En algún punto de la puesta en práctica del conocimiento, algo mata lo que se aprendió, la posibilidad de aplicar lo aprendido, aunque la metodología de enseñanza, la calidad docente y el interés por el tema hayan sido aptos. Está todo bien pero no se siguió ni se apuntaló el aprendizaje, los jefes no conocían los contenidos ni promovieron su aplicación.
Es complicado transferir algo cuando se perdió la motivación para aplicarlo. La vorágine del día a día impide cambiar. Y se dice: “esto lo debería aprender mi jefe”.
Los cursos son como un retiro espiritual, uno sale muy motivado, pero choca con que no resulta sencillo aplicar lo aprendido y se termina abandonando el intento. La organización atenta contra ello, mientras se trabaja para incorporar algo nuevo, una suerte de instinto de preservación lleva a detener los cambios. Así se mata la aplicación del aprendizaje. Hoy el asesino está acorralado, el tema concentra la atención de los especialistas y líderes atentos a los resultados. Hay metodologías de capacitación que logran hacerlas más efectivas.
Alcanzar metas y reducir el tiempo. Administrar el tiempo es la clave, es ordenar las prioridades para que vayan de la mano de la productividad. Administrar el tiempo es administrar la mente, optimizar las destrezas y superar los distractores. Los síntomas son: Urgencias permanentes.- Tensiones crónicas.- No saber por dónde empezar.- Exceso de trabajo.- Desequilibrios personales. Hay que identificar los culpables:- Visitas inesperadas.- No delegar tareas.- Desorden.- Distracciones visuales o auditivas.- Trámites excesivos.- Retardos en minucias.- No terminar la tarea completa.- Ausencia de información.- Uso inadecuado del chat, correo electrónico y teléfono.- Oficinas inapropiadas. – Reuniones que toman tiempo de más.- Vacilaciones al tomar decisiones.- No aclarar objetivos y propósitos. – No distinguir lo urgente con lo importante.- Comunicación deficiente.
Es preciso aplicar métodos que reflejen las prioridades y mejoren la productividad.
Registrar las actividades laborales y personales, horas de almuerzo, desplazamientos y reorganizarlas de este modo:- Urgentes a ser atendidas en primera instancia..-Necesarias: que no tienen premura.- Actividades que hacen perder tiempo: personas y cosas que toman más tiempo del necesario. -Identificar las horas de mayo productividad, momentos del día con más energía, para realizar en ellas las funciones prioritarias.
La prevención es necesaria. La reactividad no es buena: Hay que tener a la vista los objetivos. –Dividirlos en pequeñas metas-. Con inicio y finalización. -Empezar por lo más complejo- Respetar las prioridades. -Evitar confundir reuniones de trabajo con sociales.
Competitividad: condiciones de la cancha y reglas del juego.
Hay dos cortos publicitarios donde profesionales del fútbol y del básquet se enfrentan a ciegos y paralíticos con vendas en los ojos y en sillas de ruedas, siendo derrotados por los mismos. El mensaje del comercial es: «la discapacidad depende de las reglas del juego».
Si el estado de la «cancha» nacional es malo, si tiene pozos o está embarrada, los que se están obligados a jugar allí, no pueden competir con los que operan en excelentes estadios.
Los recursos naturales constituyen ventajas comparativas, como poseer las mejores tierras, petróleo, etc., pero la productividad de esos recursos puede ser baja. Muchas empresas no son competitivas porque luchan en condiciones desfavorables: corrupción, impuestos regresivos, leyes laborales desventajosas, tarifas y créditos caros, inseguridad jurídica.
Así se pierde la autoestima ¿Se puede ser competitivo en un mundo globalizado?
Conocer la verdad. Así como el pez es el último en darse cuenta que el agua existe, ya que es su medio natural, lo habitual genera adormecimiento y uniformidad. Compararse con los modelos de la excelencia mediante un proceso sistemático denominado benchmarking, permite descubrir las mejores prácticas y hacerlas propias.: 1) ¿Qué mejorar? 2) ¿Cómo elegir el modelo? 3) ¿Cuán es la diferencia que nos separa? y 4) ¿Cómo cerrar la brecha?
La mayor incompetencia es elegir el camino incorrecto, lo que se hace más que cómo se hace. Elegir el blanco o modelo es crucial para poder comparar costos, tiempo y calidad.
1) Aprender a manejar el tiempo, la energía, las contingencias. 2) Clarificar los valores 3) Tener objetivos claros, ser proactivo y no reactivo.4) Sostener un desarrollo y crecimiento continuo. 5) Dominar las técnicas de resolución de problemas y decisiones. 6) Desarrollar la creatividad ya que la imaginación vale más que el conocimiento. 7) Lograr influir y motivar a los demás 8) Administrar con eficacia, conseguir que se hagan las cosas. 9) Delegar y controlar. 10) Capacitar al equipo. 11) Armar equipos altamente competitivos.
Bernard Shaw decía que: «hay gente que ve las cosas como son y se pregunta ´¿por qué?´. Yo sueño con cosas que nunca han sido y me pregunto ¿por qué no?»
El hombre es un animal de costumbres. El primer mandato que recibimos como inevitable es aceptar a través de la cultura del ejemplo, lecciones y etiquetas que nos brinda la familia. No nos rebelamos: “es lo que merecemos, debemos aceptar lo que nos toca, no hay alternativa, esto es así y punto”. Somos lo que nos enseñaron pero también lo que aprendimos, lo que nos motiva y lo que tememos. Los mandatos configuran la vida aunque no tengan que ver con nuestros deseos profundos. Si hay un temor común es al rechazo, a sentirnos excluidos. Debemos darnos cuenta que las lecciones pueden desaprenderse. Hay posibilidad de progreso y ascenso, es posible el cambio, siempre que se intente.
