por Dr. Horacio Krell*
La teoría de la racionalidad limitada sugiere que hay decisiones irracionales que surgen por limitaciones de información y de tiempo. Hay reglas para resolver problemas que producen sesgos cognitivos o desviaciones en el razonamiento. Para evitarlo hay que identificar las alternativas, analizar sus resultados y escoger la más adecuada. Es imposible determinar todas las soluciones a un problema, ni predecir sus consecuencias. El modelo de racionalidad limitada es útil para superar las limitaciones de las teorías sobre la toma de decisiones racionales.
El realismo ingenuo
Es un sesgo que gira alrededor del egocentrismo. Es pensar que se puede ver la realidad como es, como si en ella no existieran prejuicios ni falsedades ni dobles sentidos. Son razonamientos polarizados y definidos por mantener una visión incompleta del mundo.
El realista ingenuo cree que lo que percibe e interpreta a través de sus sentidos es un reflejo del mundo exterior: «lo que yo veo o lo que yo siento es la única verdad». Este sesgo hace dar por válido todo estímulo y creer que las cosas son como uno las percibe. La tendencia es confundir una perspectiva subjetiva con la realidad objetiva y universal y quedar aislados en lo irreal.
El realismo ingenuo se adhiere a la mente, ponen filtros y alambres que no sirven. Habría que instalar en el cerebro la humildad intelectual.
“No asumas que las personas que no están de acuerdo contigo son ingenuas y que necesitan ser iluminadas por ti. Ten en cuenta que todos somos realistas ingenuos. Todos olvidamos nuestra propia subjetividad”
Angela Duckworth
Es ese mecanismo nos recuerda que todos somos falibles y que es bueno atender a más perspectivas además de la nuestra. Eso es lo que más nos enriquece como seres humanos.
La ingenuidad es la actitud de tener confianza
Varía entre la credulidad de creer en todo lo que se dice y la suspicacia o desconfianza de no creer en nada ni en nadie.
Lo habitual es evaluar en forma positiva a los demás, dependiendo del estado de ánimo. Su función es preservar las relaciones aunque el juicio emitido no se ajuste a la realidad.
La frase de Campoamor es elocuente: Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira: todo es según el color del cristal con que se mira.
La percepción no es igual a la realidad. Pero guiados por la percepción puede nacer un relato alejado de los hechos. No existen hechos sino interpretaciones, decía Nietzche.
La percepción ingenua
Cuando alguien cree en algo ciegamente lo verá de esa manera.
A mayor ingenuidad es más probable ser víctima del engaño, del fraude o de ser manipulado y así será mayor la decepción. Pero es una característica valorada la de tener buenas intenciones, lo que refuerza este rasgo como virtud. Con el paso del tiempo uno se vuelve más desconfiado, adquiere la habilidad para captar la ironía, el doble sentido, la incongruencia. Parece preferible la ingenuidad que la suspicacia, pero en todo influyen las experiencias vividas y el aprendizaje.
Las experiencias adversas, las traiciones moldean la desconfianza y el recelo. La ingenuidad es influida al observar a familiares como figuras de referencia. Crea un clima agradable en las relaciones y es mejor tolerada que la suspicacia, el reproche y la desconfianza.
La palabra ingenuo se utiliza para calificar al individuo como inocente o crédulo.
“¿Cómo pudiste ser tan ingenuo y darle todos tus ahorros a alguien que no conocías?”, “El joven defensor cometió un penal ingenuo que el capitán del equipo rival capitalizó”, “Fue ingenuo pensar que íbamos a resolver los problemas de la empresa con rapidez”.
La falta de madurez y de experiencia hace que alguien sea ingenuo, suele ser una característica propia de los niños, quienes tienden a creer lo que les dicen. Con el paso de los años, adquiere la capacidad de distinguir con mayor precisión lo cierto de lo falso.
Hasta cierto punto, ser ingenuo puede ayudar a vivir con ilusión y sonreír más a menudo. El problema comienza cuando la ingenuidad hace perder cosas importantes, pertenencias, oportunidades. Cosas que entregamos a alguien que se aprovecha de nuestra falta de atención.
También puede denotar un cierto grado de compasión, aunque también puede haber algo de resentimiento si su excesiva inocencia afecta a los demás. Por ejemplo, si le decimos a alguien «es que tú también, eres tan ingenuo» porque vemos que ha sido víctima de un engaño.
