Mi columna “Equilibrio y liderazgo emocional”, publicada recientemente, suscitó algunos comentarios sobre las malas intenciones de ciertos”líderes”.
Es evidente que algunos seres humanos capitalizan los malestares económicos, políticos o sociales, se aprovechan del desencanto y logran acaparar la simpatía y el respeto de un grupo. Se caracterizan por ser personas con cierto carisma, así como por un discurso casi perfecto con, aparentemente, ideas nuevas.
Ejemplos sobran en todo el mundo. Algunos obtienen un poder respetable y se dejan arrastrar por su fortaleza. Sin embargo, mientras más se embriagan de autoridad y se envanecen, más se alejan de las características reales de un líder. Liderazgo es servicio a los demás. Si comienza a prevalecer el autoritarismo, se esfuma completamente la virtud.
En estos días, el Papa Francisco dijo en un foro, organizado por CNN en Español, que “un líder es buen líder si es capaz de hacer surgir entre los jóvenes otros líderes. Si un líder quiere ser líder él solo, es un tirano. El verdadero liderazgo es fecundo”.
Hay quienes nunca han tenido la capacidad de un verdadero líder, pero ostentan mucho poder. Esto nosolo sucede en la política, sino también en las empresas, la religión, las familias y en toda la sociedad. Por lo general, estos mandamases son temidos, pero nunca serán verdaderos hombres de éxito.
Existen diferencias esenciales entre un líder, en toda la extensión de la palabra, y un poderoso sin liderazgo verdadero:
– A un poderoso se le teme, a un líder se le respeta.
– A un líder no se le odia, se le admira.
– Un poderoso enarbola la máxima”divide y vencerás”; un líder hace lo contrario, aglutina.
– El líder gana la autoridad con esfuerzo y talento, no la impone.
– Un líder no ordena, propone.
– Al poderoso hay que obedecerlo, al líder se le sigue de manera natural y entusiasta.
– El poderoso, por lo general, se acompaña de seres anodinos, adulones y despojados de criterios y sueños propios; el líder no teme a los seres humanos brillantes.
– Un líder escucha, analiza y actúa; un poderoso habla y ordena.
– Un líder irradia respeto y esperanza.
Según Lao Tzu, filósofo chino, un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe. Así, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida, todos dirán: “Lo hicimos nosotros”.