En épocas de share economy, coworking y networking, una startup pequeña no debe desesperarse por crecer a cualquier precio. A veces, ser el ratón de la fabula es tan bueno como ser el león.
Hace un tiempo dije que los emprendedores son los hippies del siglo 21 y que están haciendo realidad el sueño de sus abuelos y padres en muchos sentidos. Compañías como Airbnb, Uber y conceptos como la share economy, las criptomonedas o el carpooling, entre tantos otros, son buenos ejemplos.
El mundo de los negocios está experimentando cambios drásticos en forma vertiginosa como nunca antes. Todo lo conocido está sujeto a revisión constante, transformación y reinvención.
Las grandes empresas están comprendiendo que la relación de fuerzas ya no tiene el peso que tenía hasta hace pocos años atrás y comienzan a tener una relación de sana convivencia y conveniencia con las startups. Antes, lo común era aplastarlas y el plan B era adquirirlas. Hoy, lo usual es empoderarlas, incubarlas, acelerarlas, promoverlas o aliarse.
Las gigantes y las startups persiguen muchas veces el mismo objetivo: innovar en cada uno de sus sectores. Hasta hace relativamente poco tiempo, el I+D de las diferentes industrias surgía de las grandes compañías a través de unos departamentos dedicados únicamente a este objetivo; hoy el modelo ha variado y mucho han tenido que ver las startups, protagonistas de cambios disruptivos en el ecosistema empresarial.
En muchas ocasiones para seguir adelante las startups requieren de fondos económicos, además del know how de las grandes empresas. Una ‘vuelta de tuerca’ en el sistema establecido hasta hace poco tiempo, pero que está llevando a la transformación de modelos de trabajo y a la integración, a través de diferentes vías, de startups en los departamentos de innovación de las grandes corporaciones.
El crecimiento es el otro objetivo que une a startups y grandes corporaciones, ambas se necesitan mutuamente para la escalabilidad de su negocio.
Dice María Benjumea, fundadora de Spain Startup-South Summit que “estamos en un momento maravilloso en un mundo lleno de oportunidades. Tanto los profesionales de las grandes empresas, como los startuperos, coinciden en que quieren aprender y buscan estar un paso adelante. Se trata de una época con grandes desafíos, que ha obligado a todo el mundo a cambiar el chip y poner el foco en la innovación y en asumir riesgos para lograr la diferenciación” , y comparte una serie de recomendaciones para crear una alianza de éxito.
Hoy, en el contexto de un nuevo orden económico en desarrollo y con una conciencia global que se eleva (aunque a veces no parezca), nos damos cuenta que Esopo tenía toda la razón con su fábula del ratón y el león:
«Un león estaba durmiendo en la falda de una montaña y cerca de él, unos ratones de campo estaban jugando. Uno de los ratones, para demostrar su valentía salto por encima del león, pero éste lo atrapó en el aire con buenos reflejos.
El ratón viendo que su vida corría peligro, le suplicó al león que por favor tuviese piedad y no le hiciera daño, ya que lo que había hecho, no lo fue por maldad, sino más bien por ignorancia.
El león viendo que el ratoncito hablaba con la verdad, y que además era un animal pequeño y no era digno de ser devorado por alguien como él, lo dejó marchar.
Al poco tiempo después de este suceso, el león caminaba por el bosque, cuando cayó en una trampa, y viéndose atrapado en la red, comenzó a rugir con fuerza.
El ratón al que el león perdonó la vida, estaba cerca del lugar y vio como el león estaba atrapado en la red, y recordando que le había perdonado la vida, corrió en su ayuda, mordiendo la red para liberar al león».
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.
Marcelo Berenstein
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