No hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista. Los años no vienen solos. Son frases relacionadas con el deterioro que trae el paso de los años. Donde se hizo más patético este problema fue al correlacionar las enfermedades cerebrales con los avances de la medicina. El mal de Alzheimer antes no existía y comenzó a manifestarse como epidemia al aumentar la longevidad.
La demencia es un síndrome caracterizado por un deterioro cognitivo progresivo que afecta las funciones cerebrales superiores como la memoria, el lenguaje, la percepción, la atención, el pensamiento y la conducta, alterando la capacidad para desenvolverse en forma independiente.
Alzheimer es la más frecuente y también edad-dependiente, ya que crece a partir de los 65 años
El Alzheimer es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre los adultos mayores y en sus cuidadores, por los síntomas psíquicos asociados al estrés que implica esa tarea. Cuando se calculan sus costos económicos se estiman para 2018 en un trillón de dólares, y en dos trillones para 2030. Esto supera el valor de mercado de empresas como Apple y Google y supone uno de los mayores desafíos para la ciencia. La demencia se caracteriza por un deterioro cognitivo progresivo y no como consecuencia propia de la vejez, sino que se trata de una patología específica.
El mundo necesita prepararse para esta epidemia. Es por este motivo que, en 2012, la Organización Mundial de la Salud y la Alzheimer’s Disease International (ADI) consideraron urgente la generación de políticas para enfrentar la demencia. Recomiendan iniciar el abordaje a partir del desarrollo y de la implementación de planes gubernamentales. Deben ser: 1) la educación sobre la importancia del control de factores de riesgo cardiovasculares, como la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo y la obesidad, además de mantener una adecuada actividad física, cognitiva y social; 2) disminuir el estigma hacia esta condición en la población 3) la capacitación de los profesionales, los cuidadores y familiares; 4) el diagnóstico temprano; 5) la contención y el soporte a los cuidadores y familiares; 6) la calidad de los servicios en la comunidad, en los hospitales, en las residencias de larga estadía y en el cuidado al final de la vida; 7) la inversión en investigación e innovación tecnológica; 8) leyes para proteger los derechos de las personas con demencia.
Más de 30 países ya desarrollaron sus planes o estrategias para paliar la enfermedad.
Los 7 factores de riesgo son: sedentarismo, tabaquismo, hipertensión, obesidad, diabetes, depresión y baja educación formal. En todos los casos, se trata de factores modificables por lo que, cambiando algunos hábitos, se puede lograr un escudo protector. Entre ellos se recomienda el ejercicio aeróbico a través de caminatas de 30 minutos diarios. También se aconseja la estimulación cognitiva: Aprender idiomas, dibujo, pintura, mecánica, música, y otros desafíos para desarrollar la reserva cognitiva. Dormir entre 7 horas por día, menor estrés, una intensa vida social (mantener una red de amigos, participar en asociaciones, intervenir en la comunidad, ayuda a mantener las habilidades).
Una dieta variada, rica en frutas, verduras, cereales, granos integrales, pescado, carnes magras, y agua, protegen al cerebro, mientras que una dieta con grasas saturadas o trans y colesterol, se asocia a un aumento del riesgo, a la reducción del volumen del cerebro y a un menor rendimiento.
10 señales de peligro
Ante la presencia de estos síntomas es importante realizar una consulta:
1. Cambios de memoria que dificultan la vida.
2. Dificultad para planificar o resolver problemas.
3. Inconvenientes para desempeñar tareas en la casa, en el trabajo o en su tiempo libre.
4. Desorientación en el tiempo o lugar.
5. Dificultad para comprender imágenes visuales y como los objetos se relacionan en el ambiente.
6. Problemas con el uso de palabras al hablar o al escribir.
7. Colocar objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para pensar lo hecho con anterioridad para lograr encontrarlos.
8.Disminución o falta de buen juicio.
9.Pérdida de iniciativa para tomar parte en el trabajo o en actividades sociales.
10.Cambios en el humor o la personalidad.
La enfermedad por ahora no tiene cura, se debe tratar el entorno y los vínculos familiares para mejorar la calidad de vida de los pacientes, que tienen necesidad de afecto y de interacción con los demás. Es fundamental saber que no deben vivir solos. Hay que evitar contradecir, reprochar o marcar los errores insistentemente, porque eso les trae inseguridad y angustia; se trata de supervisar las actividades, pero de un modo disimulado. Estimular el ánimo y evitar el aislamiento. Hay que crear ambientes agradables, escuchar música relajante y mantener la casa ordenada para evitar trastornos conductuales. Además, es recomendable que la familia estimule a la persona a que conserve un cuaderno o anotador con toda la información que es importante como números de teléfono, actividades, direcciones, así como sostener una rutina diaria activa.
