Como decía semanas atrás, ser emprendedor es un título de moda. Básicamente llamamos así a las personas con el coraje de hacer realidad su idea de negocio.Pero el emprendedor es más que eso porque emprender implica un estado de ánimo, una actitud, una pasión y una obsesión por ser diferente.
¿De que hablamos cuando hablamos de la idea de negocio? Hablamos de que el emprendedor siente que su idea es la fuente de su éxito, su zanahoria, su norte y motivación. El emprendedor ama su idea, la concibe y busca hacerla desarrollar como a un hijo; busca todas las formas posible de que el mercado la adopte…. y el mercado no siempre le responde como espera. Ser emprendedor es ésto también: enfrentarse a los escollos para tratar de vencerlos y, en el mejor de los casos, aprender de la experiencia y convertir la dificultad en oportunidad.
Además, debe enfrentar turbulencias de gestión, administración, financieras, de personal, impositivas a lo que se suma en muchas ocasiones, la desconfianza del entorno social y familiar (que muchas veces presiona para que el emprendedor renuncie a cristalizar su sueño de autonomía y se ate a la frágil seguridad de un salario).
Aún reconociendo que el ecosistema emprendedor en nuestro país está empezando a ser reconocido por gobiernos, universidades y entidades del tercer sector, el proceso de emprender sigue siendo dificultoso porque somos una sociedad reticente a los cambios, desconfiada del potencial de los jóvenes para crear empresas, generar trabajos, asumir responsabilidades y tomar decisiones críticas.
Emprender siempre es una aventura con final incierto. Una especie de salto al vacío y sin red en el que a veces, como en la película de Indiana Jones y la Última Cruzada, aparece el puente que permite cruzar el abismo.
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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