Para formar parte de la biblioteca nacional y no del geriátrico, hay que blindar al cerebro. Torres muy grandes se han visto caer y otras se sostienen en lo alto.
Esta frase la repetía mi madre, con referencia a personas que tenían mucho éxito y prestigio pero ella dudaba de sus verdaderos méritos. Sus sospechas se referían a su capacidad.
Nada fracasa tanto cómo el éxito
En diversos ámbitos de la actividad humana, el triunfador no cambia, justamente porque le está yendo bien. No advierte que ante las transformaciones en la realidad, al seguir haciendo lo mismo repite la historia del Titanic, donde todos disfrutaban en la cubierta del buque, sin poder advertir el iceberg con el que iban a chocar y naufragar
La resistencia a los cambios es algo natural. Se quiere lo que se tiene y el cambio produce el temor a perderlo. Esta discapacidad para enfrentar situaciones nuevas, lo lleva a actuar mecánicamente. Condicionado por sus hábitos repite paradigmas aunque ya no existan las causas que los crearon. La prueba está en sus actos, el hombre es un animal de lenta evolución.
En la India, al elefante se los ata desde pequeño. Trata de escapar, pero la cadena y el árbol son más fuertes. Al crecer se lo ata a un pequeño arbusto, pero ya no intenta escapar.
De niños creamos el hábito, luego el hábito nos crea. Así se nubla la percepción, se borra lo nuevo para ubicarlo en esquemas conocidos. El auténtico líder rompe los esquemas. Hay que aprender de las tormentas. Cuando pasan limpian las tierras, terminan con las plagas y muestran los errores. Hay que perderle el miedo al miedo. Cuanto más atemoriza el fracaso, más cerca está. Debemos dejar las excusas y soñar con el cambio. Somos libres, podemos elegir.
Crea fama y échate a dormir
Una vez creada cierta reputación, esa reputación es un antecedente para los demás y es difícil que la cambien. Pero depender del reconocimiento ajeno puede provocar que sacrifiquemos lo que debemos hacer. Cuando escuchamos más la voz social que la propia voz, se paga el costo de no ser auténtico, de ser más ineficaz y menos feliz.
Las 3 P de la infelicidad
Prestigio, poder y plata, cuando devienen de perseguir algo que no nos agrada, genera un error de programación de la capacidad. Las redes sociales potencian la necesidad de juicios positivos de terceros y así es como minan la autoestima.
No son las cosas que pasan las que nos hacen sufrir, sino el diálogo interior, lo que nos decimos sobre esas cosas. Lo importante es distinguir que factores están bajo nuestro control y cuáles no.
Querer estar expuesto todo el tiempo produce falta de tiempo para abarcar lo que hay que aprender, conocer y hacer. Tener un ego inflado por tantas opciones de figurar, lleva a la paradoja de dejar de hacer algo mejor y aumentar el costo de oportunidad.
Costo de oportunidad
El costo de oportunidad es, en cualquier decisión que tomamos, el de la inversión alternativa. La decisión de fabricar pobres no es gratuita, estamos hipotecando el futuro de la humanidad, el presente está acabando con el futuro. La industria bélica creada para matar y la farmacéutica para remediar deberían trocarse por inversión social. Prevenir es curar. La forma más sencilla de lograrlo es igualar las oportunidades con acceso gratuito a la educación. Finlandia lo hizo y en 10 años logró llevar al 3% la pobreza infantil. El costo de oportunidad que genera la sociedad de consumo es hacer imposible un futuro para todos. Como dijo Unamuno seamos más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
Para generar opciones, maneja un costo de oportunidad bajo, casi cero, generando tiempo para pensar alternativas, porque haciendo siempre lo mismo no vas a mejorar.
La destrucción creativa
El hombre no simpatiza con el cambio, apenas lo controla y disfruta de lo nuevo, debe crear un entorno para que florezca otra idea y destruir lo que logró.
Es que los competidores no se quedan quietos y apenas aparece un producto exitoso intentan copiarlo y mejorarlo. Schumpeter afirmó que el capitalismo es un método de sustitución de lo nuevo por lo viejo. ¿Cómo defenderse de la innovación? De las empresas ferroviarias que existían a principios del siglo XX, sólo subsiste el 1%. No hay creación sin destrucción creativa, y su efecto beneficia al conjunto social, bajo la forma del progreso al alcance de todos.
Una organización creativa e innovadora se sostiene en el tiempo, pasando de la continuidad a la discontinuidad, creando, acelerando el cambio y abriendo la toma de decisiones.
El éxito nos engaña, otros aspiran a conquistarlo, mejoran nuestros productos y si seguimos haciendo lo mismo nos irá mal. No hay que conformarse: evaluar la situación, descartar lo que no ofrece recompensas, concentrarse en lo importante e integrar el análisis con la acción El éxito es combinar ideas creativas, curiosidad por aprender y habilidad para actuar.
