El intestino es nuestro cuarto cerebro; es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a sus colegas. Quien sintió un hormigueo en el estómago previo a una conferencia o una diarrea antes de un examen, sabe de lo que estamos hablando.
El cerebro de la cabeza tiene células llamadas neuronas y células gliales que forman circuitos como el de los ordenadores.
Las funciones complejas como el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones dependen de la habilidad de estas células para formar rutas neuronales. Su estructura varía según las necesidades de adaptación al medio en el que vive.
El sistema nervioso creció por capas superpuestas
El tronco cerebral, como el encéfalo del reptil, controla los instintos. El mamífero con la procreación por parto sumó los afectos y el cerebro emocional. El hombre agregó el lenguaje y la razón. Por tener que armonizar esas áreas, el cerebro no es tan preciso como la mano que sustituyó a la garra.
El animal nace programado, el hombre débil y sin la rigidez de los instintos. Su espacio de libertad es una página en blanco, cada hombre es el arquitecto de su propio destino. Con la bipedestación las manos dejaron a las piernas la locomoción y ejecutaron las tareas que realizaba la boca. Así, el rostro se aplanó. Puesto de pie, el cerebro creció. Se transformó en el símbolo intelectual y los ojos en su instrumento.
¿Existe un cuarto cerebro?
En la división mente-cuerpo, la región intestinal se expresa mediante sensaciones en el estómago.
La antropóloga Margaret Mead escribió: «Es más fácil cambiar la religión del hombre que su dieta». Esto puede tener una razón biológica: la microbiota es un conjunto de microorganismos que habitan en el intestino, capaces de realizar funciones vitales que el cuerpo no puede llevar a cabo solo.
El problema es que se sabe poco y hace falta una colaboración masiva de científicos. Una herramienta revolucionaria es: Knomics-Biota. Una web diseñada para profesionales que permitirá desde de todos los rincones crear simulaciones para estudiar sus efectos, saber qué vitaminas o sustancias beneficiosas producen y en qué proporción. Saber el código genético de una bacteria es útil, hasta cierto punto.
El problema es que no hay solo un par de especies de bacterias viviendo en nuestros intestinos, sino más de 10.000 en la flora gastrointestinal. Gracias a Knomics-Biota se podrá saber mucho, tanto de personas sanas o enfermas. Por la flexibilidad que posee se pueden realizar análisis y estudios de las bacterias presentes en las comidas que ayudan a la flora intestinal. Esto significa que serán analizados. Hay infinidad de descubrimientos que surgirán antes de lo esperado, y dejaran en claro que, en la colaboración, se encontrará el verdadero avance de la humanidad.
Nuestros microbios
100 billones de microbios brindan tanta información como los genes y aceleran la investigación de fármacos. No se nace con ellos, se incorporan y el cuerpo los cobija. Sus antibióticos matan los gérmenes que causan enfermedades. El ecosistema intestinal posee esa fortaleza. El bienestar depende del microbio-clima que ayuda a descomponer alimentos, sintetizar vitaminas y proteger contra gérmenes. La bioética se pregunta qué revelan los microbios. Los antibióticos se descubrieron en bacterias y hongos, que viajan en el hombre desde el nacimiento. Tenemos 10 veces más bacterias que células en el tracto digestivo.
Las bacterias son los medicamentos del futuro. Son un ecosistema como el cerebro que no solo regula la digestión, sino que es primordial en procesos vitales como metabolismo, respuesta inmunitaria, sistema antiinflamatorio, enfermedades cardiovasculares y alergias.
Se comprobó que los medicamentos químicos son agresivos con el organismo. En cambio, se supone, que de las bacterias intestinales surgirán fármacos amistosos. Es un ecosistema complejo. El número de bacterias y microorganismos es mayor que la cantidad de estrellas que existen en el universo. Somos mitad-humanos y mitad-microbianos, es decir Homos microbis.
El cuerpo humano es un ecosistema
Cada ser tiene una microbiota que lo identifica, tal como las huellas digitales. Alojada en nuestro intestino, que le ofrece condiciones ideales de vida, (temperatura, humedad, alimentación), protege al organismo contra las infecciones, refuerza el sistema inmunitario y produce moléculas básicas para la existencia.
Los ecosistemas están conectados por los sistemas sanguíneo o linfático y el nervio vago.
Algunas bacterias secretan moléculas y metabolitos que pasan a la sangre y pueden provocar inflamaciones pulmonares o incluso infiltrarse en la masa cerebral. Los científicos han comenzado a explorar las principales células gliales, como los axones y los astrocitos, convencidos de que forman una microbiota particular. El “descubrimiento” de la microbiota intestinal surgió como una respuesta providencial para enfrentar el consumo intensivo de comida chatarra, así como el impacto de aditivos que se emplean en los alimentos procesados.
