Dr Horacio Krell*
Estás corriendo una carrera y acabas de pasar al segundo. ¿En qué puesto quedaste? La mayoría responde, sin pensar: ¡primero! Pero la respuesta correcta es que segundo, porque todavía no logró pasar a quien lleva la delantera. El diálogo con el que te propone el juego acelera el cambio del pensamiento falaz por el razonamiento correcto.
El diálogo mejora la comprensión, un acertijo tiene su trampa y acelerar la respuesta propicia el error, pero si se explica se corrige el error. La vida está llena de estas conversaciones útiles. Solemos ser inflexibles pero más abiertos a reconsiderar las respuestas en temas concretos.
Un enigma de la razón es su habilidad para construir conocimientos de manera social, cooperativa y colectiva. Esto nos permite jugar en forma inteligente con Chat GPT, el robot de inteligencia artificial de moda. Es un servicio de la empresa Open.ai que, en base a la información cargada hasta 2021, puede conversar sobre cualquier tema. No entiende, pero sabe qué palabras colocar en cada frase. Se lo ha probado para escribir raps, poesías y mails, para regatear tarifas, aprobar exámenes y hasta para tener éxito en Tinder, entre muchas otras cosas.
El bot conversa de un modo creíble y fluido
Esto nos hace sentir que es una charla real, aun sabiendo que es un algoritmo. Hasta le decimos gracias y le pedimos por favor. Es que posee buenos modales y hace aportes útiles. Es irresistible porque tendemos a la reciprocidad.
En el “toma y daca” es una herramienta de cooperación, una máquina para conversar.
Conversar nos mejora, logramos más resultados que razonando solos. Sobre todo al compartir el paso a paso de un razonamiento y escuchar, se llega a las mejores respuestas.
Tenemos dos piernas, dos manos, dos ojos, dos orejas, pero una sola lengua. Es para pensar siempre el doble de lo que decimos y no decir nunca todo lo que pensamos.
El bot responde preguntas, repreguntas e informa sobre cómo llegó a una conclusión. Su respuesta podemos compararla con la nuestra y enriquecer el razonamiento.
En un experimento les pidieron a los participantes que discutieran dilemas morales, como el aborto, donde cuesta congeniar. El estudio mostró que hay más chances de alcanzar consensos. Esto sucede, cuando tienen visiones extremas pero poca confianza en sus argumentos y conversan con terceros de posición mesurada pero firme y eso los lleva a acordar.
La razón tiene razones que el corazón no entiende
Razonar genera capacidad cognitiva aunque hay errores por mal su uso o por pereza mental. Existen formas de coordinación que es lo que requiere la cooperación humana. También es importante la comunicación efectiva mediante razonamientos y argumentos, aun cuando el interlocutor carezca de credibilidad.
No es necesario apuntar a las tareas que la razón hace con dificultad sino a las que hace con competencia y constituyen la verdadera «razón de la razón». En la formación dependemos más de los otros que de la experiencia. Se producen distorsiones, omisiones, errores que para solucionarlos se involucran la confianza mutua y la competencia cognitiva.
Sin confianza en el interlocutor estamos obligados a ser más persuasivos, porque somos sospechosos. Hay que desconfiar de la necesidad profunda de «tener razón». Una vez que se ha tomado partido por algo se busca encontrar argumentos a favor de las tesis de partida que quedan asociadas emocionalmente a quien las posee y se resiste a perderlas.
Racionalizar no es razonar
Es un mecanismo mental que justifica desde la lógica una acción que sin esa justificación racional, provocaría un conflicto, culpa o incertidumbre. Así la persona se convence: no utiliza una mentira, desarrolla un mecanismo inconsciente. Desde un punto de vista psicológico, se recurre también a la identificación, que le ayuda a fortalecer su autoestima; el desplazamiento de sentimientos como la proyección, la formación reactiva o la regresión.
La razón también identifica argumentos contrarios
Lo hace para eludirlos o evitar situaciones incómodas. Ante opiniones distintas cuando hay metas comunes es más fácil llegar a un acuerdo. La función de la razón no es tanto cognitiva como argumentativa. Sus fallas son de algún modo necesarias, pues aumentan la convicción necesaria para llevar a cabo las tareas congruentes con las conclusiones, aunque sean luego desmentidas por la realidad. Si no existiese la pereza conceptual o mental no habría medida del consumo de energía que demanda hacer algo, pues uno se dedicaría a cualquier propósito aunque no sea demasiado importante.
En la discusión política entre candidatos, está cerrada la puerta a la influencia mutua. Sin embargo, entre ciudadanos es otra cosa, acaban entendiendo mejor los problemas, con una opinión mejor articulada y comprendiendo el punto de vista de sus interlocutores.
