A veces la forma de encontrar el fondo de las cuestiones que te preocupan es más sencilla de lo que parece.
El fundador de Toyota Motor Corporation, Sakichi Toyoda, implementó una fórmula muy sencilla, que permite resolver prácticamente cualquier problema.
La pregunta clave
Esta técnica se basa en una única y sencilla pregunta: “¿Por qué?”.
Repetirás la pregunta en una secuencia de 5 veces seguidas; cada respuesta dará origen a una nueva pregunta “¿Por qué?”, y así, como pelando las capas de una cebolla, encontrarás la raíz del asunto que te ocupa.
Una advertencia: si el razonamiento implica a conductas de otra persona, esto debes circunscribirlo exclusivamente a ti mismo; es decir, a tu actitud frente a su conducta. No dirijas las respuestas como si fueses la otra persona, o lo que tú interpretas.
Este es un ejemplo concreto que planteó el fundador de Toyota, y que le sirvió en sus plantas para encontrar el origen de los problemas:
Problema: hay un charco de aceite en el piso del taller de fabricaciones.
¿Por qué? El aceite sale de un auto allí estacionado.
¿Por qué? Porque está dañada la junta.
¿Por qué? Porque compramos juntas de material barato.
¿Por qué? Porque nos hicieron un muy buen precio cuando las compramos.
¿Por qué? Porque el trabajo de los jefes de compra recompensa y los califican de acuerdo al ahorro para la empresa y no a los resultados a largo plazo.
La respuesta al dilema, entonces, es que “hay un charco de aceite en el piso del taller de fabricaciones … porque el trabajo de los jefes de compra recompensa y los califican de acuerdo al ahorro para la empresa y no a los resultados a largo plazo”.
A veces puede ser que no quede del todo claro el asunto tan rápidamente en 5 pasos; entonces, dedica un buen tiempo a seguir preguntando “¿Por qué?” hasta conectar con el fondo del problema.
Encontrar el propósito o tomar una decisión
El mismo esquema de 5 escalones podemos aplicar para hallar el propósito oculto en algo que nos planteamos, o para tomar una decisión clave. En este caso la pregunta que te guiará es: “¿Para qué?”
Ejemplo:
Problema: Tengo la sensación de que ya debo cambiar de trabajo
¿Para qué? Para ganar más dinero
¿Para qué? Para disfrutar de otras cosas de las que hoy me privo
¿Para qué? Para sentirme más a gusto conmigo mismo
¿Para qué? Para tener una vida más equilibrada entre lo que hago y lo que soy
¿Para qué? Para buscar un lugar donde me permita expresar lo que sé de mi especialidad, y, a la vez, sentirme más a gusto que en el lugar actual.
El para qué te conecta con el sentido, con aquello profundo que anhelas alcanzar. Los niveles superiores de respuesta, por lo general, son lo inmediato, lo externo; aunque casi siempre subyace un nivel más profundo, que no es lo que aparece en la superficie. Preguntándote “¿Para qué?” repetidamente -incluso más que las 5 veces del ejercicio inicial-, llegarás a percibir otros determinantes de tu decisión.
Una sugerencia final: toma notas del ejercicio. Puedes dibujarlo como una escalera, donde cada peldaño es una respuesta. Y la extiendes todo lo que quieras hacia arriba, o hacia abajo; lo importante es que grafiques en algo sencillo tu evolución en la profundidad de las respuestas.