Como la epidemia se aproxima, la acción debería basarse en campañas preventivas, tendientes al control de los factores de riesgo vasculares, y a la potenciación de los factores de protección como la reserva cognitiva, que son la escolaridad, el trabajo y las actividades creativas artísticas.
Incrementar la reserva cognitiva
Es mejorar la capacidad cerebral potenciando el rendimiento con la creación y mantenimiento de redes neuronales, lo que hace posible el uso de estrategias cognitivas alternativas. Los sujetos con mayor reserva, procesan las tareas de una manera más eficaz, porque pueden apelar a redes y estrategias en respuesta a tareas que demanden recursos crecientes o protección contra el daño cerebral. El aumento de la actividad neuronal a través de estímulos, es decir la reserva cognitiva, tiene un rol protector y preventivo.
Aprender a usar el cerebro
Apelar a la estimulación puede ser demasiado tarde. Lo importante es que la educación incorpore los métodos necesarios para aprender a aprender y a emprender. Cada hemisferio cerebral tiene características propias, que pueden ser desarrolladas con la educación.
La creatividad permite generar ideas nuevas y originales, dejar estereotipos y patrones tradicionales, y producir innovaciones. Vivimos en un mundo cambiante y complejo en el cual la creatividad implica una reacción a los desafíos; por lo tanto esta capacidad (innovadora, transformadora y constructiva) se convierte en uno de los motores de la evolución científica y cultural.
El rasgo de personalidad esencial para una mente creativa es la apertura a la experiencia o curiosidad intelectual. No debemos confundir la creatividad con la inteligencia. En la inteligencia se prioriza el «pensamiento convergente», para encontrar la única y adecuada solución a un problema. La creatividad se asocia al «pensamiento divergente» que prioriza la generación de muchas respuestas, diferentes puntos de partida y múltiples soluciones diferentes a las tradicionales.
Se acuñó el término “pensamiento lateral” como una técnica para la resolución de situaciones de manera creativa, fuera del patrón habitual y en la cual se puede ser entrenado. Existe una creatividad extraordinaria de la que gozan los genios como Leonardo Da Vinci y una creatividad ordinaria que puede ser desarrollada por personas normales y formar parte de su reserva cognitiva.
Hay que lograr un equilibrio entre la corteza frontal, base de la racionalidad, y la corteza temporo-límbica, base de las emociones. Nuestro cerebro está formado por circuitos que son los responsables de nuestras conductas, que funcionan en la normalidad y disfuncionan en las patologías, pero siempre son los mismos circuitos y el mismo cerebro. Así, en los pacientes con lesiones en los lóbulos temporales aparece una desinhibición con aumento de la creatividad y en las lesiones frontales hay apatía, rigidez e inflexibilidad con disminución creativa.
El arte es el concepto que engloba todas las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea real o imaginario a través de recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. El arte permite expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones. La actividad artística creativa estimula la reserva cognitiva y la plasticidad cerebral, que permite proteger al individuo previniendo o retrasando el deterioro cognitivo.
Hay algunas personas que llegan mucho más lúcidas y con el cerebro intacto a la vejez, disminuyendo la posibilidad de aparición de los trastornos cognitivos y las demencias.
Las estadísticas parecen demostrar que las personas con mayor nivel de estudios pueden aspirar a una mejor vida activa, es decir, con mayor autonomía y buen estado físico. El experto en epidemiología David Snowdon se le ocurrió convertir a un monasterio en un gigantesco tubo de ensayo para comprobar esta hipótesis. Para empezar, se trataba de una comunidad estable en la que era posible realizar un estudio a largo plazo, ya que por lo general los hábitos religiosos se toman para toda la vida. Pero lo más importante era que allí monjas con distinto nivel educativo llevaban un estilo de vida similar y saludable: comían prácticamente lo mismo, tenían unos horarios parecidos, contaban con una atención médica idéntica y, si eran disciplinadas, no fumaban, no bebían y no tenían que sufrir el estrés físico del embarazo.