Decirle ingenuo puede ser un intento de ayudarlo a abrir los ojos, a estar más atento a los potenciales aprovechadores que siempre están esperando para confundirlo y perjudicarlo.
No todos reciben bien este calificativo, ya que puede ser una muestra de desprecio.
A cualquier individuo que actúe sin cautela, resulta adecuado mostrarle aprecio para ayudarlo a madurar y que sea una llamada de atención por su propio bien.
¿Ingenuo o inocente?
El ingenuo es la persona candorosa, sin dobleces. El inocente es el libre de culpa, sin malicia. Hay un matiz diferencial, es la capacidad para cuestionar las cosas o a uno mismo, y de tomar la decisión consciente de hacer algo.
El ingenuo no se cuestiona nada, se lo cree todo, se lo traga, actúa sin conciencia y no se percata de las consecuencias. El inocente sí se cuestiona, pero opta por dar un paso a riesgo de equivocarse, entendiendo y asumiendo las consecuencias, y creciendo personalmente.
Ser inocente se consigue entrenando la capacidad para cuestionar o cuestionarse con honestidad.
La Biblia dice: “El ingenuo cree todo lo que le dicen, pero el prudente piensa cada paso que da”.
Solo cree una cosa si está seguro de que es cierta. En Internet hay muchas historias muy populares, pero son falsas. ¿Qué podemos hacer para que nadie nos engañe?
Preguntemos: “¿Dónde leí esa historia? ¿Es una página en la que se puede confiar, o donde cualquiera escribe lo que quiere? ¿La fuente es desconocida? ¿Alguna página confiable demuestra que esa historia es falsa?”. Si lo que leemos es difícil de creer, lo más probable es que sea mentira. ¿Y si nos llega un mensaje con información negativa sobre otra persona? Preguntémonos: “¿Quién puede tener interés en que todo el mundo se entere de esta noticia? ¿Por qué puede desear alguien que esta noticia se extienda?”. ¿Es cierta esta información?
¿Voy a enviar información confidencial? ¿Puede dañar esta información la reputación de alguien? ¿Me ha pedido alguien que deje de reenviarle mensajes?
Amabilidad
El exceso de ingenuidad no siempre es aceptado. Es cuando no se aprende de las experiencias previas y eso puede provocar en los demás reacciones de compasión a irritabilidad, dependiendo del tipo de relación. La ingenuidad no correlaciona con la inteligencia entendida como aptitud lógica, verbal o espacial, pero sí con la inteligencia social como la capacidad para comprender y actuar bien en las relaciones con otras personas. Se ha encontrado correlación positiva de la ingenuidad con la franqueza, el altruismo, la actitud conciliadora, la modestia y la sensibilidad a los demás; que junto con la confianza, forman parte de la “Amabilidad”.
Simular ingenuidad
Se puede simular ser ingenuo para recibir un trato amable, provocar sentimientos de compasión o ternura, obtener confianza para conseguir otro fin. La capacidad para detectarla depende de la habilidad dramática del ingenuo actuante y de la perspicacia observacional del espectador. Los niños de hoy son menos ingenuos. El cambio de valores y el desarrollo tecnológico de las últimas décadas pone a su alcance cualquier tipo de información. Cuando la ingenuidad trae problemas se precisa cambiar. Por ejemplo, ante estafas, decepciones sentimentales, incumplimiento de promesas laborales, manipulaciones sociales y, como consecuencia, un profundo sentimiento de malestar.
Para detectar el engaño es importante analizar el comportamiento de la otra persona, tanto verbal como no verbal: ¿qué dice o hace?, ¿cómo lo expresa?, ¿muestra alguna incongruencia entre lo que dice y lo que hace con sus gestos, expresión facial, contacto visual, tono de voz? Segundo, evaluar el tipo de relación mantenida con la otra persona, los resultados de otros encuentros previos, y extraer, de todas las posibles intenciones del comportamiento actual de la otra persona, la que parezca más plausible o probable.
Tercero, considerar cuáles son nuestros objetivos personales en esa situación concreta. ¿Quiero defender mi postura, expresar mi opinión, decir que no, mantener una buena relación con esa persona, evitar un alto costo emocional? Cuarto: Tomar una decisión y ejecutarla.
La ingenuidad controlada
Es un recurso para sobrevivir ante las crisis. En épocas de estrés psicosocial, como la actual, puede ayudar a bajar el nivel de preocupación.
