por Andrei Neboian* Entrepreneurs Handbook
Leonardo da Vinci no era un empresario brillante.
Pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, científico, anatomista y filósofo, da Vinci era un polímata precoz. Sin embargo, tenía un pésimo historial a la hora de terminar su trabajo: constantemente tenía que devolver el dinero que le habían pagado.
Esta es la cuestión: no hay que ser un experto en todos los oficios para tener éxito en los negocios. Sólo hay que aprender unas pocas cosas, pero hacerlas increíblemente bien.
Al recordar los diez años que llevo dirigiendo mi empresa tecnológica, ahora pienso que la mayoría de mis habilidades apenas las he utilizado más de dos veces. Ser un CEO Da Vinci no fue la razón por la que recaudé millones para mi startup y conseguí que fuera adquirida por un líder del mercado años después.
En cambio, lo que realmente importaba eran unas pocas habilidades seleccionadas que marcaban la diferencia. Las imprimiría en un póster y las enviaría a un yo más joven hace 10 años.
Permítanme compartirlas con ustedes porque cualquiera puede aprenderlas.
póster y las enviaría a un yo más joven hace 10 años (de hecho, he creado este póster – puedes descargarlo aquí.)
Permítanme compartirlas con ustedes porque cualquiera puede aprenderlas.
1. Domina el poder de las palabras
Tus palabras son tus instrumentos de comunicación más importantes.
Cuanto mejor te comuniques, más venderás y más rápido crecerás.
Cada discurso, correo electrónico, anuncio y post contiene palabras. Pero las palabras no se limitan a transferir hechos de la persona A a la persona B. Las palabras poderosas conectan a las personas a través de las emociones y los sentimientos. Las grandes historias inspiran a millones de personas para sus productos y servicios. Al mismo tiempo, las palabras aburridas y sin vida aburrirán a su equipo y dejarán fríos a sus clientes.
Hace unos años, empecé a escribir todos los días: artículos públicos para compartir mi experiencia y entradas de diario privadas para reflexionar sobre mis lecciones a lo largo del día. También utilicé trucos de escritor como la voz activa, verbos potentes y lenguaje específico en mis correos electrónicos y reuniones.
Lo que empezó como un pasatiempo transformó más tarde mi forma de gestionar mi negocio, ayudándome a utilizar el poder de las palabras para convertirme en un líder de equipo más persuasivo.
Tú también puedes practicar la escritura todos los días.
Escribe un diario todas las noches para reflexionar sobre lo que has aprendido durante el día. Publica artículos para compartir lo que has aprendido. Perfecciona tus habilidades de escritura con cada correo electrónico que envíes.
Lee sobre la escritura.
Aprende a contar historias con trucos psicológicos de Lisa Cron. Aprende de Stephen King y Jack Hart a escribir correos electrónicos y posts coherentes y atractivos. Infunde sabor a tus textos con el Sentido del Estilo de Steven Pinker.
Escribir no solo te enseña a expresarte con claridad y a atraer a otras personas, sino que además la escritura se convertirá en un ejercicio increíblemente satisfactorio para tu mente, que te convertirá en un pensador más fuerte y en un empresario más sabio y seguro de sí mismo.
2. En caso de duda, simplifique
Cuando fundé mi empresa, estaba convencido de que los empresarios debían idear planes de negocio inteligentes e intrincados en torno a productos complejos.
Si los productos y los negocios fueran demasiado sencillos, cualquiera lo habría hecho ya.
Como habrás adivinado, en realidad es al revés.
La sencillez es uno de los principios más esenciales y universales de todo empresario de éxito. Te aporta velocidad, agilidad y concentración, según Ken Segall, uno de los cerebros creativos del éxito de Apple, el hombre que puso la «i» en el iMac.
En mi reciente artículo, explico cómo la simplicidad puede ayudarte a triunfar de dos formas importantes.
En primer lugar, simplifique sus productos. Productos más sencillos y menos opciones significan un estado de ánimo más feliz para sus clientes. Así que concéntrese en hacer sólo unas pocas cosas, pero hágalas especialmente bien.
En segundo lugar, simplifique la forma de comunicarse con sus clientes y su equipo. La comunicación minimalista hace que sus puntos se mantengan mejor. Utilice un lenguaje sencillo y claro.
Mi diseñador me enseñó un truco: nunca tengas miedo del espacio en blanco.
En mis primeros días de fundadora, solía ver los anuncios como bienes inmuebles, un espacio que debía aprovecharse en cada centímetro. Así que atiborré nuestros folletos y pancartas de información y elementos visuales. Pero la comunicación no funciona así. Diseñe sus anuncios de forma que resulten ligeros y sencillos, no los atiborre de contenido.
Y en caso de duda, vuelve a simplificar.
3. Conviértete en la persona del dinero
Los emprendedores deben esforzarse por ayudar a hacer de nuestro mundo un lugar mejor, además de llenarse los bolsillos de dólares. Las empresas son importantes para sus empleados, clientes y comunidades.
Pero al final, el valor que creas para el mundo se reduce a cuántas personas están dispuestas a pagarte por tus productos y servicios.
Los ingresos son la medida definitiva de tu valor en el mundo de los negocios.
Además, el dinero es el oxígeno que todo empresario necesita para seguir adelante. Te permite contratar a más gente, crear mejores productos y, viola, construir un mundo mejor.
