El dinero no lo es todo… al menos que tu familia necesite de tu trabajo para poder comer. Es la experiencia del autor, que de adolescente repartía periódicos para poder comer.
Haber entregado periódicos me enseñó mucho de los hábitos de la gente rica ya que la generosidad de estas personas en cuanto a las propinas me instruía a darles un mejor servicio.
Me he dado cuenta que lo mismo sucede en cuanto a decisiones personales y de negocio así que he decidido compartirte las lecciones que haber sido un “pobre” repartidor de periódico me dejo para ser millonario.
El dinero engrasa las llantas
La primera lección que aprendí fue que además de hablar, el dinero también resulta motivador en algunas circunstancias.
Cuando empecé a trabajar (a los 12 años) fue porque mi familia no tenía recursos, por lo que el dinero que hacía lo utilizaba para llevar comida a mi casa. Fue justo aquí cuando tuve mi primera idea sobre el esfuerzo y recibir dinero.
Durante mis rutas de periódico conocí gente de todo tipo. Fue emocionante cuando me dieron mi primera propina, pero lo fue aún más cuando un cliente me dio lo equivalente a lo de una semana de trabajo en un solo día. Ahí me di cuenta que en realidad había gente con mucho dinero, así que decidí estudiar lo que hacían.
Instantáneamente sentí la necesidad de cuidar a ese cliente más que a los demás. Claro que quería hacer un buen trabajo, pero seamos sinceros: si hacía una excelente labor tendría más oportunidades de obtener ese tipo de recompensas.
¡Ojo! Eso no quiere decir que los demás clientes no tendrían un buen servicio, al contrario, solo no pensaba perder a aquellos que siempre me habían tratado tan bien.
Utilizo el mismo método cuando estoy en un hotel. Siempre dejo 10 dólares sobre la cama para la persona que hará la limpieza. De esta manera, no solo obtendré “extras” que los demás huéspedes no conseguirán, también será mi cuarto el más limpio. Lo mismo sucede en los restaurantes.
La riqueza está basada no solamente en dinero
Cuando crecí y empecé mi propio negocio, esta mentalidad regresó a mí a la hora de contratar gente. Mientras el dinero es una manera de motivar a los demás a que te ayuden, la forma en la que los tratas es la que genera la pasión y el entusiasmo en los demás.Yo me refiero a éstos como “hábitos de negocio”.
Pagarles ese valor agregado que aportan al negocio los hace sentir que son tomados en cuenta. También aprendí que un “gracias por el increíble trabajo” es otra forma simple y valiosa de hacer notar el gran esfuerzo. Claro, todo esto sin dejar de preguntarles por ideas que puedan hacer crecer a la compañía.
Y ahora que me he convertido en lo que soy me doy cuenta que la gente rica no piensa del dinero de la misma forma que la mayoría lo hace ya que éstos lo ven como una herramienta que les ayuda a conseguir lo que realmente quieren.
Aquellos que tienen dinero suelen prestarle mayor importancia al cuidado de la gente ya que saben qué tipo de retroalimentación podría obtener.
Mucha gente con dinero puede decirte qué tan bien les va si tratan a los demás bien, Richard Branson, de Virgin, asegura:
“Una compañía es solamente un grupo de personas. Como líder tienes que saber escuchar, ser un gran motivador, excelente dando recompensas y ver lo mejor en la gente. Las personas no son diferentes a las flores. Si tú las riegas éstas florecerán. Si tú recompensas a la gente, pasará lo mismo. Éste es un atributo esencial de un líder.”
Tratar a los demás como te gustaría que te trataran es la regla de oro, ya sea para la vida o el negocio. Lo bueno que le pongas a una relación (financiera o de lo que sea) te ofrece una respuesta igual y en algunos casos, mejor.