Las salas de ira inauguradas este año en Japón parecen ser una solución al estrés cotidiano.
Mucho se ha escrito sobre el estrés de vivir y trabajar en la sociedad japonesa, y aunque la adorable cultura «kawaii» del país ayuda a aliviar las preocupaciones de la vida cotidiana con los efectos «iyasareru» (curación), a veces las personas necesitan una solución más física para desahogar su ira.
Para eso fue creada Crash Box Japan, la primera sala de ira en Kansai, Japón. Si bien estas salas de ira aparecieron por primera vez en Estados Unidos en 2008, antes de extenderse a otros países del mundo, Japón ha llegado tarde al juego de pagar para aplastar las cosas, con la apertura de la primera sala en el distrito Asakusa de Tokio en abril de este año.
Ahora, los vecinos de Osaka podrán disfrutar de la emoción de la sala de ira con un grupo de artículos frágiles que esperan ser destruidos: platos, electrodomésticos viejos, muebles, botellas, e incluso torres de copas de champán.
Provistos con un equipo de seguridad para todo el cuerpo, los usuarios pueden desatar su bestia interior sin tener que preocuparse por fragmentos de vidrio o metal perforando su piel. Y podrán recordar su sensacional experiencia tomando fotografías en lugares especiales dentro del espacio.
Incluso pueden elegir el estilo Thor de Marvel, o Cloud de Final Fantasy, mientras los desenfrena la destrucción.
Crash Box está abierto a clientes individuales o grupos, con cuatro opciones diferentes disponibles, desde el «Paquete de prueba» de 8 kilogramos, hasta el «Paquete Giga» de 45 kilogramos, con precios que comienzan en USD 34.98 por persona.