«No conozco a ningún ajedrecista de alta competición que hayan padecido o padezca alzheimer… En nuestro país los más veteranos jugadores han fallecido o tuvieron algún otro tipo de enfermedad pero nada que los relacione con el alzheimer, lo mismo sucede con mis colegas que residen en Europa… hasta hoy nadie me ha dicho que algún maestro de ajedrez sufrió Alzheimer… Es un tema que la medicina debería explorar más, porque evidentemente algo hace el ajedrez en las neuronas de las personas que lo practican para que el alzheimer no pueda ingresar en esas mentes » – Oscar Panno. Maestro internacional argentino.
La ciencia de la educación atrasa. Marjie notó que tenía lapsus mentales. El neurólogo midió la proteína beta-amiloide y el diagnóstico fue Alzheimer. El deterioro aparecerá luego de 5 años. El caso retomó el debate ético en EEUU: ¿conviene saber que se tiene una enfermedad si no se cuenta con una terapia que la pueda frenar?
Con los primeros síntomas el proceso es imparable. No hay remedios para su fase precoz en cambio la capacidad de diagnóstico crece ¿El médico debe ocultar o informar?
Se puede predecir un cáncer hereditario con análisis genético. Pero ¿Se extirparía los ovarios por mera prevención? La ciencia resuelve incógnitas y crea otras nuevas. ¿Estamos preparados para afrontar los dilemas que plantea el conocimiento?
El Alzheimer se desarrolla a una cierta edad, pero ¿Por qué ningún ajedrecista famoso lo tuvo? ¿Educamos la neuroplasticidad cerebral para formatearla con la experiencia?
¿Qué gimnasia mental enseñamos en la escuela? Por ahora Educación y Ciencia no van de la mano ni miran en la misma dirección. El aula debería ser el laboratorio- gimnasio para prevenir en vez de curar. La ciencia de la educación atrasa.
Los maestros del ajedrez usan partes ocultas del cerebro. Lo titula un estudio del Instituto Riken de Japón. Los jugadores entrenados usan dos zonas, pero un experto las usa todas. Los jugadores amateurs usan el precuneus, del lóbulo parietal, los profesionales llegan también el núcleo caudado, en el centro del cerebro, desde la corteza cerebral.
El estudio muestra que con entrenamiento aumenta la capacidad cognitiva.
El cerebro tiene una plasticidad que facilita su entrenamiento. En la mayoría de las conductas, suma lo innato de la genética heredada y lo aprendido del ambiente. El estudio valora la parte intuitiva que tienen los maestros, y que se puede trasladar a otras disciplinas.
La gimnasia mental preventiva y la vida creativa combaten las patologías cerebrales. La gente común puede entrenarse si la educación y la ciencia cambian de norte y de rumbo.
El carácter psicosomático de las enfermedades permite sumar a la relación mente-cuerpo el valor de los métodos que constituyen la mayor riqueza del hombre.
El efecto placebo explica como un fármaco inocuo cura porque se cree que lo hará. «Hubo una fuerza dentro de mí y mi cuerpo redescubrió su vitalidad y fluidez», afirmó la monja Marie Simon-Pierre al recordar el día en que el mal de Parkinson desapareció sin explicación científica y que atribuyó a la milagrosa gestión del papa Juan Pablo Il. La mente como el paracaídas sólo funciona cuando se abre.
La ejercitación mental combate la rutina que repite actividades donde el cerebro se siente cómodo. El ajedrez fomenta el desafío ante lo nuevo.
En el Imperio romano la expectativa de vida era de 22 años, a comienzos del siglo XX, de 50, hoy ronda los 80. Esto permite detectar dolencias que surgen en la Tercera edad. La mente que practica mejora su rendimiento como un músculo que se desarrolla cuando se lo ejercita: en la niñez, es fundamental, en la vejez imprescindible.
El auge del sudoku (una cuadrícula para completar una combinación de números que van del 1 al 9) es llamativo. La poderosa Nintendo vio la veta y lanzó su «Brain Training», con ejercicios que ayudan a estimular las funciones cognitivas (como aprender o prestar atención). El rompecabezas es un juego muy útil. Concentrarse en la forma y el color moviliza al hemisferio derecho, con el diseño y la secuencia lógica se estimula el izquierdo.
El que ejercita su cerebro aumenta su reserva sináptica -las conexiones entre neuronas- que protegen del deterioro cognitivo. Quienes poseen una vida intelectual activa tienen menos probabilidad enfermar. Entrenar el cerebro es bueno y posible si se ejercita en todo lo que implique un cambio, un desafío y un aprendizaje.
Factor de protección. Relacionando estado cerebral y activadores neuronales del aprendizaje se desarrollan métodos que potencian la función cognitiva. En la Universidad de Bristol aislaron el neurotransmisor que refuerza el aprendizaje y a la memoria. Imitar el efecto de la acetilcolina en receptores específicos facilita cambios neuronales para lograr avances que desemboquen en mejores tratamientos.
La actividad intelectual sostenida mantiene la conexión y la hace más eficiente porque las sinapsis crecen con mensajes e intercambios y aumenta el número de receptores. Lo que no se usa se pierde.
La persona que optimiza su cerebro aumenta su reserva sináptica que la protege del deterioro mucho más que a la que no lo usa con intensidad.
Mente sana en cuerpo sano. El estilo de vida debe ser amigable con el cerebro. Hay que comer bien. Pescado, vegetales y frutas ayudan a mantener las neuronas y construyen más fuertes conexiones. Evitar el estrés y los estados de ánimo negativos impide un impacto negativo en la memoria, al igual que trastornos de sueño y fatiga crónica. Conviene dedicar tiempo al ocio y relajación, y buscar ayuda cuando sea necesario.
Mantener una vida social activa. El contacto social es fundamental. Hay que llevar un estilo de vida sano, sin abusar del alcohol y el tabaco, realizar actividad física periódica, mantener una actitud relajada y disfrutar de la vida, mantener una amplia gama de intereses y hobbies e intercambiar momentos y opiniones con personas de menor edad.
La reserva cognitiva explica cómo ante cambios neurodegenerativos similares, los individuos varían en la severidad del deterioro. Inteligencia, educación, nivel ocupacional, hábitos dietéticos, actividades placenteras, estilo de vida, educación temprana y actividad intelectual en la edad adulta; son componentes activos de la reserva cognitiva.
Una rana puesta a calentar a fuego lento se muere porque no advierte el cambio. El cerebro decae de igual modo, la rutina termina por matarlo. Giuseppe Verdi sobre el secreto de su longevidad creativa, dijo: “toda la vida busqué la perfección pero nunca la puede hallar”.
Los invito a comenzar su entrenamiento con este ejercicio
http://bloghotpoint.blogspot.com/2010/07/gimnasia-mental-contra-el-alzheimer.html
Si me hacen llegar los resultados los mantendré informados sobre su rendimiento cerebral y sobre cómo lo podrían mejorar.
Dr. Horacio Krell, es el Fundador y CEO de Ilvem, entidad educativa cuya misión es el desarrollo de la mente humana en el marco de la teoría de las inteligencias múltiples. Su correo es: [email protected]