Cuando Dios creó al mundo dejó partes incompletas. En lugar de proveer pan, la naturaleza da trigo; en vez de ladrillo la tierra brinda arcilla, y nosotros debemos construir panes y ladrillos.
¿Por qué funciona así?. Porque los creadores son quienes imitando a Dios en la tierra son sus compañeros en la Creación. No observan pasivamente, creen con fe emprendedora de que lo definitivo, es sólo momentáneo, reconfigurable, y virtual por excelencia.
El hombre creador viene del futuro hacia el presente, es decir desde sus proyectos a su actividad. El porvenir lo busca transformando los sucesos con tareas que inventa para operar sobre los acontecimientos con un proyecto transformador. Cuando la innovación no existe y nos sometemos a los mandatos del pasado, renunciamos al presente, sin aceptar los desafíos.
Renovarse es vivir
Evitar la pérdida de flexibilidad hacia las oportunidades, o no saber cómo eliminar esas viejas ideas que nos impiden cambiar, porque se convirtieron en paradigmas que nos rigen de manera silenciosa; es lo que entenderemos por destrucción creativa. Para renacer, reinventar y revolucionar, hay que dejar lo que ya no es o que no sirve, para que crezca lo que puede ser. Siempre que se gana se pierde algo; siempre que se cierra una puerta se abre otra. Algo debe andar mal en los ciclos humanos: si ganamos experiencia perdemos imaginación.
El conocimiento es una condición necesaria pero no suficiente para el desarrollo del cerebro. Hay una diferencia entre capacidad intelectual y reserva cognitiva. La reserva cognitiva explica el por qué ciertas personas con mayor capacidad intelectual natural y en uso, suelen presentar los síntomas del mal de Alzheimer más tarde que otras con menor capacidad cognitiva, aunque su deterioro cerebral sea equivalente. La reserva cognitiva es la capacidad cognitiva e intelectual que se acumula en la vida mediante conocimientos culturales, estudios, participación en actividades intelectuales y de esparcimiento (la lectura, la escritura, aprender idiomas, el ajedrez). También por actividades lúdicas y deportivas que potencian su psicomotricidad (ir al gimnasio, hacer deporte, bailar). Por supuesto influyen mucho los factores genéticos.
La reserva cognitiva potencia la plasticidad y conectividad de las redes neuronales. Una persona que ejercita durante su vida sus capacidades cognitivas acostumbra a su sistema nervioso a adaptarse a los cambios y a usar circuitos neuronales alternativos cuando otro se daña. Por ello, las personas con alta capacidad intelectual retardan una demencia degenerativa, potenciando y usando vías neuronales alternativas cuando la vía principal ha resultado deteriorada.
Hace casi un siglo no existía el mal de Alzheimer, es una consecuencia no deseada del progreso, de que la medicina alargó la vida y esta es una enfermedad que contraen los adultos mayores por el aumento de los años de vida. Con la prevención se puede disminuir el riesgo.
El caso de las monjas francesas. Un estudio de 1986 con las integrantes de la comunidad de hermanas de Notre Dame, fue para saber por qué algunas envejecían de forma saludable, conservando sus facultades mentales intactas y otras no. Se eligió una comunidad de religiosas para asegurar que el envejecimiento saludable no podía atribuirse al estilo de vida. Las monjas tenían estilos de vida parecidos. Los ingresos no eran un factor a tener en cuenta, no fumaban y disfrutaban de la misma asistencia sanitaria y alimentación. A las religiosas les hicieron estudios neuropsicológicos anuales y muchas donaron sus cerebros para su posterior estudio.
Entre las conclusiones se destaca que una mejor educación confiere cierta protección, retrasando su aparición. Esto hay que tenerlo muy en cuenta ya que los avances científicos pueden dar en la tecla en cualquier momento. Las monjas francesas tenían la neuropatalogía sin tener su manifestación clínica. Por la reserva cognitiva, el cerebro pudo acomodarse, esa es la clave. La capacidad intelectual puede ser igual pero algunas personas pueden tener más o menos reserva, el entrenamiento de la capacidad es la clave para prevenir. Entrenar la mente da mayor plasticidad y hay que realizarla durante toda la vida no sólo al ingresar en la tercera edad. Hay que hacer de la educación del cerebro una política de Estado.
Bueno para el corazón, bueno para el cerebro
Mientras se encuentra un medicamento salvador, se hace hincapié en la prevención. Se supone que hacer ejercicio físico, abandonar el tabaco, seguir una dieta sana, controlar los factores de riesgo vascular y mantenerse social e intelectualmente activo pueden ayudar en la prevención.