Los juicios morales están dominados por las ideologías o prejuicios, proporcionando la racionalización un mecanismo al que razona para justificar una conducta dudosa. El que razona argumenta, evalúa los argumentos de su interlocutor e identifica cuales lo impactan.
La razón es para consumo social, porque es una adaptación biológica que el ser humano ha construido para sí mismo. El hombre bueno reconociendo fallas en los razonamientos de los otros, pero no en el propio. Los errores o falacias le permiten mantener creencias para ordenar una forma de vida con los que se comparten sus creencias. La pereza conceptual es necesaria para ser económicos identificando el conocimiento que no tiene interés práctico. La razón sirve para fabricar argumentos y para evaluar los ajenos. Para razonar lo mejor es ser razonables.
Razonar con ayuda de la inteligencia artificial
El Chat GPT es muy bueno para argumentar, para conversar y para adaptarse a la situación. Podría ser un excelente mediador, con el potencial y los riesgos que eso implica. Conversar mejora la calidad de las ideas porque nos obliga a pulirlas para presentarlas en público. Esto es lo que se necesita para darle órdenes al bot y convertirlo en nuestro partenaire intelectual. Eso no quiere decir que sus ideas sean mejores que las de los amigos y colegas pero sí que cumple la función de obligarnos a refinar lo que pensamos, sin ponernos pesados como haríamos con alguien conocido.
La capacidad de simular humanidad
El Chat GPT no puede, al menos por ahora, utilizar herramientas como redes neuronales y algoritmos para programarlo como para que sienta.
El primer paso para dialogar con él es ingresar a la web chat.openai.com y crearse un usuario. El servicio es gratuito. Mientras se habilita la conexión al servidor, pedirá un click para verificar que el interlocutor es humano. La interfaz es sencilla, se pueden abrir charlas acumuladas en una columna a la izquierda y sobre el final aparece una barra de texto para escribirle.
Veamos un diálogo posible: ¡Voy a escribir una nota sobre ti! ¿En qué tareas me podes ayudar?
Puedo ayudarte en varias tareas: Puedes usarme para escribir lo que desees. El modelo te ayuda a generar ideas y encabezados para tus historias. Puedes usarlo para revisar y corregir tus escritos, generar resúmenes, traducir textos y generar automáticamente contenidos.
Estoy entrenado para producir textos que simulen haber sido redactados por humanos.
Fui cargado con billones de libros, papeles científicos, Wikipedia, artículos de política, interés general o entretenimiento, foros de comentarios, blogs, etc. El sistema realizó un aprendizaje automático por e-learning y detecta patrones que de estas piezas, qué relaciones existen y las clasifica. Si esas asociaciones fueron incorrectas las cambia. Así se entrena y se perfecciona.
Las diferencias entre los humanos y el robot
Unos son entidades biológicas mientras que el otro es artificial. Unos tienen cuerpos físicos y sentidos y el otro no. Los humanos nacen, crecen y mueren mientras que el robot fue creado, trabaja y puede apagarse a sí mismo.
Los humanos tenemos emociones, pensamientos y conciencia de nosotros mismos mientras que el robot tiene una conciencia programada. Puede imitarnos pero es una máquina entrenada para procesar y responder preguntas, no siente miedo ni posee sentimientos o deseos.
Su conocimiento está basado en los datos con los que fue entrenado, sin capacidad de aprender o adquirir conocimiento por su cuenta.
No tiene acceso a una conciencia, ni es capaz de tener experiencias subjetivas o sentir emociones, su comportamiento está determinado por los programas y algoritmos con los que fue diseñado. Su comprensión está limitada a lo enseñado y puede cometer errores al interpretar o generar textos. Sus inferencias a partir de información incompleta o ambigua son limitadas. No puede tomar decisiones morales o éticas, sus acciones son determinadas por los programas con los que fue diseñado. Su capacidad para adaptarse a situaciones impredecibles o a cambios en el entorno es escasa. Aprende de cada charla nueva y mejora su rendimiento cuando recibe más información y datos para analizar. Su aprendizaje no es como el aprendizaje humano, ya que no puede tener experiencias ni conciencia.
Creatividad artificial y humana
Hay muchas cosas que podemos hacer mejor. La creatividad, la interpretación de las emociones y la toma de decisiones complejas son habilidades blandas inimitables. Ser periodista es más que escribir, debe tener estrategia, relaciones públicas y conectarse con las personas. El robot es una herramienta para ayudarlo en sus tareas. Un periodista tiene un conocimiento de las audiencias y de la cultura, y puede crear contenidos emocionantes que lo conecta con las personas de un modo que la máquina no pudo igualar. ChatGPT no puede crear una canción. Podría crear una que no se distinga de la original, pero será una réplica. Una buena canción no implica ni réplica, ni parches. Es destruir creativamente lo que se hizo, hacer lo contrario. La creatividad no es replicable.
