por Dr. Horacio Krell*
El cerebro es una pieza imperfecta porque no fue creada para el hombre, sino que fue el resultado de la evolución. En cambio, la mano parece hecha para el hombre porque reemplazó a la garra del animal. La mano nos responde fácilmente, el cerebro no. En el cerebro conviven en conflicto los instintos fríos del reptil, las emociones calientes del mamífero y los pensamientos elaborados por el lenguaje y la razón.
La acción racional pondera los fines y los medios. La acción basada valores los toma como mandatos. Otra acción puede responder a un estado emocional. También la acción puede ser realizada bajo el influjo de la costumbre y el hábito.
La evolución representó el triunfo de la razón sobre el pensamiento mágico. El hombre se hizo permeable a la experiencia al aceptar las leyes de la naturaleza y modificó al mundo para satisfacer sus deseos. Evitó la necesidad de la acción inmediata porque los conceptos reemplazaron a la vivencia, pudo tener los datos en su mente a diferencia del animal que necesita ver para decidir. Pero pensar por conceptos creó el peligro de observar un mundo irreal.
Inteligencia emocional
Aristóteles dijo “es fácil ponerse nervioso. Lo difícil es hacerlo con la persona correcta, con la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto y de la manera correcta”. Sin emociones la inteligencia no tiene brújula. De las 7 inteligencias (verbal, lógica, espacial, musical, plástica, interpersonal y psíquica) las 2 últimas son emocionales: conocerse a sí mismo y al otro, conducir las relaciones, resolver conflictos, colaborar. Las emociones actúan antes que la razón comprenda e influyen sobre ella.
Pero la razón no es su esclava, puede reaccionar para hacer inteligente la emoción. Al ponerse de pie el hombre liberó a la mano de la locomoción y aplanó su rostro ya que la boca dejó de ser el medio para tomar el alimento. Así el cerebro pudo crecer: el ojo fue su órgano intelectual y pudo dedicarse a analizar, decidir y controlar. La mano se transformó en su instrumento.
El alfabeto le otorgó la capacidad de abstracción, generalización y creación. Pero el cerebro conoce el concepto, no la cosa en sí. Al alejarse de la tierra perdió el contacto con la naturaleza
El cuarto cerebro
El cerebro guarda la información en formato físico por una mezcla de agentes químicos e impulsos eléctricos que circulan por las neuronas y se cuantifican como energía, que una vez concentrada se transforma en materia.
En internet el cerebro convierte esa materia que se encuentra en las neuronas en un formato que circula por la red y el que recibe el mensaje, lo traduce en materia. Construir una red digital para el capital intelectual y social conecta la creatividad de la mente con la velocidad de la tecnología. Así crece la productividad sincronizando el sistema nervioso humano con el digital.
Un cerebro holístico
Instintos, emociones, pensamientos y tecnología entran en conflicto si no van en la misma dirección. Si gobierna el instinto puede aparecer un reptil. Si mandan las emociones negativas puede surgir la emoción violenta o la depresión. Si conduce un pensamiento frío puede nacer un plan sin sentido social.
Si triunfa la tecnología la máquina puede ser más importante que el hombre. Enfrentados son parte del problema, actuando en equipo y con objetivos comunes son parte de la solución. Hay que aprender a crear y usar un cerebro holístico, armonizador de la inteligencia individual y la inteligencia social.
Tomar conciencia
Este es el último cigarrillo que fumo, mañana empiezo la dieta, basta de comida basura, me voy a inscribir en el gimnasio, voy a salir a caminar, empezaré el curso de lectura veloz, etc, etc. Con la voluntad no alcanza, es necesario entrenar la mente para cambiar un hábito. El despertar de la conciencia es la clave para llegar al autoconocimiento, a entender las causas de por qué se hace algo y cómo se puede generar un cambio.
Los que tienen ganas de cambiar sus malos hábitos, deben comprender que el verdadero inhibidor es el cerebro. Es necesario aprender a despertar la mente consciente que no es ni la lógica ni la racional para percatarse y entender cómo actuamos y por qué lo hacemos.
Lo importante es aprender a observar y cuestionar las creencias falsas con las que estamos identificados y que llevan a pensar que “yo soy así” e impiden construir la verdadera identidad.
No hacer un trabajo integral lleva a buscar soluciones voluntaristas como fijarse un objetivo y cumplirlo a raja tabla. A partir de allí se arma un plan de acción. Al principio esto resulta pero al poco tiempo se vuelve a caer en los malos hábitos porque las metas se proponen desde un lugar inconsciente.