Pero el dinero es exigente con sus propietarios. Prefiere a los empresarios que siguen los principios de «atracción del dinero». El galardonado autor Morgan Housel comparte estos principios en su obra Psicología del dinero.
En mi reciente artículo, he recopilado las lecciones más importantes de Housel.
En primer lugar, ten cuidado con tu pasión. El dinero prefiere a los fundadores que analizan su empresa con un corazón helado: aquellos que pueden distinguir entre las acciones rentables y las que no lo son.
Cuando diseñé mi primer producto, me convertí en la víctima de mis propios sueños. Me apasionaba crear un producto que creía que el mundo quería. Pero no escuché lo que el mercado me decía: mis clientes querían un producto diferente. Fue un error doloroso y caro que animo a todo el mundo a evitar lo antes posible.
Tu pasión no sirve de nada al mundo si no puedes producir un negocio viable que te dé de comer a ti, a tus accionistas y a tus empleados.
En segundo lugar, no te obsesiones con historias únicas de superéxito. Cuanto más extrema sea la historia de éxito, menos probable será que puedas aplicar sus lecciones a tu vida. Replicar la historia de éxito de Steve Job tiene menos posibilidades de ganar que la lotería nacional. En su lugar, aprende de muchas personas con un éxito razonable.
En tercer lugar, sé frugal y protege tu dinero. Vigile su cuenta con el mismo cuidado que los submarinistas vigilan sus botellas de oxígeno. Protéjase para que no se le acabe el dinero o se vea obligado a abandonar. Reinvierte tus ganancias en tu negocio para que pueda crecer.
4. Humildad y autorreflexión
El fundador de WeWork, Adam Neumann, era un director general carismático que convenció a sus inversores para que invirtieran miles de millones en su empresa.
Neumann acabó llevando a su empresa a un colapso titánico, quemando unos 40.000 millones de dólares de valor de mercado.
En Cult of We, los autores describen a Neumann como un fundador ambicioso, extravagante y engreído con un complejo mesiánico. Creó una cultura empresarial que castigaba a los que no estaban de acuerdo con él, convirtiéndolo en el dictador de su imperio WeWork.
El fundador de WeWork amordazó todas las voces que podrían haberle salvado a él y a su empresa.
No repitas el error de Neumann. Escucha a los demás y deja que no estén de acuerdo contigo. Mantén la confianza pero la humildad.
Estás ahí fuera, enfrentado a una miríada de competidores y millones de clientes: tú solo no tienes todas las respuestas. Así que escuche las voces del mercado, de la gente que le rodea y, sobre todo, de su equipo. Cada crítica es una oportunidad para aprender, explorar, mejorar y tener éxito.
La humildad también significa autorreflexión.
Todas las noches, después de acostar a mis hijos, me siento a reflexionar sobre mi día. Escribo sobre los momentos en los que debería haber controlado mi ira y otros momentos en los que debería haber sido más perseverante. Probablemente nunca llegaré a ser un líder perfecto, pero seguiré intentando mejorar cada día.
Llámalo la práctica deliberada de la vida. Es simple pero increíblemente poderosa: tómate unos minutos cada día y escucha lo que el mundo está tratando de decirte.
5. Evite el error humano más «tonto»
Tres años después de fundar mi empresa, acabé en un hospital.
El médico que estaba cerca de mi cama me preguntó: «¿A qué se dedica?»
«Soy un empresario tecnológico».
El médico sonrió y me sugirió que buscara mejorar el equilibrio entre la vida laboral y la personal si quería vivir hasta los cuarenta años.
El agotamiento no se produce porque trabajemos demasiado. Ocurren porque trabajamos con la mentalidad equivocada.
Mi problema era: Me preocupaba demasiado por los resultados que no podía controlar. No podía dormir porque me asustaba la posibilidad de no alcanzar nuestros objetivos de ventas. Gritaba a mi equipo cuando no lograba encontrar soluciones creativas. Mi vida parecía un enorme cuadro de mandos con miles de botones que tenía que pulsar a toda prisa para que todo estuviera bajo mi control.
Un día, mi cerebro sufrió un cortocircuito y me desplomé en el suelo de mi despacho.
Intentar controlar lo que no se puede controlar es una de las cosas más tontas que hace el ser humano.
Hace más de dos mil años, el filósofo griego Epicteto, maestro del emperador romano Marco Aurelio, escribió: «Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Las cosas que están bajo nuestro control son la opinión, la búsqueda, el deseo, la aversión y, en una palabra, lo que son nuestras propias acciones. Las cosas que no están bajo nuestro control son el cuerpo, la propiedad, la reputación, el mando y, en una palabra, cualquier cosa que no sean nuestras acciones. Las cosas que están bajo nuestro control son, por naturaleza, libres, irrestrictas, sin obstáculos; pero las que no están bajo nuestro control son débiles, serviles, restringidas, pertenecientes a otros».
Concéntrate en las cosas que puedes controlar: tus propios pensamientos, acciones y palabras. Entonces nadie te obligará ni te restringirá.
Este es mi último consejo. Repite esta oración de la serenidad cuando te sientas abrumado:
«Padre, concédeme la serenidad de mente para aceptar lo que no se puede cambiar; el valor para cambiar lo que se puede cambiar, y la sabiduría para conocer la diferencia».
Qué hacer a continuación
No tienes que memorizar estas habilidades.
En su lugar, un simple recordatorio junto a ti suele ser suficiente para mantener estas habilidades en tu campo de visión diario. He creado un póster y lo he fijado en una pared de mi despacho.