No todos nacemos con cualidades de liderazgo, pero todos tenemos talento. Es necesario enfocarse en otras virtudes, antes que en ser líder
La palabra liderazgo es tan extensa que puede representar todo y nada al mismo tiempo. Se trata de una expresión que escuchamos todos los días y en todos los ámbitos, desde políticos hasta deportistas y al parecer el significado es diverso, pero en general se asume como una especie de “don” o cualidad superior que empodera a cualquier persona que lo posea, sin embargo su aplicación se ha distorsionado al grado de pretender utilizarlo como la solución a diferentes problemáticas. El ámbito laboral no es la excepción, inclusive son aun más notorias y hasta soberbias las circunstancias en que lo aplicamos y regularmente se refiere a situaciones donde todo se resuelve en la medida que los colaboradores tienen o no las conductas que demuestren ese liderazgo.
En algún momento nos hemos preguntado si somos líderes, si poseemos ese “santo grial” del management, esa cualidad que potencializa el talento y al mismo tiempo polariza a las personas por pertenecer a una estirpe diferenciada y ganadora. Sin embargo, esta columna no pretende encontrar el hilo negro del verdadero significado o mejor definición de este vocablo, ni tampoco de proporcionar la clave para desarrollarlo, sino determinar si esta conducta es suficiente para una sociedad cada vez más exigente de personas que sirvan de guía para promover modelos lo suficientemente sustentables.
Existen muchos y diversos libros o personajes que describen el liderazgo en numerosas versiones: Drucker, Maxwell, Mandino, Goleman, Covey, Blanchard, Bettger, Gandhi inclusive en la Biblia se expone a un mesías llamado Jesús con cualidades de líder. Abundan investigaciones sobre liderazgo, la mayoría muy bien fundamentadas como la realizada por Goleman, en la que a partir de un estudio con altos ejecutivos y bajo determinadas variables prescribe seis estilos de liderazgo que si bien son clave para el desarrollo de talento, no es lo único componente que se debe valorar.
Aunque la mayoría de los autores exponen al liderazgo como una conducta diferenciadora, al cabo del tiempo hemos entendido que leer uno o varios libros no va a llevarnos a lograr ese liderazgo, tampoco lo hará el desarrollo de las habilidades asociadas a esta conducta, de hecho pretender adquirir las capacidades relacionadas y someternos a extenuantes programas de entrenamiento no será suficiente. No todos nacemos con estas cualidades asociadas al liderazgo (aunque tampoco impide que lo intentemos) pero todos, absolutamente todos tenemos algo llamado talento; existen personas que se aferran en desarrollar su liderazgo y no precisamente su talento, encontrar cual es nuestro verdadero talento es la clave en que todos debemos focalizarnos.
En muchas ocasiones nos esforzamos en ser líderes o hacer algo en lo que quizás no seamos tan efectivos pero pretendemos serlo, típicamente con el afán de lograr un puesto de trabajo somos capaces de probarnos de que tenemos las competencias necesarias para cubrir una posición de mayor jerarquía e intentamos adaptar nuestro talento a esos requerimientos y específicamente en roles gerenciales. Sin embargo el foco de las personas debería estar centrado en el desarrollo de su propio talento, quizás la tarea mas difícil es encontrar cual es la competencia en la que somos muy buenos, y no solo eso sino que además se trate de una habilidad que la disfrutamos cuando la hacemos y enfocarnos en aquello que verdaderamente somos los mejores.
Aunque no seamos fanáticos del futbol, sabemos que Lionel Messi es un extraordinario jugador, de lo mejor del orbe, una persona que a pesar de haber padecido un déficit parcial de la hormona del crecimiento (cuando era niño), no impidió convertirse en el jugador de futbol que es ahora. El hecho de que Messi sea extraordinario en este deporte no necesariamente lo convierte en un líder, lo cual quedó demostrado en la final de la copa del mundo en el 2014, entre Argentina y Alemania. Al momento de decretarse los tiempos extras, Lio caminaba cabizbajo, transmitiendo inseguridad al equipo, lo cual no demerita su calidad futbolística.
Ser un líder no es suficiente para trascender en las actividades de la vida cotidiana, sin duda se trata de una capacidad relevante para cualquier puesto de trabajo sobre todo aquel que tiene responsabilidades gerenciales, pero no lo es todo. El hecho de que no seamos grandes líderes no significa que no seremos grandes empresarios, investigadores, médicos, gerentes etc. Enfocarte tu talento puede o no llevarte a modelar tu liderazgo pero seguro te llevara a disfrutar lo que haces; finalmente el objetivo esta en desarrollar tu propio talento, veamos el estigma del liderazgo como una cualidad adicional y no como una meta de vida.
Finalmente, la única forma en que evolucionamos como seres humanos esta en la capacidad de conocernos a través de reconfigurar el significado de lo que queremos a partir de reinventarnos respecto a nuestro talento. Una manera de lograrlo es creyendo en nososotros mismos y en nuestra capacidad de adaptarnos a un entorno cada vez mas cambiante.
Gilberto Novelo. Socio Director y Fundador de IO Consultoría