Hacer cosas a repetición en piloto automático no sirve. Muchas veces actuamos sin prestar atención a lo esencial. El cambio de hábito comienza con un despertar de consciencia para empezar a conocernos, entender cómo y por qué actuamos. El verdadero ser no se corresponde con la identificación que tiene con su personalidad y que suele atribuir a sus genes. La clave es descubrir las creencias erróneas. Y entender que la historia es más que un relato.
La mente crea la realidad
La mente es capaz de crear la realidad, ante la tendencia a atribuir todo a circunstancias externas. Porque la mente es la que elige la experiencia. Usando la visualización creativa del deseo, la vida sorprende de modo impensado, concretando el anhelo. El pensamiento envía ondas electromagnéticas al campo cuántico que materializa su deseo.
El poder reside en cada uno
Por supuesto que educar la mente es un trabajo duro. Apagar las voces repetitivas y negativas requiere ejercicio. La meditación permite realizar un anclaje en el presente, observar y gobernar a una mente identificada con una personalidad falsa.
Entonces desde el verdadero ser, libre y creativo, se pueden transformar en virtuosos los círculos viciosos. Las nuevas huellas neuronales forman redes que van creando hábitos nuevos que nos asombran y estimulan, muy lejos de las exigencias de la voluntad.
Cuando las huellas neuronales arraigadas la mente se traducen en conductas en momentos de estrés, se busca compulsivamente lo que produce saciedad y al hacerlo el cerebro genera dopamina que nos da placer. Si al detectar este mecanismo inconsciente se hace una pausa, se puede elegir una conducta alternativa. Y así ir construyendo rutas neuronales nuevas.
Las sensaciones que aparecen espontáneamente y motivadas por agentes externos solo generan sensaciones de felicidad a corto plazo. La dopamina es un neurotransmisor que activa un mecanismo cerebral llamado circuito de recompensa que hace repetir comportamientos y consumos en busca de esa sensación, o presentar conductas adictivas o afectar el estado de ánimo. Es necesario limitar los excesos. Si bien la dopamina es necesaria para la generación de expectativas y la motivación cotidiana, cuando es inconsciente genera problemas.
Ante la necesidad de limitar la liberación excesiva de placer, el cerebro lo recompensa liberando el neurotransmisor más representativo de la felicidad llamado serotonina. Se realiza otra actividad distinta y eso la libera generando esa sensación de tranquilidad y satisfacción.
Para lograr un equilibrio
Conviene hablar de lo que se siente con personas de confianza. Diversificar las actividades en la cotidianidad. Tener tiempo para el descanso. Prestar atención a la calidad de sueño y de la alimentación. Evitar el consumo de sustancias estimulantes o depresoras del sistema nervioso. Limitar el uso de medios masivos de comunicación. Realizar actividades que conecten con el propósito de vida. Al regular la liberación de dopamina se promueve la liberación de serotonina y se entiende que el bienestar sin límites no existe.
El hábito se perfecciona con la repetición
Sin motivación y entrenamiento no se consolida y se tratará tan sólo de un intento fallido; “un hábito se crea dándole prioridad, al planearlo, ejecutarlo y controlarlo. La actitud vale tanto como la aptitud. El hábito de la habilidad enseña a hacer, el de la actitud las ganas de hacer, de empezar y perseverar. Mientras más motivados estemos, más persistentes seamos, y menos resistencia pongamos a la rutina, más rápido será.
En general nos enfocamos en la rutina, pero en realidad el disparador y la recompensa son la clave de cómo funcionan los hábitos. Si establecemos un buen disparador y una recompensa luego del ejercicio de un pequeño hábito, es más probable que logremos consolidarlo.
Tener una motivación inicial
Que sea algo que podamos hacer y que esté a la altura de nuestro alcance intelectual. Establecer un disparador, un llamado a la acción. Pensar cuál es la motivación para buscarlo y conectarlo con la visión. Saber cuán resistente se es a las rutinas y en función de eso fijar una cantidad de días como objetivo. Prestar atención a si falta el tiempo o si se logra antes. Atender a cuán automático se vuelve con el tiempo. Visualizar cómo se quiere estar cuando ese hábito esté internalizado, eso facilita el trabajo del cerebro y del cuerpo en la asimilación de esa nueva costumbre. Establecer disparadores. Para esto podemos usar comportamientos habituales como disparador para desarrollar un nuevo hábito: poner el nuevo hábito luego de un comportamiento habitual. “Después de ………… voy a ………..”.
Ser específicos en cómo ejercitar ese nuevo hábito. «Voy a hacer 2 flexiones por día». Establecer una pequeña recompensa para celebrar el logro cotidiano.
Hoy tenemos dos vidas, una digital y otra analógica
El porcentaje de tiempo que pasamos en el mundo digital (principalmente smartphones, computadoras y tablets) se encuentra en crecimiento. Es ahí donde aparece la Big Data: para recolectar, organizar y estructurar datos que serán vendidos luego a firmas interesadas en obtener esa información.
