A menudo me encuentro con el debate de si el emprendedor va buscando en una ronda de inversión solo dinero (Dumb Money o dinero “tonto”) o algo más (Smart Money o dinero “inteligente”).
Aquí hay opiniones para todos los gustos. Conozco a muy destacados y reputados inversores que dejan muy claro en sus intervenciones públicas que ellos bastante hacen con poner el dinero y que la inteligencia en todo caso la tienen que poner los emprendedores. Por otro lado hay quien opina que el dinero no es lo más importante y que cuenta mucho más que el inversor pueda aportar mentorización, experiencia empresarial, conocimientos del sector o algo muy importante como es la red de contactos personales.
Particularmente opino que ambas posturas pueden ser válidas, según de qué tipo de inversor y de emprendedor estemos hablando y sobre todo en que fase de desarrollo se encuentre el proyecto.
Un inversor que esté muy profesionalizado, que invierta preferentemente en proyectos que están ya relativamente avanzados y que tiene una cartera de más de 30 startups, difícilmente va a poder estar involucrado en las necesidades particulares de cada una de sus participadas. Además generalmente tampoco cuenta con un equipo de apoyo muy numeroso, ya que el volumen de las inversiones no lo permite. Este tipo de inversor bastante hace con asistir cada tres meses a los consejos de administración, donde fundamentalmente querrá analizar la evolución de las métricas y el grado de cumplimiento del plan de negocio. Probablemente una opinión suya puntual en el consejo (o una bronca, si las cosas no van muy bien) o una llamada telefónica a un contacto para abrir una puerta, sea lo máximo que se pueda esperar de éste tipo de inversor. Por otro lado el inversor con éste perfil va a querer invertir en una empresa que cuente con un equipo lo suficientemente experimentado y profesional, como para no tener que estar dando muchos consejos. En todo caso, una gran ventaja de éste tipo de inversor es que generalmente es reconocido en el sector. En especial a la hora de plantear nuevas rondas, suele suponer un gancho muy bueno para atraer a otros inversores.
Por otro lado están los inversores dispuestos a apostar por proyectos menos maduros, donde el emprendedor puede tener mucho talento y un excelente proyecto, pero al que le puede faltar experiencia e incluso formación empresarial. En estos proyectos, entiendo que el papel del inversor puede ser mucho más importante por el apoyo que pueda prestar al equipo emprendedor que por el dinero que esté dispuesto a invertir. Además, generalmente en el caso de emprendedores jóvenes, una ayuda en la parte de contactos puede ser definitiva a la hora de poner el proyecto en el mercado. Claro que en éste caso estamos hablando de un inversor que pueda disponer de tiempo para dedicarle a los proyectos y eso no siempre es sencillo e incluso prácticamente imposible si uno invierte en más de 8 o 10 proyectos a la vez.
Una reflexión final
El emprendedor debería meditar muy bien acerca de qué tipo de inversor le conviene en cada momento, ya que se trata de una relación casi matrimonial (por el tiempo medio de duración y por la confianza que se debe generar entre las partes) y un error en la elección puede generar bastantes frustraciones futuras para todas las partes.