por Rick Lewis* – Entrepreneurs Handbook
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Soy de la opinión de que una persona debería estar legalmente obligada a tener una educación preparatoria adecuada antes de empezar cualquiera de las anteriores.
He empezado todas ellas por mí mismo sin ninguna educación o formación formal y las hice mal en mis primeras versiones, quizá con la excepción de la crianza de los hijos. (Tuve buenos padres y un modelo decente, pero aun así, hay un MONTÓN de errores de crianza que podría haber evitado y de los que me arrepiento de haber cometido, en retrospectiva).
Pero no estamos hablando de la crianza de los hijos.
Hablamos de negocios y del que quizá estés pensando en empezar y te sientas «no preparado» para empezar al mismo tiempo.
Lo más importante es que todas estas actividades tienen un gran efecto en otros seres humanos. Cuando nos lanzamos a cualquiera de estas empresas sin estar preparados, ponemos a otras personas en el punto de mira de nuestra inexperiencia.
Se podría pensar que la gravedad de estos compromisos centrados en las personas nos motivaría a asumirlos de forma reflexiva y considerada. Sin embargo, no parece ser el caso. Uno puede lanzarse a cualquiera de los anteriores con sorprendentemente poca fricción y, en algunos casos, con el viento de cola de los entusiastas que nos animan a tirar la cautela al viento y a «ir a por todas».
No importa que cuando «vamos a por ello» como nuevos emprendedores no tengamos ni idea de lo que eso implica en el futuro, simplemente se siente bien decir que sí en el momento. Es como tener hijos.
En el ámbito emprendedor, los tres ámbitos que me preocupan (el matrimonio, los hijos y el negocio) están entrelazados y tienen un gran impacto entre sí.
Para los que tienen una mentalidad de «qué demonios» y han asumido toda la catástrofe de una relación comprometida, los hijos y el trabajo por cuenta propia, llega un momento en el que se siente como si estuvieras intentando resolver varios cubos de Rubik de cinco caras mientras te montas en una montaña rusa de Disneylandia y montas un armario de Ikea, todo al mismo tiempo.
No puedo contar cuántas veces, en medio de mi existencia como autónomo, me he dicho a mí mismo: «Esto es imposible»; es increíble que el universo me haya permitido llegar a esta posición sin las calificaciones necesarias.
Así pues, si has tenido una idea para iniciar un negocio y si has compartido esa idea con alguien más, especialmente si es una buena idea, es probable que hayas sufrido el efecto de las voces internas y externas (y probablemente nocturnas) que siguen susurrando: «Oye, ¿cuándo vas a iniciar ese negocio?». Y por cada día que pasa desde el inicio de tu idea, alguna parte de ti o de tu círculo de familiares y amigos te está juzgando por no pasar a la acción.
Pues bien, estoy aquí para acabar con tu sensación de incapacidad e incompetencia, porque la razón más probable por la que no has empezado ese negocio a estas alturas es que eres más inteligente que la mayoría de la gente, no menos valiente.
Has intuido con precisión el terreno y sientes que lanzar una startup para hacer tu «propia cosa» no va a ser un paseo por el parque. Y tienes razón al 100%.
Aquí tienes una lista de valores que puedes tener y que te hacen dudar de lanzar tu propio negocio.
- No tienes absolutamente ningún deseo de añadir tu producto o servicio a la pila de entidades que bombardean el planeta Tierra con estratagemas para dominar y captar toda la atención humana con el fin de impulsar las ventas y mantener su existencia.
- No quieres llenar 23,5 horas de cada día con actividades relacionadas con el trabajo porque en realidad te gustan tu familia y tus amigos y quieres pasar tiempo con ellos.
- En realidad te gusta lo que tu empresa se propone hacer, tienes cierta experiencia en ello y temes no poder hacer mucho de lo que te gusta mientras intentas construir un negocio en torno a ello. (El fotógrafo profesional Matthew Jordan Smith admite que dedica aproximadamente el 1% de su tiempo a hacer fotos en realidad a la gestión de su negocio).
- Valoras tu salud mental y no quieres añadir a tu lista de preocupaciones si vas a cobrar el mes que viene.
- Te gusta tener una supervisión que te proporcione expectativas claras que puedas cumplir y sentirte bien con algo a lo que estás contribuyendo, en lugar de empezar cada día con 217 posibles direcciones en las que podrías moverte y que todo dependa de ti para decidir qué hacer a continuación.
- No quieres estar a cargo de nadie y convertirte en un departamento de recursos humanos a tiempo completo porque ahora tienes 3 empleados. (Hizo esto.)
- Parece ser cierto que todos somos de diferentes tipos y algunas personas simplemente NO PUEDEN trabajar para otra persona. Existe el espíritu emprendedor, y algunas personas están predispuestas psicológica y fisiológicamente a ser emprendedoras y autónomas. Y si tú eres una de esas personas, probablemente no estés leyendo esto. Ya estás haciendo lo tuyo.
Por otro lado, si todavía estás aquí leyendo esto, es probable que una parte de ti se esté cuestionando todo el juego emprendedor y se esté preguntando si deberías entrar en el campo de juego.
Permíteme decir que desearía profundamente no ser emprendedor, pero, después de 50 años, apuntarme a ser el empleado de alguien sería un acto de rápido y espantoso desenredo que nadie se beneficiaría de presenciar. Antes de mi primera pausa para comer, organizaría una toma de posesión hostil de su organización, porque eso es lo que les gusta hacer a los cerebros emprendedores.
A pesar de la energía y la promesa de los memes de la cultura pop (que, si los sigues hasta sus orígenes, probablemente todos tengan rastros de ADN del cepillo de dientes de Gary Vaynerchuk), tener un espíritu emprendedor es, al menos, una maldición, pero también una bendición.
Así que en lo que respecta a este espíritu emprendedor, si lo llevas en la sangre, que así sea. Pero si aún no tienes ese espíritu en tus venas, ¿por qué demonios estás pensando en desarrollarlo? Hay tantas maneras de mejorar tu suerte en la vida que no requieren quedarse dormido en tu escritorio a las 2 de la mañana y despertarse en un charco de babas que ha manchado la solicitud de subvención que necesitas para pasar el próximo mes.
Volver a casa a las 5 de la tarde, cenar con tu familia, jugar al Monopoly, al Trouble, al Sorry o al Catán para mantener tus fantasías de dominación, dormir bien y tener el ancho de banda por la mañana para abrazar a tu hijo cuando se despierte, o a tu perro, pez de colores… lo que sea.
Hay mucho que decir de una vida así. Ojalá pudiera unirme a ti.