por Gustavo Razzetti – fuente: Fearless Culture
Demasiados líderes; poca sabiduría
En su momento, Emannuel Macron le dijo a May que reconsiderara el Brexit entre los temores de que la salida de Inglaterra pueda crear más daños que beneficios. Los líderes mundiales se rieron de Donald Trump mientras presumía de sus logros. La hija (no reconocida) de Steve Jobs retrata al cofundador de Apple como una persona podrida. La audiencia de Kavanaugh se convirtió en una muestra grotesca de comportamiento irracional.
Nuestra sociedad sufre el síndrome del liderazgo heroico: glorificamos en exceso a los líderes que desprenden carisma. Admiramos a los líderes que son inteligentes, egocéntricos y carismáticos.
Como escribió Keith Yamashita, fundador de SYPartners, «tendemos a valorar a los individuos -solistas- y todas las miradas se centran en el héroe». Una forma mucho mejor de ver el mundo es que cada equipo es un conjunto; es a través de la conexión y la combinación de los talentos de las personas, que se hace el mejor trabajo.»
No estoy aquí para cuestionar las cualificaciones de las personas mencionadas anteriormente: tienen la inteligencia y el carisma necesarios para llegar a donde están.
Sin embargo, no basta con ser inteligente: los grandes líderes también son sabios.
El poder de la sabiduría
«La única sabiduría verdadera consiste en saber que no se sabe nada».
Sócrates
La humildad es uno de los rasgos clave que Google busca en las nuevas contrataciones. La resolución de problemas es un esfuerzo de equipo: tú aportas tu parte y luego dejas que otro aporte la suya.
Las investigaciones sobre el liderazgo inclusivo descubrieron que cuando las personas observan un comportamiento desinteresado en sus líderes, es más probable que se sientan incluidas en los equipos.
Los resultados de un estudio revelaron que los directores generales humildes crean una influencia positiva a su alrededor: sus equipos son más colaborativos, transparentes y tienen más ganas de aprender.
Ser humilde es uno de los muchos rasgos de ser sabio. El desarrollo del liderazgo es continuo y nunca termina: hay que ser sabio para admitir que no se sabe todo.
La sabiduría es una virtud que puede desarrollarse
Confucio dijo: «Podemos aprender la sabiduría por tres métodos: Primero, por reflexión, que es el más noble; segundo, por imitación, que es el más fácil; y tercero, por experiencia, que es el más amargo.»
Debes dedicar espacio y tiempo a examinar tus pensamientos y sentimientos: la autorreflexión refuerza tu capacidad de absorción y aprendizaje. Sin embargo, la introspección puede convertirse en una trampa si la abordamos con una mentalidad rígida, como escribí aquí. La autorreflexión requiere observar y aceptar quién eres, no quién deberías o no deberías ser.
Imitar no significa copiar lo que hacen los demás, sino aprender de sus comportamientos: es aprender de lo que otros ya han aprendido. La imitación consiste en dejarse inspirar y enseñar por los demás. Se requiere sabiduría para elegir al maestro adecuado.
La experiencia no puede ser sustituida por los métodos de otros: los aprendizajes más duraderos provienen de la experiencia de primera mano. Sin embargo, no todos los acontecimientos se convierten en una lección. Por eso la autorreflexión y la experiencia van de la mano.
La filosofía es el amor a la sabiduría
No es de extrañar, pues, que cada vez más consultores empresariales consideren la filosofía como un activo fundamental para los directores generales y los líderes. La neurociencia muestra cómo la autorreflexión activa la región del cerebro que detecta las discrepancias entre el estado real y el deseado: ayuda a los líderes a resolver problemas complejos, identificar valores y definir objetivos claros.
En «Gobernar tu mundo», Sakyong Mipham esboza varios rasgos de un líder sabio.
Benevolencia: Es fácil irritarse con la gente. La gente sabia no deja que sus emociones nublen su juicio. Es una convicción basada en la confianza: podemos aceptar a los demás porque hemos aprendido a aceptarnos a nosotros mismos.
Paciencia: En una sociedad que valora la velocidad sobre la reflexión, la paciencia no recibe el crédito que merece. Tenemos que crear un espacio entre los acontecimientos y nuestra reacción. Cuando nos enfrentamos a la adversidad, sólo hacen falta 90 segundos para que nuestro cerebro libere sustancias químicas que inducen el miedo o la ira. Puedes elegir hacer una pausa y reflexionar, o reaccionar sin pensar.
Discernimiento: Partiendo de lo anterior, debemos aprender a dar un paso atrás y mirar las cosas desde la distancia. El discernimiento es la capacidad de juzgar bien: extraemos la esencia de las cosas y las personas.
Disciplina: Desarrollar la sabiduría requiere práctica: necesitamos entrenar nuestra mente para aprender de la reflexión, la imitación y la experiencia. Las personas sabias construyen una práctica consistente.
Ecuanimidad: Equilibrar las diferentes perspectivas (y a veces la información conflictiva) es fundamental para tomar decisiones justas. Cuando somos justos, los demás están más dispuestos a colaborar con nosotros.
Ser genuino: Las personas sabias no tratan de fingir algo que no son. Son auténticas y se mantienen fieles a sus valores. Lo genuino no son sus palabras, sino su comportamiento.
La sabiduría es contagiosa: las investigaciones demuestran que anima a los que nos rodean a ser más conscientes de sí mismos, a ser más humildes, a admitir los propios errores, a abrir la mente a nuevas ideas y a escuchar los comentarios.
Líderes inteligentes versus líderes sabios
Ser inteligente no es suficiente.