Ejercitar la mente
Cientos de millones de personas padecerán Alzheimer, si no ponen un freno automático al sedentarismo. La plasticidad del cerebro crea nuevas dendritas -proyecciones neuronales ramificadas como ramas de señales eléctricas y químicas-. Se precisa una vida creativa pero la mayoría lleva una vida rutinaria. La gimnasia mental puede ser la solución para modificar al cerebro. Entrenar la inteligencia es una terapia poderosa. Pasando del piloto automático al manual se altera el modo de ver, se alimenta el espíritu de curiosidad; para generar una cuota mínima de observaciones diarias. Sacar el piloto automático regula la atención para observar conscientemente. La claridad, el compromiso con la verdad y la concentración conectan consciente e inconsciente, y ese conocimiento mejora el resultado.
La mente cierra rutas, crea caminos paralelos. No hace falta eliminar lo viejo. No existe una elección única, sino alternativas. De niños creamos mecanismos fijos. El pensamiento único clausura la forma relacional e innovadora. No sabemos hacer todo, somos buenos para algo y esa fortaleza es la que debemos potenciar. Hay zonas de comodidad, de incomodidad y también de tensión. Es aquí donde se pueden crear caminos nuevos. Salir de la rutina mejora la atención. Los pasos pequeños mantienen el cerebro pensante, sin temor a lo desconocido para pasar de la curiosidad al asombro, del piloto automático al manual y empezar a ver de una nueva manera la realidad. Hay que incorporar el freno automático a las cosas que pueden generar accidentes y eliminar el piloto automático de la ideología del cerebro en las personas.
El catálogo de la atención
Aprendiendo a usar el cerebro se logra que la atención se transforme en concentración. El estado de flujo dirige la atención y la energía para lograr productividad con menor esfuerzo. El 20% de lo que se hace produce el 80% de los resultados, por eso conviene centrar la atención en el 20% productivo. Si la mente se atasca lo mejor es alinear el foco de atención con la asignación de importancia. Administrar el tiempo es administrar la mente. Lo importante es aprender a escuchar las alertas. Estar muy atento a cuando nos va demasiado bien, o cuanto nos va demasiado mal o cuando no pasa nada. Las oportunidades y las amenazas existen tanto como las debilidades y las fortalezas. Prepararse es la mejor opción, ya que como dijo Pasteur el azar sólo favorece a las mentes preparadas.
El paso de los años es peligroso, se trabaja sabiendo que los últimos años serán de poca felicidad si se debe depender de la jubilación otorgada por un Estado en ruinas o de la buena fortuna de los hijos. Sin embargo, hay una alternativa: si uno decide desde hoy crecer un poco cada día creará un círculo virtuoso a largo plazo que le enseñará cómo ser joven toda la vida.
El águila, a los 30 años, está mal. Su pico no puede tomar el alimento, sus débiles uñas ya no pueden capturar a la presa, sus plumas pesadas no le permiten volar. Entonces, en un esfuerzo supremo, sube hasta la cumbre, lija su pico hasta hacerlo caer y espera a que nazca uno nuevo con el que se arranca las uñas. Con las uñas nuevas, se quitará las plumas hasta que crezcan otras livianas con las que volverá a volar. El águila vivirá entonces hasta los setenta años.
Cómo ser joven toda la vida
El ser humano llega a la plenitud de su desarrollo a los 25 años y luego sigue creciendo o inicia su decadencia. Hay quienes se mantienen en excelente estado hasta su ancianidad. Verdi fue uno de ellos. A los 80 años, fue consultado sobre el secreto de su longevidad creativa y respondió: “busqué siempre la perfección pero sin poderla encontrar”. La perfección, por definición, nunca se alcanza pero debe ser el imán que nos guíe. Al perseguirla, Verdi mantuvo la calidad como camino basándose en la mejora continua.
Para transitar esta ruta basta con preguntarse estratégicamente: ¿dónde estaba, dónde estoy, dónde quiero estar y cómo haré para conseguirlo? Implica dejar de mirar al costado, hacia el bajo rendimiento, y apuntar a la excelencia. Al ser humano le ocurre algo parecido a la rana colocada en una olla con agua fría y que se pone a calentar a fuego lento: poco a poco adapta al medio hasta que muere cuando el agua hierve. Sin embargo, si a esa temperatura otra rana fuera arrojada, se salvaría saltando.
El hombre puede llegar a la madurez y vivir una vida plena si su inteligencia emocional hace gimnasia con la intelectual, manteniendo una visión optimista. Para no tener que depender de la suerte de los hijos, ni de la jubilación, se precisa longevidad creativa.La medicina hizo posible llegar a la cuarta edad (de los 80 a los 100 años), edad clave para acceder a la sabiduría y transmitirla. Es importante llegar allí con el cerebro y el corazón contentos. Para formar parte de la biblioteca nacional y no del geriátrico, hay que blindar al cerebro. Torres muy grandes se han visto caer y otras se sostienen en lo alto.
Dr. Horacio Krell Director de Ilvem, mail de contacto, [email protected]