Total para qué, decía una vieja canción: “las cosas como vienen se tienen que tomar”. Sin embargo como dijera Nietzche “no hay hechos sino interpretaciones” ¿Para qué preocuparse si no hay graduados en carreras científicas y técnicas? Porque son los ingenieros los que pueden enfrentar los desafíos del cambio climático, desarrollo y creación de riqueza, provisión de energía, problemas de vivienda, transportes y comunicaciones.
Pero ¿por qué será los estudiantes no se inscriben en esas carreras que tienen el empleo asegurado?
Es que son difíciles para ellos porque no tuvieron buena base en su educación secundaria. La desaparición de la escuela técnica fue una señal de alerta en el camino a la decadencia. Tan sólo el 14% de los postulantes se inscriben en esas carreras, mientras que en Corea y Finlandia representan el 30% de la matrícula. Las carreras tradicionales son las más elegidas pero alcanzaron su punto de saturación, la oferta de jóvenes profesionales supera a la demanda laboral. Falta conciencia entre ellos sobre qué profesiones ofrecen mejores perspectivas. Les falta orientación vocacional para profundizar en sus motivaciones, identificar a su genio interior entre las inteligencias múltiples y saber qué demanda el mercado.
Un tema de moda. El cerebro es el objeto más complejo del universo y hablar de él «está de moda». El avance de las neurociencias se concentró en el laboratorio del científico sin incorporarse a la sociedad. Si supiéramos más sobre cómo funciona el cerebro se beneficiarían todas las áreas del quehacer humano. Sabríamos organizar la inteligencia grupal que es más que la suma de las inteligencias individuales. Pero los avances de los neurocientíficos no han bajado al gran laboratorio de la sociedad que es el aula de la escuela, el banco donde se sientan los dirigentes del futuro..
No se trata sólo del rendimiento individual. El todo es mayor que la suma de las partes y reunir personas brillantes no predice el éxito grupal. Debemos usar nuestro cerebro para vivir en comunidad. La cooperación es esencial para repensar la sociedad: la educación, las instituciones, y valorizar al semejante. Debemos pensar más allá, somos el producto de una generación que pensó un país a largo plazo. Un cartel en el museo de ciencias naturales de New York dice: “el mundo no es un regalo que nos hicieron nuestros padres, es un préstamo que nos hacen nuestros hijos”.
Inteligencia colectiva. En plantas y animales hay rasgos que promueven su subsistencia y su reproducción y los que mejor se adaptan los traspasan a la siguiente generación. Los nuevos rasgos generan mutaciones en la selección natural, según la teoría de la evolución de Darwin.
Los memes son conceptos o ideas que produce el cerebro y que se propagan por la educación. Como los genes pueden mutar y combinarse generando nuevas ideas. Así como el sexo lleva a la creación de un «nuevo ser», la combinación de ideas lleva a la selección de las mejores.
Para crear hay que combinar ideas, conceptos y personas y brindar las condiciones para que eso suceda. Miles de ideas se descartarán porque en la evolución no sobreviven las más fuertes, sino las que se adaptan al cambio. Hay que asumir que, en la diversidad está la riqueza.
Para la humanidad no rige la selección natural. Si la eugenesia se aplicara, individuos como Stephen Hawking, no hubieran nacido. Hoy se puede saber si un embrión va a tener anomalías, pero la eliminación de quienes las posean haría que se pierdan mentes brillantes, verdaderos tesoros de la humanidad. Se necesita gente inteligente, gente fuerte y también a los sanos y a los enfermos. Todos somos necesarios.
Hoy se habla sólo de economía. La economía provoca preocupación. Pero el desarrollo económico, depende d factores como educación, medio ambiente e inserción internacional. En economía se aplican las 4 A de la educación: Aprender a ser, a aprender, a hacer y a convivir. Sin una visión de futuro (aprender a ser) y sin una idea de cómo hacerla realidad (aprender a hacer), la discusión económica se devalúa (hay que aprender a aprender). El debate, centrado en lo coyuntural, soslaya también la inserción internacional (aprender a convivir). Una visión sobre el futuro del desarrollo sostenible, con igualdad de oportunidades para todos, pasa por la educación. El país sufre una caída en educación reflejada en los exámenes internacionales. El debate sobre cómo mejorar la equidad y la calidad educativa no es parte de una agenda política, que se ahoga en el corto plazo. Un mundo cada vez más competitivo, donde innovar es fuente de riquezas, no hay desarrollo económico sin educación de excelencia.