El retiro espiritual. Se mata la productividad cuando no aplicas en la vida diaria lo aprendido. Empiezas muy emocionado, tratas de hacerlo pero todo queda en el baúl de los recuerdos. No sabes convertirlo en hábito y eso lo torna inviable.
Cambiar los malos hábitos por los buenos o incluir nuevos hábitos positivos es transformarse, que el cerebro reconecte las sinapsis y que lo nuevo se vuelva automático. Una completa reevaluación de lo que haces día a día, de tu sistemas de recompensas por el que funciona tu cerebro y todas las acciones que te auto-sabotean ¿Cómo se logra eso?
El desafío de la productividad. La productividad debe ser política de estado sin confundirla con competitividad basada en las exportaciones. Es poner los recursos a disposición de todos con una educación que garantice la igualdad de oportunidades.
Es promover el desarrollo sin considerarlo como política social. Incentivar al que tiene potencial de éxito y no proteger al que le va mal, al pequeño o improductivo. Hay que mejorar y crear infraestructura, sin proteger la ineficiencia Que el buen nombre sea el aval del créditos sin preferencias para los amigos. Simplificar, controlar y penalizar la evasión.
Garantizar cobertura para todos. Financiarlos con impuestos generales sin convertir la lucha contra la pobreza en un sistema. Analizar los programas de productividad sin excepciones ni tolerar incumplimientos Concentrarse en quienes tienen éxito. Dar apoyos por metas, no por objetivos sociales ni asignar recursos sin evaluar resultados. Estimular a los impulsores, dejar ir a los perdedores sin darles apoyo a los que fracasan en proyectos fallidos
No hay cómo producir eficazmente sin innovar, capacitar, adaptar, cambiar, experimentar, reasignar, y emplear mejor los recursos; no hay sustitutos de la productividad.
El reto es lograr un consenso social, políticamente factible, a favor de la productividad, para que el crecimiento estimule el desarrollo, porque la productividad es el verdadero cimiento de una prosperidad compartida y duradera. Según la teoría tradicional, los menos productivos incrementan su productividad más rápidamente porque pueden adoptar tecnologías avanzadas por medio del aprendizaje, sin incurrir en costos de investigación.
El principal desafío es diagnosticar las causas y atacarlas de raíz con políticas de productividad específicas centradas en los defectos básicos. Si bien los impedimentos para incorporar mejoras tecnológicas son parte del problema, la productividad agregada también depende de la eficiencia con la que los insumos educativos apoyen a los individuos.
La productividad es heterogénea ya que depende de la asignación de recursos a los más aptos. Un sistema de cooperación público-privada podría fomentar cierto grado de buena autoselección, Los encargados de diseñar las políticas están “condenados a escoger” sectores. Si el conocimiento es suficiente para escoger ganadores en general y realizar apuestas estratégicas, la respuesta es la prudencia: puede no ser prudente apartarse de los sectores con ventajas comparativas demostrables. Los habitantes de latinoamérica han
pagado un costo alto por la rebaja productividad que ha frenado su crecimiento económico. Es hora de poner este tema en primer plano. Es hora de formular políticas dirigidas específicamente al estímulo de la productividad. Es hora de sentar las bases para el crecimiento sostenible y la prosperidad y darle paso a la era de la productividad.
Gestiona tu bien. Tu bien principal es tu capital intelectual. Lo que eres es un capital intangible que nadie te lo puede quitar. La economía del conocimiento ayuda a gestionar ese capital que es uno mismo. Empowerment o poder interior tiene su fuente espiritual – la misión- y una ética – la apropiación y el uso de los bienes-. El autoconocimiento permite gestionar la felicidad al saber lo que se anhela. Poder inteligente es querer con eficacia.
Para convertir el espíritu en materia, hay que sumar la inteligencia emocional en el disfrute de la acción, la imaginación que supera los obstáculos, el plan que organiza las ideas, la ejecución que las concreta y el control que corrige diferencias entre objetivos y resultados.
La gestión del bien debe incluir el marketing para crear el mercado donde se reúnan la producción del valor, la comunicación del servicio y su entrega al cliente. Para que el bien luzca hay que saber gestionarlo. Administrar, en sentido amplio, es conseguir que se hagan las cosas y Relaciones Públicas es hacer las cosas bien y hacerlas conocer.
Esta historia demuestra el poder facilitador y la productividad que producen los métodos.
Un hachero llega la maderera. El capataz le da un hacha y le designa una zona. El hombre sale a talar y en un solo día corta dieciocho árboles. –Muy bien- le dijo el capataz –. Animado por sus palabras el hachero decide mejorar su desempeño. Se acuesta temprano, se levanta antes que nadie y se va al bosque. A pesar de su empeño corta sólo quince árboles.- Me debo haber cansado- pensó y se acostó. Se levantó decidido a batir su marca. Sin embargo no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete y el último día estuvo toda la tarde tratando de tirar su segundo árbol. El veía a otro hachero que tiraba 20 árboles trabajando sólo medio día. Inquieto le contó todo al capataz. El capataz le preguntó: – ¿Cuándo afilaste el hacha? -No tuve tiempo, estuve muy ocupado cortando árboles.
Cuando la rutina nos domina olvidamos que debemos mejorar nuestra capacidad, que no es cuestión de trabajar más sino de trabajar mejor. El conocimiento, el querer y la voluntad valen pero los métodos son la mayor riqueza del hombre. Para generar productividad debemos aprender a modificarnos. El aprendizaje permite adquirir destrezas y aplicarlas. La capacitación nos permite «afilar el hacha» y superarnos en un recorrido sin retorno hacia el desarrollo de la productividad personal.
Dr. Horacio Krell. CEO de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre métodos para optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es horaciokrell@ilvem.com