El sabotaje es un riesgo grande para emprender porque muchos emprendedores suelen ser sus propios enemigos cuando tienen el éxito cerca.
Es una situación paradójica porque el propio emprendedor que tanto desea el éxito, se llena de temor cuando lo tiene a tiro. Es una fuerza sutil que lo impulsa a llenar de piedras la ruta al suceso y que parece empujarlo de poco de regreso a la pobreza financiera.
Sin embargo, no es una lucha de victoria imposible. El primer paso para ganar la batalla es reconocer las formas de auto sabotaje que construye nuestro cerebro e idear fórmulas para combatirlas:
1. La programación negativa
El emprendedor actúa en base a lo aprendido durante la niñez; donde lo más común es que nos enseñen a vivir con temor y en especial, el miedo a ser incapaces de tomar en nuestras manos las riendas de nuestra vida.
La fórmula para enfrentar esta programación negativa es reflexionar y tratar de romper las trabas creadas durante la niñez y tomar conciencia que se ha crecido viviendo en una gran mentira. Hay que tratar de identificar cuáles son esas ideas o pensamientos que minan el tu éxito y realizar un reseteo mental.
La procrastinación
En el terreno psicológico, la procrastinación es conocida como la “parálisis del análisis”. Esta situación de inamovilidad ocurre cuando el emprendedor se enfrenta a una tarea que parece muy complicada, o que requiere demasiado esfuerzo de su parte.
Recetas contra la procrastinación hay tantas como remedios en una farmacia. La más utilizada (y la que ofrece resultados tangibles) es dividir esa tarea complicada en partes pequeñísimas, hasta que todo parezca un cúmulo de acciones fáciles de realizar.
La burbuja
En el común de los casos, el emprendedor teme la crítica. Por ello, buscan colaboradores que no se opongan a sus ideas, es decir, los típicos “sí señor”. El problemas es que los “sí señor” no permiten al emprendedor continuar creciendo, por el contrario, lo mantienen en un estado de confort altamente nocivo.
Para dejar atrás este auto sabotaje hay que abrirse al mundo; buscar colaboradores que no les importe tu aprobación. También es recomendable integrarse a otros grupos y conocer gente que no teman decirte tus verdades en tu cara.
El impostor
Ésta es la situación que afronta un emprendedor que recién ha alcanzado el éxito. Comienza a sentir que el éxito no ha sido mérito suyo, y que es mera cuestión de suerte el que haya logrado el éxito. Es más, el emprendedor comienza a considerar que su éxito será efímero y que es mejor guardar perfil bajo.
La forma de enfrentar esta conspiración es preguntarse a diario “¿quién soy?”. Tanto los éxitos como los fracasos son productos de lo que tú has cosechado. Si tienes éxito, disfrútalo, y mostrale al mundo que eres un ganador.
Jugar a lo seguro
Cuando el emprendedor adquiere las costumbres de un empleado es en extremo peligroso. Jugar a lo seguro puede parecer razonable en el corto plazo, sin embargo, a largo plazo, es contraproducente en los resultados del negocio, ya que existirán otros emprendedores que sí tomen los riesgos que el emprendedor timorato no ha querido hacer suyos.
La receta es sencilla: Comenzar con pequeños riesgos calculados. No vivas una vida apática, encerrado entre lo que te dicen tu asesor bancario y tu contador. Desata tus sueños y vive el éxito plenamente.