Los Recursos Humanos en las empresas son unos de los factores estratégicos en la consecución de competitividad de las empresas, esto es algo que tenemos asumido y que efectivamente se confirma. Las organizaciones en función a su activo de talento pueden aspirar a jugar en las primeras ligas o simplemente ser retadores de los menos competitivos. En el fútbol español en la actualidad encontramos dos modelos de empleados que invita a sacar conclusiones en el ámbito de los RRHH, en el mundo de las personas en las organizaciones.
Que Messi y Cristiano Ronaldo son dos estandartes de talento para eso de jugar al fútbol nadie lo niega, aunque con resultados dispares para las empresas que les pagan. Me explico, analizando el comportamiento en el campo, así como sus relaciones con los medios y aficionados, vemos que son dos modelos antagónicos; mientras uno se muestra cercano, accesible y con grandes dosis de modestia, Cristiano ha optado por marcar las distancias con todo su entorno profesional, significar su liderato técnico (que no grupal) como mejor jugador de la plantilla a través de declaraciones, gestos e intercambios que, en ocasiones, se interpreta como soberbia. No seré yo el que valore quien es mejor, ya que este artículo no pretende dar una opinión futbolística al respecto, pero sí quiero definir cómo diferentes valores, comportamientos, y formas de proceder degeneran en la consecución de objetivos distintos en el mundo laboral. Mantengo que para que una organización alcance niveles de excelencia, entre otras cosas, no hay que provocar amistad entre los empleados en su relación con los compañeros, pero sí vínculos de corresponsabilidad con el compañero/a. Con esto quiero decir que en mi organización no puedo ni quiero obligar a que todos los que trabajamos en ella seamos amigos, pero sí que tengamos un sentido de cliente interno desde mi eficacia y eficiencia en el trabajo, así como pensar que el apoyo a la persona que esta al lado, será lo único que nos permita ser mas competitivos.
Los objetivos individuales no son más que átomos del objetivo general que es el que importa y además todos han de estar alineados en el mismo sentido. Es por ello y bajo estas premisas que interpreto que la diferencia entre estos empleados tan ilustres está, precisamente y visto siempre desde la perspectiva que muestran los medios, en que mientras Cristiano se basta para alcanzar los objetivos solo, debido a sus valoradas características técnicas, y utiliza una estrategia de ‘tirar’ de sus compañeros, es decir, “montaros que ya os llevo, de tal forma que lo único que tenéis que hacer es acompañarme de manera adecuada”, Messi utiliza una estrategia que empujar a sus compañeros, donde lo que espera es que se generen las situaciones ideales para que él pueda aparecer y marcar diferencias, y para esto necesita ganarse la voluntad de sus iguales. Con esta explicación entiendo que mientras Cristiano impone su liderazgo solo a través de parámetros y argumentos técnicos, Messi intenta ganarse la voluntad de sus compañeros con variables más amplias de miras, quizás por la modestia que le adorna o exhibe. No tendrá discusión tampoco comentar que estos grandísimos jugadores de fútbol ubicados en equipos de menor relevancia que en los que en la actualidad se ubican, probablemente no pasarían de ser lo que son, grandes jugadores, por lo que el entorno de plantilla que ahora poseen son sin duda parte importante en sus triunfos. Por tanto, podemos pensar que, el gran talento requiere en las organizaciones de otros talentos diferentes y de menor magnitud para que se potencie el primero, sin los cuales parece difícil establecer que alcanzarían los niveles de esplendor que se les prevé, así como que parte del éxito del gran talento esta en su relación con los otros talentos.
Otras consecuencias de importancia para la organización es sin duda la incidencia en la imagen de marca que provoca los estilos y comportamientos que muestran estos máximos representantes de sus equipos en el terreno de juego. Mientras todo vaya bien, es decir, ganando partidos, la calma será la nota predominante en la organización. Sin embargo, ambos estilos provocarán reacciones diferentes entre los clientes (espectadores, seguidores de los equipos, medios de comunicación, etc.); el modelo Cristiano potenciará a sus seguidores bajo el manto del tipo de liderazgo que ejerce, pero sembrará efectos no deseados entre los adversarios a su persona y equipo, y el modelo Messi conseguirá efectos parecidos, aunque con diferencias significativas con aquellos que no se identifican con su persona o equipo, menos animadversión y, por tanto, mayor adhesión a la marca de los no seguidores.
Cuando no se consigan los objetivos es más probable que el modelo Cristiano dispare problemas organizacionales y plantee caminos mucho mas largos para reencontrar soluciones y el nivel de implicación para la reconduccion de la situación se dificultará por la falta de implicación del resto de la plantilla debido a que buscarán un único responsable, con lo que la imagen de marca durante esta época recibirá agresiones de importancia para sus intereses. El modelo Messi en etapas de no consecución de objetivos lo pasará mal el equipo, aunque estará en mejores condiciones para reconducir la situación, de hecho, el resto de la organización se aglutinará alrededor de su estrella para superar los malos resultados; será una crisis que, con los pasos adecuados, será mucho mas fácil de gestionar. La imagen de marca no se verá tan afectada como en otros escenarios, incluso con la posibilidad que salga reforzada de la época de crisis por esa conjunción de intenciones de grupo y sentido de marca a la que se pertenece.
En definitiva son dos tipos de personalidades y, por tanto, dos modelos de trabajadores muy rentables que a la hora de desempeñar funciones laborales ofrecen valores añadidos diferentes, en objetivos, en competitividad y por supuesto ante quienes les sustentan económicamente, los clientes. Todos conocemos que los estilos directivos a imponer con estas premisas se han de adecuar a los objetivos, experiencia y sobre todo a los perfiles de nuestros trabajadores. Estos jugadores son modelos de empleados que poseen niveles de riesgos diferentes, así como debemos planificar el comportamiento de la organización para con ellos de manera premeditada y ajustada a esas características. La gestión de su desempeño se ha de diseñar con diferencias entre ambos, de cara a la consecución de resultados, por parte de la empresa y requieren, entre otros condicionantes, jefes y estilos directivos que se ajusten a sus rasgos y condiciones.
Tanto Cristiano como Messi, opino, que en la actualidad poseen los jefes adecuados para sus características; los que más rendimientos pueden obtener de estos empleados y los que mejor fomentan sus aptitudes. Creo que lo comentado es válido para extrapolarlo a otras organizaciones de diferentes fines y actividades, aunque en el fútbol al final lo que cuenta es que la pelotita entre, eso desemboca en otros resultados indirectos que, sin duda, son los de más valor para los clubes. Sin embargo, no olvidemos que en otros sectores los resultados se miden en innovación, facturación, rentabilidad, fidelización, etc., por tanto, no es mal ejemplo para que aprendamos sobre la gestión de los Recursos Humanos a través de las situaciones descritas.
Cristiano-Messi, Messi-Cristiano, dos modelos diferentes de empleados que poseen cualidades para alcanzar objetivos, independientemente que se llegue a ellos por caminos diferentes, incluso con costes muy diferentes. La gestión de estos talentos se han de adecuar a esas características y adaptarlas a los valores de la empresa para que sean rentables, de no ser así obtendremos resultados que dañaran nuestra imagen de marca de cara al mercado. Dos modelos de empleados dispares, necesidad de dos modelos de gestión diferentes.
Rafael Ceara. Consultor de empresas
Fuente: Área RH
Rafael Cera, Consultor de Empresas
MUY BUEN ARTICULO, A PARTIR DE DOS FIGURAS TAN ANTAGONICAS SACAR UN BUEN MENSAJE
Muy bueno!! Hector