Cuatro de cada 10 personas presentan graves fallas provocadas por una alimentación desequilibrada y por los antibióticos. En el caso específico de ciertas terapias contra el cáncer, los antibióticos aumentan la porosidad de las paredes y dejan escapar al sistema sanguíneo las bacterias que lo activan.
Se desarrolló un ensayo con organismos en el intestino que equilibran la microbiota y trabajan con bacterias similares a las que se usan en la fabricación de yogures. Los primeros resultados alentaron a crear probióticos bajo receta y en forma de píldoras.
Tenemos cuatro cerebros
En la cabeza, en el corazón, en los instintos y en el intestino. El último es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a sus colegas. Quien sintió un hormigueo en el estómago previo a una conferencia o una diarrea antes de un examen, sabe de lo que estamos hablando.
Ansiedad, depresión, úlceras, colon irritable, colitis, etc. reconocen síntomas duales. El cerebro abdominal aporta al organismo agua y elementos nutritivos, los conduce por el tubo digestivo, segrega jugos digestivos, digiere y absorbe el alimento, lo lleva hasta el sistema circulatorio y expulsa los desechos.
También produce neurotransmisores que influyen en el estado anímico, opiáceos que modulan el dolor y compuestos químicos tranquilizantes. Sus tuberías son una estructura compleja. Se creía que el cerebro controlaba el intestino a través del nervio vago, que el tubo sólo obedecía. Pero el intestino alberga más células inmunitarias que el resto del cuerpo. Contiene cien mil millones de neuronas.
Cerebros en interacción
La red nerviosa intestinal la organizan neuronas comandantes que dirigen a millones. Hay células glía que las nutren y producen la respuesta inmunitaria. Posee sensores y almacena programas que utiliza según el momento, controla el progreso, mide los ácidos y las sales, es un laboratorio químico con sistema informático propio.
El intestino utiliza neurotransmisores como la serotonina que provoca bienestar. Los cuatro cerebros intercambian mensajes que desencadenan efectos. Estrés e intestino se conectan. El 70% de pacientes con trastornos crónicos tuvieron traumas infantiles: divorcios, muertes, maltrato. Lo que es bueno para uno de los cerebros es bueno para los demás. Hay 400 especies de bacterias, sin ese equilibrio se altera, el organismo se resiente. Al detectar sustancias extrañas, suena la alarma y se liberan agentes que generan diarrea para expulsar al intruso.
Un intestino estresado propicia trastornos
Cuanto más se sabe de las mariposas del estómago, se ve el influjo de hormonas estresantes. El diálogo de los cerebros explica el efecto placebo.
El poder del centro del cuerpo
La comunicación es una autopista de ida y vuelta, con 10 veces más tráfico hacia arriba. Las sensaciones que llegan a la conciencia son de dolor o hinchazón. No se espera nada bueno del intestino, pero esto no significa que no haga bien su trabajo.
En su laboratorio produce medicamentos naturales. Para la medicina oriental el vientre es el centro vital. Es un punto situado debajo del ombligo, en el centro de gravedad del cuerpo. Allí reside la energía vital. Es el centro de control, donde se integran mente y cuerpo y se funden con el universo. Para mantener la salud, la meditación y las disciplinas psicofísicas se conectan, para integrar los sistemas lograr un estado de serenidad y de calma profunda.
Que tu medicina sea tu alimento, y que tu alimento sea tu medicina. Hipócrates, el Padre de la Medicina, dijo: “La Naturaleza es la que cura”. Aconsejaba que: “Si no quieres estar enfermo, aprende a vivir saludablemente”. El arte de la salud es vivir de acuerdo a leyes naturales, que afectan cuerpo, mente y espíritu. Hipócrates afirmó: “No hay enfermedades, hay enfermos”, son los que no viven saludablemente. La Naturaleza se regenera. “Deja obrar a la Naturaleza”. “Curar es desintoxicar”.
La enfermedad y las costumbres antinaturales
Hay alimentos que nutren y curan, como frutas, ensaladas y hortalizas crudas, sales minerales y las fibras necesarias para el intestino. Ellos limpian, restablecen y regeneran. Los cereales, legumbres, tubérculos y oleaginosas son buenos alimentos y no curan. Pero están los que alimentan y enferman, llenan de grasas, toxinas, colesterol, ácido úrico y gérmenes.
Los Agentes Curativos Naturales que activan las defensas y el sistema nervioso son: el ejercicio adecuado, las terapias alternativas, la respiración correcta, la higiene física, mental y espiritual, el ayuno curativo y preventivo, el descanso, la vestimenta. Los intestinos desempeñan un papel clave, la terapia es la higiene intestinal.
La limpieza es al cerebro del bajo vientre lo que la cura de sueño al sistema central. Se trata de hacer menos caso al parloteo mental y prestar más atención al estómago y a los intestinos para descubrir emociones conflictivas que generan las dolencias.