La hermana María y su tejido
La hermana María fue parte del estudio junto A las 600 monjas mayores de 75 años que vivían en la Escuela de Hermanas de Notredam, Minnesota, Estados Unidos. Para investigar el envejecimiento se contó con información de sus archivos de juventud, que consistían en diarios que ellas escribían sobre lo que les ocurría diariamente. Por otro lado, se pudo realizar una evaluación cognitiva anual durante años para medir sus cerebros y por último, se logró examinar el cerebro de aquellas que fallecían con un estudio post-mortem.
Lo que protege al cerebro
El investigador y su grupo descubrieron que aproximadamente el 80% de las monjas cuya escritura se midió como de baja habilidad lingüística desarrolló la enfermedad de Alzheimer en la vejez. Por su parte, del grupo de monjas cuya habilidad lingüística fue alta, sólo el 10% sufrió más tarde la enfermedad. También el estudio sugirió que un estado emocional positivo puede contribuir a vivir más. Monjas que en sus escritos de juventud habían expresado más emociones negativas tuvieron menos años de vida y una frecuencia mayor de Alzheimer.
Cobró fuerza la hipótesis de que una mayor “reserva cognitiva” podía hacer más resistente al cerebro. El examen post mortem de la hermana María evidenció que su cerebro tenía un Alzheimer avanzado que parecía ser controlado por esta reserva cognitiva que le permitía mantener una entrevista con los investigadores unos días antes de su muerte o resolver exitosamente los tests.
Este concepto explicaría, básicamente, por qué algunas personas con un envejecimiento cerebral anormal pueden estar intactas mientras que otras sí experimentan síntomas clínicos.
Los científicos de la universidad sueca de Umea desarrollaron un concepto complementario a este que denominaron “mantenimiento cerebral”. Según ellos, éste sería uno de los factores claves para lograr un envejecimiento cognitivo exitoso y destacaron el hecho de que los cerebros de algunos adultos mayores parecen envejecer más lentamente y mostrar poca o ninguna patología cerebral. Las personas con un trabajo intelectual exigente pueden disfrutar de una ventaja en términos cognitivos, pero los beneficios rápidamente disminuirían si la persona se “jubilara intelectualmente”, esto es, dejar de hacer actividad cognitiva regular. Un compromiso permanente con la exigencia intelectual es uno de los caminos más eficaces para el mantenimiento cerebral.
Neurociencias
La ciencia sabe cómo funciona el cerebro, logró escanearlo mientras piensa. Sabe que el cerebro izquierdo es analítico, objetivo, interesado en las partes, secuencial, frío, poderoso, dominante y realista. Y que el hemisferio derecho es sintético, subjetivo, interesado en el todo, intuitivo, pasional, no lineal, imaginativo, visual, musical y divertido. Un conjunto de fibras nerviosas llamado cuerpo calloso los conecta. El poder inteligente tiene un software.
Einstein donó su cerebro para que fuese estudiado. Pero los científicos no pudieron encontrar la causa del genio. No fue un genio por su cerebro sino por la forma en la que lo hacía funcionar.
Para mantener el cerebro sano
Para llegar, como la hermana María, a los 103 años espléndidos hay que realizar actividad cognitiva y física permanente, mantener una dieta saludable, controlar el estrés, con prácticas de meditación y tener una vida social activa. Estas conductas transformadas en hábitos, elevan el bienestar y ayudan a buscar el tan preciado logro de ser felices.
Reforzando la idea de que un cerebro activo y preparado es la mejor forma de protección contra las patologías mentales, no se ha podido detectar ningún caso de Alzheimer en ajedrecistas famosos.
Es que existen viejos jóvenes y jóvenes viejos. Giuseppe Verdi, sobre el secreto de su longevidad creativa, dijo: «Toda la vida busqué la perfección pero todavía no la puede hallar.»
El conocimiento se puede transmitir; la sabiduría, no.
La única forma de desarrollarla sabiduría es adquirirla con experiencia. La sabiduría hace buen uso del capital intelectual, la imaginación es más importante que el conocimiento. De nada sirve acumular saber, si carecemos de sentido común para aplicarlo. Sin sabiduría no se puede generar valor. Al llegar a los 80 años los adultos mayores pueden convertirse en guías espirituales de las nuevas generaciones. Es una motivación más para preparar al cerebro para la lucha contra el deterioro generado por el paso de los años.
Prevenir es cursar: Al mal de Alzheimer se lo puede derrotar