por Dr. Horacio Krell*
Si bien no podemos cambiar lo que somos, podemos trabajar con los nuevos mitos que contamos, repetimos y transmitimos. Un país se define por lo que se habla sobre él.
Los primeros en pensar la argentinidad creyeron que había que cambiar nuestro carácter nacional, y propusieron como estrategias la educación y la inmigración: traer gente civilizada desde afuera y educar a los nativos.
Luego de un siglo y medio nuestro carácter nacional no cambió. Los gauchos denostados por su carácter nómade, rebelde y pícaro hoy son un símbolo orgulloso. Incluso por quienes los denostaban, pues, la contradicción es parte de la argentinidad. La viveza criolla y la discordia siguen existiendo. Porque no se puede cambiar lo que uno es. Somos lo que somos. Como el escorpión que intentaba engañarse a sí mismo, cometiendo el último de sus pecados, que lo llevó a morir ahogado.
Argentina potencia
En 1945 nos visitó el premio Nobel de economía Paul Samuelson quien creyó que Argentina sería la próxima potencia. Se asombró por nuestros recursos naturales, el clima, el capital humano. Pero Samuelson no sabía que Perón aplicaría la receta: ¡a país rico gobierno populista! Por eso Argentina no fue la Noruega latinoamericana y ocupa hoy el puesto 58 entre 65 países en educación. La solución es dejar de creer en políticos y empezar a creer en la POLÍTICA que hizo grandes a países como Finlandia donde la estrella social es el maestro.
Hay que crear un proyecto país administrado por gente honesta a la que nadie conoce y que no se hace rica de la noche a la mañana. Vargas Llosa dijo: “Un pueblo educado no puede ser engañado”.
Pero otros esfuerzos, los introducidos por la generación que moldeó la otra Argentina generaron resultados envidiables en educación y movilidad social, que fueron rápidos y efectivos.
Pero estos cambios alimentaron la idea contraria: de que estábamos llamados a ser una gran potencia, diferente a nuestro contexto real. Sería la síntesis entre la civilización europea y el futuro del nuevo mundo. Lo mejor de ambas tierras. En el propio mito fundacional se encontraba el germen de su propia destrucción. O de nuestra decadencia, para ser menos drásticos.
Ser o no ser
Hay millones de interpretaciones sobre por qué no somos lo que deberíamos ser, y muy pocos que piensen en cómo ser lo que podemos ser. No podemos cambiar lo que somos. Pero sí podemos cambiar la forma en la que hablamos de eso. Las ficciones ordenan la realidad.
La ficción del sueño argentino ha hecho que muchos de nosotros estemos aquí y no en otra parte, mientras que la ficción de la salida es Ezeiza ayuda a que muchos estén en otra parte.
La realidad es que solo un 3% de los argentinos viven en el exterior.
No podemos construir el sueño sin un anclaje en la realidad
No son tiempos fáciles. La crisis, la tristeza y el desánimo se acrecientan por una inflación que no da tregua, un estancamiento que pareciera estar consumiendo las últimas reservas. Una gran batalla precisa algo en qué creer.
Si no hay elementos para la esperanza en que el futuro va a ser mejor que el presente, se cierra la ventana. Pero si un rayo de luz entra por alguna rendija tendremos que explorarlo.
La idea de construir un nuevo relato que conforme el sueñoargentino es una parte importante del camino. Uno que engloba muchas ideas.
La idea de que este país… nuestro país, es una mierda.
Argentina, qué país de mierda. Se escucha una y otra vez. En el taxi, en la cola, en una reunión de amigos, en casa. ‘Que no se puede progresar’; ‘Que este país no da para más’, ‘Que es un país de garcas’. ‘Que la salida está en Ezeiza”.
Sin embargo, la entrada también está y estuvo en Ezeiza’. Entraron premios nobeles, premios Oscars. Entraron miles que se fueron y no aguantaron estar lejos. Entraron Copas del Mundo. “En este país de mierda los artistas se quieren quedar a vivir.
¿Será que le gusta la mierda a esta gente?”
“Este país de mierda tiene científicos, cineastas, y escritores reconocidos. Tiene unicornios y astronautas. Qué raro que valga la pena jugársela tanto por un país de mierda, ¿no?”. “Hay gente que se puso este país de mierda en la piel y en el corazón. Y otros que darían todo por haber nacido en este país de mierda”. “Un país tan de mierda que tenemos todos los climas y hasta generamos un clima irrepetible en cualquier lugar del mundo”. “Cantamos el himno y nos emocionamos hasta las lágrimas.