Hay que recuperar la sabiduría del bebé, para quien las sensaciones de la barriga son todo y puede llorar desesperadamente por hambre o acariciarse la barriga por placer
El cerebro digestivo
Fue el primero en nacer, en los animales eran un mero tubo digestivo. Pegados a las rocas esperaban que la comida llegue. Con la evolución desarrollaron el sistema nervioso central. Pero el intestino no podía confiar en el nuevo cerebro y quedó como un circuito autónomo. Lo mismo sucede en la concepción. La cresta neural se forma pronto. Luego una parte será sistema nervioso central y la otra abdominal. Los cerebros de la cabeza aprenden, el colon también. Si cada día se practica un enema a la misma hora, al cabo de un tiempo es probable que produzca el efecto sin necesidad de ella.
Psicosomática
El intestino delgado separa lo bueno de lo malo y absorbe sustancias. Es un proceso de integración tal como hacen sus colegas con sentimientos, pensamientos y experiencias. La inseguridad, el miedo producen retención y estreñimiento. En el intestino se conectan la realidad interna y externa, se retienen aspectos de la personalidad que da miedo liberar. Así como la obsesión por controlar impide la espontaneidad y la alteración que los viajes provocan, también pueden aparejar molestias intestinales. Apreciar los mensajes del vientre ayuda a conectar la mente con el cuerpo, si fuésemos plantas los intestinos serían sus raíces. La persona valiente, cree en sí mismo y confía en los demás. El sistema digestivo es el acoplado del corazón que mantiene al cerebro. Si falla el cerebro abdominal, el sistema se cae.
La comunicación e influencia es multidireccional
Pensar con las tripas no es una simple expresión, existen procesos neurológicos y psicológicos que se originan en el intestino. Ahora se sabe que produce neurotransmisores que influyen tanto en las neuronas propias como sobre las neuronas y células gliales del cerebro. La microbiota del intestino actuaría como un cerebro no humano compuesto por microbios que participan en todas las funciones.
Ciertos microbios intestinales pueden manipular el comportamiento para aumentar su aptitud. Por tanto, el estado de la salud física y mental depende tanto del estado físico de estos microbios como de nuestra parte humana, y es siempre el resultado de esta relación simbiótica.
Pero, aunque estas bacterias pueden manipular el comportamiento, el hombre puede manipular la composición optando por comer alimentos ricos en prebióticos y probióticos. Es una manera de influir sobre quienes lo manipulan.
Este es el concepto más novedoso y se refiere al conjunto de microbios que residen en el interior del cráneo, que se encuentran comúnmente en el suelo y en el agua, y que han sido transportados al cerebro a través de las células del sistema inmunitario (linfocitos y macrófagos activados).
Es decir, que, el sistema inmunitario, se encarga de conectar los cerebros, y que el cerebro intestinal tiene una inmensa influencia sobre la función de las neuronas humanas y sobre las células gliales. Es probable que ciertas alteraciones de la flora intestinal correlacionen perfectamente con trastornos neurológicos, desde el alzhéimer al autismo, la esclerosis múltiple y la esquizofrenia.
Tócame que me gusta
Para un tímido, el tacto es como el lenguaje Braile para un ciego. Debemos agregar el tacto a los sentidos, la caricia, el abrazo, el beso, en lugar de la comunicación distante. El estrés se nota, es el grito del cuerpo reclamando el retorno de la inteligencia arcaica y profunda, que satisfaga la necesidad de encuentro. Acariciarnos estimula las endorfinas que hacen soportar el dolor y brindan una profunda sensación de bienestar.
El significado de la caricia abre la puerta del placer: el pelo se eriza, el escalofrío aparece y la emoción se despliega. Una caricia habla antes de manifestarse y está presente desde la intención. Al incluirla en nuestro alfabeto nos comunicamos mejor con los que amamos. No hay fuerza más potente que el amor, ni nada más hermoso que sentirlo correr por las venas.
Osho dijo: “El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad y la conciencia la realidad subjetiva. Y juntas pueden hacer completo cualquier sistema de educación.”
Tenemos tres o cuatro cerebros, la medicina y la psicología los trata con remedios y terapias pero olvidan un aspecto. Que, como dijo Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Desde pequeños deberíamos educar a nuestros hijos para que sepan armar un sistema que asocie los instintos, emociones y pensamientos. Que aprendan a alimentar el cuerpo, el corazón, el cerebro y el espíritu, a conocerse a sí mismos. No existen vientos favorables para los que no saben a dónde van. El mundo entero se detiene ante el que sabe lo que quiere. El poder inteligente es un querer con eficacia. Finlandia lo entendió e hizo de la educación su política de estado. La educación es la industria pesada de una nación, porque es la que fabrica ciudadanos.