Aprender a aceptar lo que nos pasa y capitalizarlo como una experiencia de valor para crecer, aprender y avanzar es uno de los primeros pasos para no rendirse
El espíritu de superación humana no tiene límites, y posiblemente si estás leyendo esto y te consideras una persona débil y frágil, pienses: “¿es tan así?”, “¿puedo ser fuerte y sobreponerme a enormes desafíos?”
La posibilidad de rendirse siempre está presente.
Dos maneras de rendirse
Rendirse, para muchas personas, es abandonar, tirar la toalla, dejar que los acontecimientos y situaciones desafiantes te pasen por encima y arruinar tus sueños, tus metas y tu vida.
Rendirse, también, significa entregarse al devenir de las cosas; al fluir; al conectar con la experiencia más profunda detrás de cada dificultad sobre la que no tengo ningún tipo de control.
Estas dos acepciones de una misma palabra significa que, sobre todas las cosas que vivimos a diario, tenemos al menos dos opciones: las asumimos con espíritu de superación, o dejamos nos anulen.
La fortaleza aparece en momentos de crisis
“Cuando nada es seguro, todo es posible”, afirma Margaret Drabble. Todas las grandes crisis por las que atravesamos como seres humanos nos fortalecen, si así lo eliges y asumes.
Esta capacidad innata la tenemos todas las personas, porque, en esencia, todos somos resilientes, esa gran fuerza invisible que aparece para ayudarnos a atravesar enormes desafíos.
Cuando tenemos experiencias cercanas a la muerte; cuando todo parece haberse destruido en un segundo; incluso cuando la vida se nos presenta completamente negra y oscura, tenemos la enorme oportunidad de empezar a aprender de esa experiencia, sin forzar, con gratitud, entendimiento, y “ver” qué hay más allá de lo obvio que es el mal momento que estamos transcurriendo.
Allí aparece un componente básico y estratégico de la fortaleza interna para no rendirse: la responsabilidad total y absoluta sobre mí, y, sobre todo, la enorme influencia que tiene el poder de la actitud.
Más allá de los momentos buenos, donde no hay mayores inconvenientes, es en las malas cuando se presentan los desafíos.
En el aspecto de la actitud hay un tercer espacio, entre medio, que es la actitud neutral: no significa que te quedarás sin hacer nada, sino que, por el momento, vas a detener todo tipo de acción, y solamente te dedicarás a pensar y a procesar lo que está sucediendo; a observarlo desde distintas perspectivas; y a trazar posibles cursos de acción.
En los negocios siempre se establecen planes de contingencia, y en la vida podemos hacer lo mismo: plan A, B, C y D si hiciera falta. Es decir que, en cualquiera de estos escenarios, vas a encontrar la adaptabilidad suficiente para seguir moviéndote hacia adelante.
La ciencia de NO rendirse
Aprender a aceptar lo que nos pasa y capitalizarlo como una experiencia de valor para crecer, aprender y avanzar es uno de los primeros pasos para salir adelante.
No rendirse, no significa exactamente que no sientas la contundencia de lo que está pasando. Es sentirlo, sumergirte y vivir esas emociones, sin paralizarte, sabiendo que al final habrá una salida superadora al menos como grandes aprendizajes.
No rendirse, no significa ser inmune como un superhéroe ante lo que te afecta en forma directa y profunda. Sí significa saber que cuentas con los recursos internos de afrontamiento para poder sobrepasarlos y así, adquirir mayor sabiduría.
No rendirse, no significa que debas inmolarte ante las situaciones que ponen en riesgo tu integridad física, mental, material, espiritual y tu esencia como ser humano. Significa que en medio del temporal tendrás el temple, la serenidad y la certeza de que de esa situación tan difícil vas a salir más fuerte.
Me encanta esta frase de la Hermana Busche: “Somos como bolsas de té; no conocemos nuestra verdadera fuerza hasta que estamos en agua caliente.”
