafío y el oficialismo eliminar las agendas personales de sus dirigentes más influyentes. Lograr equilibrio macro, competitividad económica, integración con el mundo y combatir la decadencia.
Las democracias tienen elecciones libres que permiten sacar el poder a los líderes ineptos como Trump o Bolsonaro. Ese sería un efecto positivo de la crisis del Covid-19.
Hay un panorama dramático, crecen las angustias que nutren a los liderazgos autoritarios. Esta crisis inédita precisa acuerdos a través de la buena política. Un sólido soporte político supera la incertidumbre que genera efectos más graves que los errores de política económica.
Fuga de cerebros. El concepto fue reemplazado por el de circulación de cerebros. Los jóvenes que estudian en el extranjero de países como China, India, Corea del Sur ayudan expandir su economía y reducir la pobreza. Los cerebros no se fugan, circulan. La circulación cerebral permitió contratar ingenieros de software de India y le dio gran impulso a su economía.
Los avances tecnológicos acelerados cambian estructuras, destruyen empleos no calificados y crecen los calificados. El nivel educativo de un país determina su crecimiento, no sus recursos naturales, sino su fuerza laboral. Su fortaleza depende de lo que tenga en la cabeza su gente. Sin examen de ingreso a la universidad se hipoteca el futuro. Argentina tiene pocos graduados y alta deserción. No hay «restricción» en el ingreso pero sí una preocupante «deserción”.
A costa del prójimo. El populismo le saca a uno para dar a otro creando una lucha de todos contra todos y metiendo mano en la propiedad privada. La distribución ordenada de bienes se suplanta por redistribución forzada. El impuesto progresivo debilita, impide el crecimiento, le quita capital y castiga su productividad. Ser distintos apuntala la cooperación y la división del trabajo. Si todos hicieran lo mismo la producción sería nula. La vocación lleva a mejorar, a crecer y el mercado elige. La fortuna proviene del talento individual para servir al prójimo.
Las cenicientas de la pandemia. Son países con menos recursos que vencen la pandemia con la suma de creatividad, decisión política, cohesión social y voluntad. Ruanda sufrió el VIH y tomó conciencia de no dejar circular virus y tiene capacidad de proceso veloz de los tests.
Tuvieron 1994 contagios, 5 muertes y 13 millones de habitantes en un país densamente poblado. Con costo de 75U$s por test usó el pool testing en lugares de riesgo para detectar asintomáticos, y evitar el colapso de los laboratorios. Aceitó el rastreo de casos y el aislamiento de contactos.
Grecia, la cenicienta europea. Con 10,5 millones de habitantes, tuvo 4500 contagios y 206 muertos y mortalidad del 5,6%. La estrategia fue testeo intensivo y focalizado que evitó la propagación. Ese éxito fue un shock de autoestima y una sanación para viejas heridas.
El 15 de junio los turistas volvieron presentando certificados de tests negativos con testeos intensos al entrar; con protocolos exigentes en hoteles, restaurantes y playas.
Vietnam es un país muy pobre. Sin embargo, crecerá un 2,8%. Tuvieron el SARS y el testeo marcó diferencia y pudo anticipar el mapa de la trayectoria del virus. Solo tuvo 600 contagios y 2 muertes. La economía de Vietnam se multiplicó por 10 antes y no parece detenerse ahora.
Era la hermana pobre de Europa. Irlanda se hizo base de las multinacionales tecnológicas. En 1980 comenzó con la apertura a la inversión extranjera y redujo el impuesto a las ganancias. Por un acuerdo entre partidos, empresas y sindicatos y una gran reforma educativa, tiene el 5to mayor PBI per cápita del mundo: US$77.000 por habitante. Irlanda es otro ejemplo a imitar.
El plan estímulo. Los países más afectados de la UE recibirán 430.000 millones de euros y préstamos, para reformas estructurales. El acuerdo le da nueva vida a la UE y refuerza el concepto de pararse con pie sólido en un mundo dominado por China y Estados Unidos.
El as en la manga. Un remedio existente, un corticoide antiinflamatorio, la dexametasona, demostró que mejora la supervivencia. Es barata y se usa para salvar vidas. Redujo la mortalidad en un tercio entre los pacientes con respirador y en un quinto en los otros.
Mientras la ciencia se desvive por dar con la vacuna, los tratamientos médicos avanzan al punto que las tasas de mortalidad bajan en los países con rebrotes porque se contagian los más jóvenes y porque en los hospitales donde se da la batalla las terapias son más eficaces.
El mismo conocimiento, aprovechar mejor la experiencia y haber aprendido de ella, hizo que algunos países no chocaran con la misma piedra mientras otros miraban distraídos. Desarrollo no es lo que somos o tenemos, desarrollo es lo que hacemos con eso que somos o tenemos. La educación es una industria pesada, tanto para enfrentar una crisis como para inventar su futuro.