por Dr. Horacio Krell*
La inteligencia ecológica no solo busca preservar el planeta, sino integrarse con otras inteligencias para una evolución armónica.
Un daño oculto en cada producto
Cada producto que consumimos tiene un impacto ambiental oculto. Aunque el reciclaje y el transporte sustentable ayudan, no son suficientes si no comprendemos el ciclo de vida completo de lo que usamos. El «lavado verde» oculta los efectos negativos, promoviendo una falsa sensación de sustentabilidad.
“100 % algodón orgánico”
Sin pesticida, dice el texto que acompaña a algunos envases, pero el “lavado verde” enfatiza solo lo virtuoso. Analizar el ciclo de vida del producto podría demostrar que no es tan verde. El vidrio, por ejemplo, es mejor que el plástico como recipiente, pero su impacto debe investigarse si se quiere lograr una industria responsable y sostenible.
La Inteligencia ecológica es sabia
Es la que aprende de la experiencia y se adapta al entorno interactuando con él. Es la capacidad de aplicar el saber provocando el menor daño posible para poder vivir de un modo sostenible y perdurable.
Las comunidades originarias
Hay comunidades que vivieron en armonía, culturas que respetaron los ciclos naturales, equilibraron los recursos disponibles y preservaron el futuro. Hoy, en cambio, se prioriza el consumir y el explotar.
Transparencia radical y consumo consciente
Para tomar decisiones informadas, necesitamos transparencia radical: conocer el costo real de los productos en términos de agua, energía, emisiones y residuos. Etiquetas como «comercio justo» pueden generar cambios en las prácticas industriales, pero solo si el consumidor es consciente y exigente.
Modelos de Desarrollo: individualismo vs. sostenibilidad
El modelo tradicional prioriza la ganancia, explotando recursos sin considerar el futuro. En cambio, el modelo ecológico busca la sustentabilidad, garantizando el bienestar de las generaciones futuras. Ambos modelos coexisten, generando crisis y desigualdades.
Psicología del consumo: entre necesidad y deseo
El consumo desmedido responde más a impulsos que a necesidades reales. Experimentos demuestran que pequeños cambios en la información pueden modificar hábitos: en Costa Rica, indicar el consumo de agua en la factura, mostrando lo que consumen los vecinos, redujo el desperdicio. Comprender el comportamiento humano es clave para diseñar mejores políticas públicas.
Soluciones a la japonesa
Mottainai es una expresión donde mottai acentúa lo valioso y nai lo niega por mal uso o desprecio. La sociedad de consumo, creada por el capitalismo, para colocar nuevos productos, hace obsoletos rápidamente a los antiguos. Así depreda los recursos naturales. Una PC podría ser útil por años, pero siempre aparece un nuevo software que la envejece. En Japón dicen: ¡qué pena, debería aprovecharlo! Tienen conciencia del problema.
Mottainai: la cultura de la sostenibilidad
En Japón, «mottainai» expresa el valor de evitar el desperdicio. Las 3R (reducir, reutilizar, reciclar) guían su filosofía de consumo. Aprendieron a optimizar recursos, inspirando un desarrollo basado en la eficiencia y la innovación.
Hacia un cerebro ecológico
Aplicar el concepto de «mottainai» al aprendizaje implica simplificar y reutilizar conocimientos para generar creatividad. La interdisciplinariedad acelera la innovación: por ejemplo, la cabina de un avión inspiró el diseño de quirófanos más eficientes. También podemos reciclar los errores como parte del proceso de aprendizaje, como hizo Edison en la invención de la lámpara eléctrica.
Orden externo, equilibrio interno
El minimalismo enseña a desprendernos de lo innecesario, generando bienestar y funcionalidad. Marie Kondo propone conservar solo lo que «irradia alegría». La relación entre orden externo e interno es compleja: no se trata solo de limpiar espacios, sino de cuestionar hábitos y valores.
Estrategias para un futuro sostenible
Japón, con recursos limitados, optimizó su economía sin agotar el planeta. Para evitar el colapso ecológico, debemos aplicar principios clave: no explotar recursos más rápido de lo que se regeneran, proteger la biodiversidad y distribuir equitativamente los recursos.
Conclusión
La inteligencia ecológica no solo busca preservar el planeta, sino integrarse con otras inteligencias para una evolución armónica. Un cambio de paradigma implica educar en la sostenibilidad, redefinir el éxito y alinear la tecnología con la preservación ambiental. La pregunta clave es: ¿podremos aprender antes de que sea demasiado tarde?