Los líderes inteligentes son egocéntricos; los líderes sabios tienen un propósito que es más grande que ellos mismos.
Ser inteligente es importante para ser competitivo y tener éxito. Sin embargo, los conocimientos de los líderes pueden hacer que actúen con el piloto automático: dejan de reflexionar sobre nuevas formas de hacer las cosas. La inteligencia limita nuestra capacidad de introspección, de cuestionar nuestros comportamientos y de admitir (y aprender de) nuestros errores.
El conocimiento no te hace sabio.
Los conocimientos son hechos e ideas que adquirimos mediante el estudio, la investigación, la observación o la experiencia. La sabiduría es la capacidad de discernir y juzgar qué aspectos de ese conocimiento son verdaderos, correctos, duraderos y aplicables a tu vida.
Si el conocimiento es información, la sabiduría es la comprensión y la aplicación de ese conocimiento. Puedes adquirir toda una vida de conocimientos y, sin embargo, no extraer nunca ninguna sabiduría de ellos.
Los líderes inteligentes hacen las cosas bien; los líderes sabios hacen lo correcto.
Warren Buffet dijo: «Cuando contrates a gente, busca tres cualidades: integridad, inteligencia y energía. Y si no tienes la primera, las otras dos te matarán. Si contratas a alguien sin integridad, lo que realmente quieres es que sea tonto y perezoso».
La sabiduría consiste en combinar cosas que parecen incompatibles, como el rendimiento empresarial y la conciencia social.
Prasad Kaipa y Navi Radjou lo denominan interés propio ilustrado. Citan el ejemplo de cómo Unilever duplicará en 2020 sus ingresos y reducirá a la mitad su impacto medioambiental.
Los autores de From Smart to Wise explican cómo los líderes sabios alinean sus acciones con su propósito, actúan con audacia pero con prudencia y son sensibles al contexto. Mantienen su ecuanimidad, confían en su intuición y actúan con integridad.
Los líderes sabios cultivan una perspectiva más amplia: responden con discernimiento, flexibilidad y autenticidad.
Los líderes sabios son más capaces de:
Saber cuándo dirigir desde el frente y cuándo dar un paso atrás.
Tomar decisiones intuitivas que sean a la vez éticas y pragmáticas.
Tienen valor bajo el fuego: saben cuándo aguantar y cuándo retirarse.
Actúan de forma coherente en interés propio: crean valor tanto para los accionistas como para la sociedad.
Adoptan una perspectiva holística: son excelentes estrategas y grandes operadores.
Resuelven los problemas enmarcándolos en un contexto amplio.
Aprendiendo de los mejores líderes
«El tonto se cree sabio, pero el sabio se sabe tonto». – William Shakespeare
La sabiduría es la clave de todo: nos pasamos la vida desarrollando esta poderosa habilidad.
Sigue desafiándote a ti mismo. Observa el mundo que te rodea. Nunca dejes de aprender y adaptarte. Mantén la mente abierta. Echa un vistazo a estas lecciones de líderes sabios.
Ten paciencia:
«Siempre parece imposible hasta que se hace». - Nelson Mandela
Mandela nunca esperó convertirse en presidente de Sudáfrica mientras pasaba casi tres décadas en prisión. No estaba ansioso por su futuro: pasó todo ese tiempo preparándose para unir a su dividido país. Mandela se convirtió en un maestro para los que le rodeaban. Se dedicó a agudizar su fuerza mental: la escritura se convirtió en su compañera de celda.
Haz el bien:
«Hagas lo que hagas, sé diferente. Si eres diferente, destacarás». - Anita Roddick
El enfoque ecológico inicial de The Body Shop estaba impulsado por la falta de dinero: su fundadora tenía que reciclar botellas porque no podía permitirse otras nuevas. Cuando la marca empezó a crecer y expandirse, Anita Roddick convirtió el impacto social en la razón de ser de su negocio. Fue pionera en el uso de ingredientes naturales de los agricultores locales: pudo equilibrar el negocio y el desarrollo de la comunidad.
Mantente fiel a ti mismo:
«El hombre de gran altura debe preocuparse más por la verdad que por lo que piense la gente». - Aristóteles
El filósofo griego entendía que la honestidad es la mejor política. Conocerse a sí mismo es el primer paso para ser fiel a lo que realmente es. La mayoría de las personas no se conocen a sí mismas tanto como creen. Desarrollar el conocimiento de uno mismo es un viaje continuo. Como dijo Aristóteles: «Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría».
Aprender a seguir adelante:
«Pensaron que una bala nos silenciaría, pero fracasaron. Nada cambió en mi vida excepto esto: la debilidad, el miedo y la desesperanza murieron. Nacieron la fuerza, el poder y el coraje». Malala Yousafzai
Malala recibió tres disparos en la cabeza por parte de los talibanes por defender el derecho de las mujeres a la educación en Pakistán. Sólo tenía 15 años. Dos años después, se convirtió en la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz. Malala no permitió que el ataque desviara su compromiso con la promoción de la educación. Perdonó y siguió adelante.
Domina la narración de historias:
«El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal; lo que cuenta es el valor de continuar». - Winston Churchill
Churchill no se limitó a tomar decisiones sabias, sino que utilizó su sabiduría para compartir sus pensamientos de forma que todo el mundo pudiera entenderlos. Era apasionado, curioso y romántico: su visión del mundo era más simple y más grande que la vida. Winston era honesto, inspirador, audaz e integrador: sus palabras se dirigían a todos los británicos. Como dijo el Presidente Kennedy, «Churchill movilizó la lengua inglesa y la envió a la batalla».