Hay que tomar conciencia de que objetivo final consiste en captar la atención y generar el deseo de adquirir un bien o servicio aun antes de que haya iniciado una búsqueda concreta en la web.
Facebook, Google y Twitter son, en cierto punto, empresas de este sector, por más de que su razón social sea otra. Sus apps pueden pensarse como «robots espías», que se alojan en los celulares y que estudian los comportamientos en base a sus algoritmos. El robot digital aprende a escuchar lo que piensa una persona para relacionarlo con el negocio del que vende.
La gran evolución de Facebook
Es a partir de la naturaleza de su negocio. En 2014, Facebook compró WhatsApp en 22 billones de dólares. Contra muchos pronósticos, casi cuatro años más tarde el servicio de mensajería más popular del mundo sigue siendo gratuito. A simple vista, Facebook no comenzó aún a recuperar su enorme inversión. Sin embargo, en los últimos tiempos, más de un usuario es capaz de observar cómo al comentar por WhatsApp su deseo de irse de vacaciones a un lugar, a las pocas horas le aparecen banners de publicidad con descuentos en pasajes y hoteles hacia ese destino. Cabría preguntarse entonces si WhatsApp no está funcionando ya como un departamento de Big Data de Facebook, que cuenta además con Instagram cumpliendo una función parecida. Por esto, la Big Data es la tecnología más prometedora para invertir en un futuro cada vez más digital y menos analógico.
La percepción humana es lineal
Mientras tanto el progreso tecnológico es exponencial. En la actualidad, la tecnología avanza mucho más rápido que en el pasado, lo que genera una brecha abismal entre el presente y el futuro. La aparición de Internet cambió en muy poco tiempo el mundo en que vivimos. La irrupción de las nuevas tecnologías provocará un impacto aún más veloz. Cómo modificarse uno mismo para aprovechar estas transformaciones es la pregunta que inquieta a millones en el mundo. El costo de oportunidad de negar esta realidad y optar por la comodidad, el miedo o el escepticismo puede ser muy alto. Es el nuevo darwinismo.
Capacitarse en saber comunicar en las redes sociales es hoy una necesidad impostergable. “El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, le pasa lo mismo que al no sabe pensar”. Alvin Toffler hace décadas dijo algo que sigue vigente: «Los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer y escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y reaprender».
Como una página en blanco
Los bebés no se bastan a sí mismos pero una tortuga recién nacida no depende de nadie. Esa debilidad le brindará al pequeño una gran oportunidad.
Muchas destrezas superan al instinto o la genética. La habilidad mágica de tallar el alfabeto en la página en blanco de su cerebro le dará a la larga la superioridad sobre las otras especies.
El cerebro cambia con la calidad de vida, una vida aburrida es un seguro que el cerebro también lo será. Un hemisferio cerebral es la mitad de un órgano único de dos partes, no como el riñón donde se puede perder uno y el otro sigue trabajando. Sin la mitad del cerebro se pierde información única y específica que no puede ser reemplazada. Los cerebros progresan siempre si descubren su genio interior y se entrenan con los mejores métodos que constituyen su principal riqueza. Somos los arquitectos de nuestro propio destino, si existe el autoconocimiento. Los que lo logran pueden afirmar: “vida nada te debo, vida estamos en paz”.
Al cerebro lo dirigen dos fuerzas que operan en sentido contrario. Una lo lleva al descanso, a conservar la energía, la otra busca lo nuevo porque se aburre de hacer siempre lo mismo.
Una fuerza es conservadora la otra progresista. Una es rutinaria la otra creativa. El método las sincroniza para lograr más en menos tiempo y generar el estado de flujo donde con menor esfuerzo se logran mejores resultados, crece la energía y el poder interior o empowerment.
Se crece, pero el desarrollo es otra cosa
La materia prima del cerebro es la materia gris pero no crece como la lechuga. Mientras la tecnología sube por el ascensor el hombre sube por la escalera y eso genera la brecha digital. Las habilidades blandas, las esencialmente humanas, están devaluadas. Argentina fue pionera en educación, hoy es el 58 entre 65 países en los exámenes de la OCDE. Los países que están mejor en educación lideran en economía.
La orientación vocacional ayuda a encontrar la brújula interna que dirige las elecciones. Si el querer es grande el obstáculo se vuelve pequeño. Pero sin saber lo que se quiere nos dirige un pensamiento light al que nada le importa demasiado. Eso le resta pasión a la acción y rebaja la potencia. El poder inteligente combina el querer con la eficacia. Descubrir el querer es la condición necesaria, dominar los métodos para concretarlo es la condición suficiente.