Homo sapiens. Homo por hombre, sapiens por inteligente, porque conoce, aprende, evoluciona, aunque también con ese saber daña y destruye. Desde niños nos enseñan a sobrevivir pero se nos oculta otros saberes para no desbordar nuestra capacidad de procesarlos.
La Ingenuidad Controlada nos protege del conocimiento innecesario. Nos hacemos los distraídos para no cargarnos de problemas, tratamos de conocer lo mínimo para ignorar lo que no suma, nos preocupa o nos angustia, nos crea incertidumbre o nos frustra.
Tratamos de cuidarnos, de evitar las malas noticias, a las personas nocivas y a nuestra propia mente rumiante.
Intentamos elegir qué conocer y qué no, qué controlar y qué no, para conservar nuestra energía. Buscamos cuidarnos ante las amenazas de la vida. Cuando uno conoce menos de la realidad, tiene menos información para tomar decisiones acertadas. Puede sentirse perdido en tertulias o no activar recursos que pueden ser positivos. Pero también hay ganancias en evitar la tensión y la incertidumbre que transmiten los medios que estresan y cargan de preocupación. La información es desbordante e invasiva por momentos. El dilema es: ¿conocer o no conocer? Esa es la cuestión.
En “La vida es Bella” el padre engaña astutamente a su hijo con respecto a la dureza de la verdad del campo de concentración. Esa protección con los años es comprendida y valorada por su hijo. Es un regalo altruista de aquel, un sacrificio con sentido.
Ignorar a veces es mejor que conocer
Una acción consciente de autoprotección frente a cierto tipo de conocimiento innecesario, es como «hacerse el distraído a sabiendas». La ingenuidad controlada es como el desatino controlado. Es una forma de poder que permite no sobrecargarse de preocupaciones y solo conocer lo necesario para actuar de manera conveniente.
De alguna forma, el guerrero utiliza su conocimiento sólo en aquello que le es significativo y necesario, decide voluntariamente ignorar aquello que no le es valioso para su acción.
Porque no se trata sólo de la cantidad de información, sino de la que nos llena de preocupación y/o angustia, de incertidumbre y de frustración.
Presupuesto cognitivo familiar
¿Es un gasto o una inversión? Su monto no se mide en dinero, sino en dónde se pone la atención, en el tiempo y energía dedicado al desarrollo de la mente y de la inteligencia familiar. Contratar un docente, si les va mal a tus hijos es un gasto, el entrenamiento cognitivo es una inversión que protege la salud física y mental y asegura el futuro de los hijos. Se sabe que no hubo casos de Alzheimer en ajedrecistas famosos.
Blindar el cerebro familiar, observar hacia dónde se orienta la atención vagabunda y transfórmala en una virtud intelectual es no dejar al futuro, ingenuamente, librado al azar.
Hay dos fuerzas poderosas que influyen en tu cerebro
Una te lleva a aprender, a superarte. La otra te induce a cuidar tu energía y a inventar excusas para diferir tu capacitación. La ley del menor esfuerzo aplica la ley de Murphy: lo que puede salir mal va a salir mal. La ley de la atracción afirma que el pensamiento positivo atrae los buenos hábitos y puede darle un nuevo curso a tu vida. Si triunfa tu fuerza pasiva serás uno más, es decir, uno menos que opera al 10% de su capacidad. Entrenar la mente hace crecer el empowerment, el poder interior que orienta los recursos hacia el éxito. El que tiene un PORQUÉ, descubrirá CÓMO hacerlo realidad.
Ingenuidad intelectual
Este ejercicio muestra como la mente se desliza hacia el error por una suerte de observación ingenua que la lleva a cometer errores
¿Cuál es el error? La observación ingenua pasa por alto que no existe el signo + al finalizar el primero y el segundo renglón. Y el resultado al que arriba es 12. El observador astuto advierte que hay 2 onces escondidos y da con la respuesta. El resultado correcto es 30.
Las apariencias engañan
Te ofrecen un billón de dólares con la condición de contarlos uno por uno. El vicio oculto es el tiempo. No leemos la letra chica de los contratos, porque nos engañamos o por no querer saber. Eso nos impide ver que no es oro todo lo que reluce.
Nos engañan con espejitos de colores. Para evitarlo hay que tener objetivos claros y métodos inteligentes para detectar las fallas de escritura del otro y las propias al leer. La conclusión correcta es no aceptar el billón de dólares, ya que habría que trabajar 63 años para contarlos.
El pensamiento natural se equivoca fácilmente, debemos aprender a controlar la ingenuidad.