Es increíble lo que la mierda produce, “Si logramos esto diciendo que Argentina es un país de mierda, en una de esas nos puede ir todavía mejor si le damos más justicia y si le ponemos un poco más de amor”. Quizás haya que ajustar la frase. Que tal si pasamos de “Argentina, qué país de mierda” a “Mierda”. “Qué país”.
Un cacho de cultura
Toda medida que afecte a la economía tiene una trama humana que la procesa según su modelo cultural. Para Peter Drucker: «la cultura se come a la estrategia en el desayuno». Para cambiar se precisa considerar cómo opera esa cultura o cómo funciona el cerebro. El modo de pensar «el ser nacional» fue forjado por la experiencia. El carácter argentino es el de un sobreviviente que antepone lo más básico y primitivo luego de haber pasado por instancias límite.
¿Causa o consecuencia?
No hay motivos que ameriten que uno se involucre porque el problema está en los demás. Por ende, de la solución tendrá que ocuparse alguien. Mientras tanto, él se ocupa de cuidar lo que tiene. La recurrencia de las alzas y bajas forjó una sociedad que vive con la guardia alta, que está siempre a la defensiva y que ante la primera señal de riesgo corre a buscar refugio.
Un colectivo que tiende a una conducta individualista casi instintiva. El «sálvese quien pueda» es un patrón arraigado, y va desde comprar dólares hasta remarcar precios. Y no solo para cubrirse, sino porque saben que hay argentinos que comprarán igual, antes de que lleguen los nuevos valores.
El manual del sobreviviente
Velocidad y capacidad de reacción son sus mandatos básicos. Para el argentino no hay cosa peor que llegar tarde. Es una cultura en lucha con el sistema. Si hay un cepo, eludirlo; si hay controles, sortearlos; si hay nuevas leyes, encontrar zonas grises; si hay descuentos aprovecharlos; si se paga por una clave de acceso, compartirla para amortizar el costo; si hay una promoción para nuevos clientes, dar de baja del servicio y empezar de nuevo.
«La viveza es la habilidad mental para manejar un problema sin resolverlo». El 52% cree que son tan altos los impuestos que si se pagan, no se puede tener una vida digna. Para mejorar hay que empezar por entender el comportamiento humano. El 84% de la transformación digital falla, es plata tirada. En el mundo no ganan los innovadores, sino los que entienden la cultura de la gente.
Virtudes epistémicas
Combinando las certezas que tenemos hoy sobre la manera de ser y actuar del argentino promedio y las incógnitas sobre la economía, emergen tres características que podrían ayudar a configurar la toma de decisiones: prudencia, plasticidad y paciencia.
La prudencia fue agregada por Platón a la tríada original de valentía, sensatez y justicia. Se la definió como la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación. En la actualidad se entiende como «la precaución para evitar posibles daños». Ante la incertidumbre, cabeza fría.
La plasticidad es una característica esencial. Terreno sinuoso, pozos, curvas y la necesidad de leer bien el mapa yendo a alta velocidad. Temple y capacidad de reacción. Y la paciencia, definida como la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades para conseguir algún bien. Se impone calmar la ansiedad y moderar las expectativas. Las 3 P, prudencia, plasticidad y paciencia, son muy necesarias. La Argentina no es fácil para nadie.
Viveza criolla no es inteligencia
Hay quienes atienden solo a una parte de la información que reciben o alteran un recuerdo para que encaje con su punto de vista. Esto reduce la capacidad del cerebro. Si alguien se cree su mentira es más fácil que pueda convencer a los demás, sobre todo a los que comparten su creencia. El vivo es la versión rudimentaria del inteligente.
Se adapta al medio con un truco, maneja los efectos pero no resuelve el problema. La capacidad de engaño colisiona con las funciones superiores del cerebro para enfrentar situaciones nuevas.
Un vivo de verdad actúa con inteligencia
Sabe que la mejor solución es gana-gana: ambos ganamos o no hay trato. Desde el punto de vista cognitivo, mentir es un proceso complejo y exigente. Ocultar o exagerar, inventar una excusa o perpetrar un engaño no es simple, demanda esfuerzo y carencia de escrúpulos. A veces se considera vivo al que no desea trabajar en la solución real de su problema y busca mil tretas para eso. Pero esa búsqueda de excusas le ocupa más energía que si cumpliera responsablemente su tarea. Tan importante como la mentira es el autoengaño. Las formas más comunes de engañarse a sí mismo tienen que ver con la racionalización de una situación para convencerse de que una mentira es verdad. El colmo es convencerse de que es el mejor de todos. La viveza criolla es una inteligencia de patas cortas. El vivo no busca una solución duradera y colectiva, sino un atajo para lograr su solución mezquina. Su receta es: “Yo gano y tú pierdes”.