8 ideas para NO rendirse
1) Explora tu auto consciencia
Esta dimensión humana, la de la consciencia, ha sido muchas veces dejada de lado, por cuanto se la liga a la espiritualidad e incluso a la religión. Sin embargo, es la auto consciencia de quién eres en la que se apoya tu valía, tu coraje, tu determinación y tus motivaciones. Haz trabajo personal, cultívate.
2) Evita definir a los errores como un fracaso
Cada vez que a tu mente le dices la palabra “fracaso” la energía disminuye automáticamente; y en momentos desafiantes necesitas contar con la mayor dosis de potencia interna posible, simplemente porque la necesitarás. Entonces, evita definir un simple error -todos los cometemos- como un fracaso; subsana lo que esté a tu alcance y sigue.
3) Mantén en vista el objetivo final
Otro comportamiento frecuente en los momentos difíciles es que esa emoción que se siente inunda todo el ser. Entonces el panorama se ve completamente negro, o gris en el mejor de los casos. Para superar esta tendencia, mantén en tu visión interna, con tu imaginación creativa: visualízate alcanzando el objetivo final. Aunque en medio de la crisis parezca que jamás llegará, es esa visión la que te irá fortaleciendo paso a paso, bajará tu ansiedad y te conectará con la auto confianza y una mayor serenidad.
4) Recuerda qué es lo que te motiva
Este es el momento para enfocarte en tus más grandes motivaciones, ya a veces en el ritmo vertiginoso de la vida nos olvidamos de lo esencial. Vuelve a lo pequeño, a lo que hace sentido para ti y que te conecta con experiencias internas de motivación y auto liderazgo. Allí encontrarás guía, propósito y energía extra para recargar las pilas.
5) Descubre el sentido oculto de la experiencia que estás viviendo
En este punto necesitas convertirte en un científico de tus emociones para analizar, identificar y detectar rápidamente qué estás sintiendo; en qué parte del cuerpo resuenan y cuál es su origen de raíz. Una vez que lo hagas hallarás parte del sentido, del para qué viene esta experiencia a tu vida, en vez de preguntarte el por qué, que te conecta directamente con tu parte de víctima de las circunstancias.
6) Analiza tus puntos fuertes y poténcialos
Para moverte al siguiente escalón paulatinamente, puedes descubrir también tus puntos fuertes y potenciarlos. Haz un F.O.D.A.: traza una cruz en una hoja de papel, y escribe Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas. Pon en cada cuadrante lo que reflexiones profundamente respecto a ti y tu fortaleza interna; y sigue con el siguiente cuadrante. Es una radiografía bastante precisa de aquello con lo que cuentas, y lo que podrías hacer para completar lo que falta.
7) Incorpora el pensamiento lateral
Phyllys Battome tiene mucho sentido común cuando afirma que “Hay dos modos de afrontar las dificultades: cambias las dificultades o te cambias a ti para hacerles frente.” Así que, puestos en la misma circunstancia, dos personas en las mismas condiciones reaccionan de formas completamente diferentes. Lo que se activa es pensamiento lateral, una ruta alternativa de acción que nos puede llevar a obtener resultados totalmente diferentes. Pensar el desafío de maneras totalmente diferentes te conecta con el infinito mundo de posibilidades que pueden estar disponibles; sólo que quizás aún no las hayas visto.
8) Cambia la palabra “problema” por “asuntos a resolver”
Aquí tenemos otra formulación del lenguaje interno con el que nos hablamos que puede ayudarte: cada vez que utilizas la palabra “problema” para definir alguna situación que se presenta, por más crítica que sea, la mente subconsciente tiende a cerrarse y justamente lo que necesitas es abrir opciones y alternativas. En cambio, te invito a corregir tu vocabulario interno con una expresión como la de “aquí hay un asunto crítico por resolver”, “puedo hacerlo”, “haré absolutamente todo lo que esté a mi alcance” (y lo haces), y vas a ver como te ayudará la neuroplasticidad del cerebro para hacer todo su trabajo a tu favor, en expansión.
Recuerda: “La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la comodidad hubieran permanecido dormidos” (Horacio, año 65 a.C.). Todo depende de ti y de practicar permanentemente estas herramientas para equiparte mejor y salir adelante.