El país tiene recursos naturales pero si se venden sin industrializarlos no genera empleos de calidad. Nos preguntamos por el precio de los recursos naturales, pero no qué sectores deben crecer para insertarnos en el mundo, generar empleo, incorporar diseño o generar una economía verde.
Sin embargo, la discusión sobre los subsidios a la energía pasan por alto que los precios congelados dejaron fuera de mercado a los sectores productores de energía eólica y solar, ambos con gran potencial, y algunas centrales térmicas se quedaron sin gas local. Y en el transporte, el tren quedó disminuido, lo que implica costos ambientales y económicos. Pensar sólo en la coyuntura y en la inmediatez es como decir total para qué.
Otros caminos. Hacer benchmarking (comparación con la excelencia) permite replicar o considerar sistemas educativos que han demostrado en otras tierras logros de equidad y alto desempeño en competencias académicas, sociales y emocionales. Finlandia no plantea recetas mágicas sino una transformación desde 1974, a partir del consenso con una visión a largo plazo. Se reconocieron como un país sin recursos naturales bajo el slogan: “Somos tan pobres que debemos invertir en educación”. La calidad educativa pasó a ser política de estado y el objetivo estratégico nacional. Sus pilares fueron el profesionalismo docente, la confianza, la colaboración y la responsabilidad compartida.
Aun siendo un sistema igualitario en términos de oportunidades, el acceso a la carrera docente es competitivo y riguroso. Ésa es la clave y la condición para poder depositar la confianza en los docentes. Todos son graduados universitarios y no pueden graduarse sin presentar una tesis. La base de investigación garantiza que sepan planificar, enseñar, diagnosticar, evaluar y tomar decisiones autónomas pero dentro del marco establecido. Es una profesión muy buscada, por su autonomía y prestigio. Son los docentes y no los ricos y famosos las estrellas de la sociedad. Sus aulas son laboratorios de innovación donde respetan la vocación, el ritmo de aprendizaje y la construcción del conocimiento.
No hay excusas: los finlandeses saben que todos pueden aprender y se responsabilizan por los mecanismos que lo garantizan. El modelo finlandés se contrapone a los que se basan en evaluaciones estandarizadas, diagnósticos, currículo prescripto y muestras de resultados.
Persiste un debate entre los modelos que apoyan la colaboración, la confianza y la autonomía de las escuelas versus la competencia, estandarización de evaluaciones y rigidez de los diseños curriculares. Pero se está virando hacia modelos de mayor confianza y colaboración. Todos priorizan la formación docente de excelencia al considerar esta variable como la más relevante para lograr un sistema de calidad.
Requiere el involucramiento de la sociedad para que la transformación educativa llegue a ser una política pública real, posible y transformadora.
Educación en Finlandia, Japón y Argentina. No conocer la causa de los problemas es la causa principal de que no se solucionen. Si un país rico como Argentina fracasa conviene estudiar su sistema educativo y compararlo con otros. ¿Cómo hicieron para ser primeros en el mundo según el estudio Pisa de OCDE que mide el rendimiento de los estudiantes de 15 años en ciencias, matemática y lectura y cómo hizo Argentina para estar entre los últimos? Y en economía ¿cómo hicieron los países sin recursos naturales para convertirse en potencias y cómo hizo la Argentina potencia de los años 20 del siglo XX para convertirse en una fábrica de pobres? La primera pregunta la responde Finlandia. Hace 10 años cambió de rumbo haciendo de la educación su política de estado. Ahora para para estudiar no hay que ser rico. La segunda respuesta la da Japón. Destruido después de la segunda guerra mundial estudió cómo se fabricaban los productos en el mundo, los mejoró y redujo sus costos. Así transformaron una isla sin recursos en la factoría de productos elaborados más grande del mundo. La cultura del ejemplo es la mejor escuela. Si todos progresan juntos, si aprenden a aprender, si un proyecto país maestro los guía, si eligen los mejores gobernantes, si la transparencia suplanta a la corrupción; se instala un círculo virtuoso de desarrollo. Desarrollo no existe sin capital social. Desarrollo no es lo que tenemos sino lo que hacemos con lo que tenemos.
Dr. Horacio Krell CEO de ILVEM, mail de contacto [email protected]