Decisión o Elección
En 1966 se creó programa capaz de procesar el lenguaje natural reconociendo palabras clave, elegirlas y dialogar simulando ser una psicóloga empática.
Hay una distinción crucial entre decidir y elegir. La decisión automática se implementa con un circuito controlador programado. Decidir puede programarse, pero la elección es el producto del juicio, no del cálculo. Las neuronas son lugares propicios para el procesamiento cuántico y para la toma de conciencia. Se expandió la inteligencia artificial con redes y sistemas expertos, que crearon herramientas para problemas específicos. Pero pretender que el razonamiento, la inteligencia y la conciencia surjan simplemente, es un camino sin salida.
Las máquinas no piensan
Aunque puedan vencer a ajedrecistas profesionales o proponer respuestas jurídicas buscando jurisprudencia en su gran base de datos, la máquina no piensa.
Deep Blue, una máquina creada por IBM, enfrentó en una partida de ajedrez a Garry Kasparov, el campeón mundial. Diseñada por IBM con un algoritmo llamado Minimax, pretendía aprender de cada partida e ir mejorando en cada movimiento. Fueron seis partidas realizadas en 1996. Deep Blue ganó la primera, el ajedrecista ganó las tres siguientes y empató otras dos, venciendo a la máquina por 4-2. Trabajando sobre los errores IBM presentó la nueva versión con procesadores que podían calcular millones de posiciones. La máquina pasó a recordar jugadas fácilmente de más de 700.000 partidas, una ventaja que Gasparov no tenía.
«Ninguna máquina será capaz de ganarme » afirmó Kaspárov. Llegó el día de la nueva batalla (1997), esta vez disputada en Nueva York.
Fue muy reñida, sin embargo, la máquina consiguió ganar por 3,5 a 2,5. Tras perder Kásparov se sumió en una depresión.
La Inteligencia Artificial (IA) basada en circuitos y cálculos algorítmicos había vencido a las 86 mil millones de neuronas del cuerpo humano. Estas situaciones han servido de piedra angular para observar la fragilidad del pensamiento y la fortaleza del cálculo y la memoria de su rival.
Partidas ping pong
En las partidas de ajedrez rápidas actúa el sistema del cerebro «rápido». Pero el ajedrez exige pensar, análisis y esfuerzo mental. El sistema «lento cuestiona al sistema rápido que acude a la simple experiencia. El entrenamiento cognitivo permite automatizar algunos patrones útiles del sistema lento al sistema rápido.
Un juego de ajedrez con sus fichas y su caja cuesta u$s 5.80. Si el juego de ajedrez completo cuesta u$s 5 más que la caja, ¿Cuánto cuesta la caja? La respuesta rápida es 80 centavos, pero dialogando con el sistema lento del cerebro este dirá que si la caja valiera 80 centavos y el juego de ajedrez con la caja cuesta $5 más, la suma daría u$s 6.60 centavos y en realidad cuesta u$s5.80. La respuesta correcta es 40 centavos la caja y $5.40 el juego completo.
Esta confusión sucede en el cerebro constantemente. Entrenarlo achica la grieta entre lo que se quiere y lo que se puede creando hábitos inteligentes. La excusa es no gastar energía, procrastinar y dejarlo todo para mañana. Esto podría evitarse cambiando patrones de conducta y modificando procesos. La conducta depende de fuerzas y presiones que actúan sobre la meta. Algunas son motivaciones de aproximación que te aproximan al objetivo, otras son de evitación, que te alejan. Lo eficaz es vincular la acción deseada con los valores positivos.
La inteligencia artificial aprende rápido. ¿Podrá ser creativa y desarrollar las capacidades blandas del cerebro: intuición, sinestesia, curiosidad y escucha activa? Es lo que le permite al creativo conectarse con ideas que no son propias, pero que están en el aire. Por eso varias personas crean una idea al mismo tiempo. En lugar de intuir, un algoritmo creador de obras de arte usó una Red Generativa. La generadora vio 15.000 retratos entre el siglo XIV y el XX, la discriminadora reconoció las imágenes humanas separadas de las producidas por el generador.
Mientras el proyecto artificial crece, el arte humano no florece y sigue el mismo ciclo enfermo de la moda en pocas manos, cuando todos podríamos ser artistas.
El futuro hay que crearlo
Solo la rutina se puede automatizar. Hay que llevar la idea tecnológica a la mente para pensar diferente. Un empleador podría pensar que de 10 empleados necesita 2, o hacer que 8 interaccionen con los clientes. En vez de hacer lo mismo con menos gente, lograr más con la misma gente. “La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo“. El desafío es repensar cómo reentrenar las personas cuyos trabajos serán automatizados.