En medio de un tránsito dificultoso por una avenida, una ambulancia se abre camino con su sirena. Los autos dan paso para que la emergencia sea atendida. Pero el vivo se cuela detrás de la ambulancia y se aprovecha de la desgracia ajena.
Las habilidades cognitivas superiores
La viveza puede entrar en conflicto con otras capacidades humanas: la moral, la calidad de la interacción con el otro, el poder desarrollar una visión.
Este grupo de habilidades cognitivas que permiten ver a largo plazo son las funciones superiores de la mente que permiten hacer frente a situaciones nuevas e involucran habilidades como: la planificación del futuro, la resolución de problemas, la realización de objetivos a largo plazo y la inhibición de conductas prepotentes. La sociedad argentina está confundida y considera una virtud del líder su viveza para trampear las reglas, el decir una cosa y hacer otra.
El cerebro es un espejo
Tiende a imitar lo que ve, a través de las neuronas espejo. Este mecanismo automático es fundamental en cada instancia de la vida. Ciertas neuronas se activan cuando algo nos cautiva o nos sorprende e imitan lo que ven. Las neurociencias destacan su importancia. Así es como se despliega la empatía (la capacidad de ponerse en el lugar de otro).
La cultura del ejemplo debe servir para imitar a los inteligentes y no a los vivos. Argentina es un país rico en recursos naturales pero falla en la gestión y por eso el 43% de su gente es pobre. Dilapida recursos en épocas de bonanza, predomina la burocracia y la incapacidad.
as decisiones no se basan en el conocimiento y la memoria institucional es baja porque los funcionarios cambian con los comicios, no son bien remunerados, no se comprometen con el interés nacional y se eligen por amiguismo. Eso reduce la capacidad de ejecutar proyectos y de responder ante la crisis.
Un equipo profesional brinda capacidad a la política. Los argentinos descreen del gobierno, evaden impuestos y ocultan su dinero. La deuda externa es igual al dinero que ellos poseen en el exterior.
El zonzo argentino
El falseo de la información se introdujo con un sistema de enseñanza. De esa época proceden axiomas que la mentalidad acrítica instalada repite dogmáticamente, sumisa a una autoridad intocable. Descubrirlas es un acto de liberación que cura la indigestión intelectual. Para hacerlo se requiere no ser zonzo por naturaleza; sino estar atontado. La fuerza de la zoncera no es su argumentación.
Su eficacia depende de que no haya discusión. Porque en cuanto el zonzo la analiza deja de ser zonzo. Muestra cómo fueron metidas en nuestra cabeza a través de la educación y que nos dañan e impiden nuestro crecimiento. Las zonceras se introducen en las materias y se apoyan y se ayudan unas con otras con elementos de una pedagogía, que impide que el pensamiento se elabore desde los hechos comprobados.
La viveza criolla
Obnubila la manera de pensar. Nos inculcan “verdades” en forma de axiomas, que nos impiden pensar la realidad. Al advertir como las zonceras operaban sobre su propia conciencia, Jauretche se sorprendía pensando alguna zoncera, y bastaba analizarla para percatarse de su obviedad. El estudio de cada zoncera, nos conduce a la historia, porque muchas nacieron con un fin pragmático. Pero su posterior deformación, responde a una suerte de pedagogía colonialista, que logra que ante los hechos concretos, actuemos en función de una zoncera abstracta hecha principio. La falsificación de la historia tiene el objetivo de presentar el pasado como una lucha maniquea entre santos y diablos, una historia creada para la conveniencia de su falsificador.
Argentina año verde
Noruega, el país más desarrollado. La sanidad pública incluye la ortodoncia gratuita hasta los 18 años. Cuando la mujer da a luz, cobra el 80% de su salario. El padre debe tomar 6 semanas libres. Solo el 3% no tiene trabajo, pero cobra el seguro. Si una familia acoge a un niño en adopción, la madre cobra su sueldo aunque no acuda al trabajo. El fondo soberano de Noruega invierte con inteligencia ética: prohíbe inversiones en fabricantes de armas, en los que violen derechos humanos, estén implicados en hechos de corrupción o hayan producido graves deterioros al medio ambiente. Las zonceras argentinas han provoca que siendo uno de los países con más riquezas naturales y un clima favorable, sea uno de los países más pobres del mundo.
Ciudadanos del mundo global
Existen métodos para mejorar la cultura, como la práctica a través de viajes o contactos amables con personas diferentes. Ilvem se dedica a la educación del cerebro con métodos que se nutren de las neurociencias. Un ser humano desarrolla un 10% de su capacidad potencial. Capacitar al capital humano de una empresa y a los ciudadanos del país implica aumentar la productividad y la capacidad competitiva de las organizaciones.
La educación es la industria pesada de cualquier país, ya que fabrica los ciudadanos del futuro.