Una certera reflexión sobre la importancia de respetar los tiempos internos para tomar las mejores decisiones.
Esta era de la tecnología, la inmediatez, la rapidez y de estar en todo nos ha permitido desconectarnos de lo importante para atender lo urgente. No escuchamos.
Hace poco entendía el valor que tiene el estar atentos a lo que nos sucede, detenernos, andar un poco más despacio y disfrutar bocado a bocado los regalos que nos da la vida.
Suena un tanto romántico aunque muchos lo asocian con lentitud, yo me refiero al disfrute que nos permitan tomar las decisiones acertadas. Entre tanta velocidad, no hemos olvidado de escoger lo que realmente funcione o nos guste, en esta época están muy de moda: “lo que venga” o “lo que salga”. Cuán importante es el tiempo, qué como no lo podemos medir con dinero, lo desperdiciamos.
Muchas veces hacemos cosas que no suman valor e incluso, pero nuestro “estar ocupado” atendiendo “nada”, nos impide centrarnos en asuntos que sí requieren nuestra total atención.
Desde que decidí establecer mi propio horario y ritmo, he aprendido a respetar mis espacios y los tiempos de otros, establezco horas de reuniones y compromisos, agendo encuentros y voy haciendo seguimiento a mis propios avances. El año que recién terminó me dejó como lección la planificación y organización, medir mis resultados y que tan eficaz estoy siendo en el cumplimiento de mis metas para poder lograr mis objetivos.
Pude hacer un inventario de todo lo realizado y había estado durante mucho tiempo ocupando mis espacios en actividades sin importancia y reunida con personas que restaban oportunidades y por ende no me dejaban avanzar. Como propósito de este año, decidí enfocarme en priorizar, establecer pautas y sobre todo tomar como dirección de mi vuelo lo que amo hacer, que me permita generar oportunidades para mí y todas aquellas personas que estén cerca.
Decisiones, en eso se basa nuestro andar. Las que nos hagan felices y no nos roben la paz, aquellas que nos dibujan una gran sonrisa en el alma y llegue una cálida brisa en nuestro rostro al hacernos entender que tomamos la correcta. Muchas veces nos desesperamos porque el resultado no es el esperado, verlos concretos pueden tardar un poco y más, cuando enrumbamos nuestro camino a destinos inciertos con una idea que solo nosotros apostamos a ella. Lo importante es no perder el foco, mantener la tenacidad y la disciplina como premisa, mejora y aprendizaje continuo como aliados y sobre todo; hacer de la perseverancia un mantra.
Esta frase de la que no he podido ubicar el autor la divulgo en cada espacio que me toca compartir y la uso como parte de mis oraciones diarias. “Perseverancia: es todos los días, no un día sí y otro no”.
¿Te hace feliz? … Sí! . Entonces, tomaste la decisión correcta.