La Universidad de California divulgó un estudio en el que afirma que al menos un 75% de las personas padecen de miedo a hablar en público.
La cifra es significativa, si tenemos en cuenta que la habilidad de expresión oral es uno de los mayores pasaportes profesionales en prácticamente todas las actividades.
Puesto que siempre hay alguna necesidad de expresarse ante pequeños o grandes audiencias, padecer de glosofobia -el nombre especifico de esta afección tan común- es altamente limitante. Hay muchas personas que refieren que sus carreras profesionales, metas y objetivos se han visto cercenadas de raíz al no poder afrontar con efectividad la instancia de hablar frente a otros. Una limitación tan cruenta como el pánico a muchas de las otras fobias que existen alrededor de la psiquis humana.
Dentro del ranking de los miedos más recurrentes dentro del ámbito profesional, el hablar en público está dentro de los cinco primeros; aunque es conveniente puntualizar que nadie ha muerto aún por el hecho de tener que realizar una presentación ante otras personas, por muy mal que lo haya pasado.
La buena noticia es que tiene solución, y al alcance de la mano.
El porqué de la glosofobia
El miedo a hablar en público es definido como una respuesta desproporcionada a un estímulo que debemos afrontar. El sistema nervioso autónomo confunde lo que es una preocupación dentro de los límites aceptables, transformándola en una amenaza. Tal como si hubiésemos perdido el control del auto que conducimos y pensamos que podríamos tener un accidente fatal.
En situación frente a la oratoria pública, el corazón se acelera, se produce una hiperventilación, las pulsaciones aumentan y aparecen otras manifestaciones como sudoración excesiva, bloqueo interno, mareos, pánico generalizado y rigidez corporal, además de las dificultades para seguir la idea que estamos exponiendo, entre otras. Esta combinación de factores hace que el episodio de afrontar al público sea una de las experiencias más traumáticas que viva la persona que lo padece.
Esta es la forma en que el cuerpo se anticipa a lo que ya de antemano, y en forma inconsciente, planea como un desastre. Por eso es que la glosofobia resulta tan limitante, ya que las personas que la sufren la ven como un obstáculo imposible de salvar. Aunque tiene solución.
Otros aspectos, como la historia personal, situaciones de vergüenza o humillación en la infancia y juventud, alguna experiencia desafortunada en escena, o hasta el simple hecho de haber visto un rostro de disgusto mientras se hacía la exposición pública, afectan el registro de la memoria celular, que vuelve una y otra vez a recrearse, como una vieja canción que no nos gusta, y, sin embargo, no logramos quitárnosla de encima. Esto es lo que investigaron en 2009 en la Universidad de Wurzburgo, Alemania, donde descubrieron que se activa un mecanismo psicológico similar al que se usa para defenderse de un ataque o posible humillación. En este experimento social, el disgusto y la alteración vital que expresaban las personas estudiadas era sustancialmente mayor entre quienes fueron informados que debían dar una charla en público, que entre los que no.
10 fantasías frecuentes
Entre las elucubraciones más recurrentes de quienes padecen de miedo a hablar en público, están:
- No voy a recordar lo que tengo que decir
- Me van a tirar con tomates
- Lo que voy a decir no es importante
- La gente se va a aburrir
- No podré moverme en el escenario
- No me van a salir las palabras
- Tendré los nervios de punta
- Voy a hacer el ridículo
- Seguro que me abuchean
- Me voy a desmayar en el escenario
Haciendo una analogía con otros entornos, estas expresiones son prácticamente las mismas que tienen muchas personas a la hora de afrontar una entrevista laboral, aunque sepan que será ante pocas personas. Sin embargo, con más o menos nerviosismo, logran realizarla; y, con el tiempo y la experiencia, van aprendiendo una dinámica correctiva que les permite enfocarse en los aspectos positivos, maximizándolos; para balancear y dejar en segundo plano lo negativo. Es cuestión de entrenamiento.
La psiquiatría propone el tratamiento de la glosofobia incorporando medicamentos y ansiolíticos. ¿Por qué no siempre funcionan? Porque lo que no enseñan es a reeducar la conducta manifiesta, y sólo buscan aplacarla y “calmarla”. Esto no funciona, porque, en verdad, en escena, un orador afectado por psicofármacos por más nobles que sean, no logrará conectar con todo su potencial. Es necesario hacer la salvedad de que, en casos de fobias crónicas que conllevan otro tipo de manifestaciones y diagnósticos complejos, siempre hay que consultar con un profesional médico y seguir sus instrucciones.
En cuanto a vencer el miedo a hablar en público, está probado que la mejor medicina que existe para superar la glosofobia es la práctica: cuanto más, mejor. El proceso es paso a paso, paulatino, y en poco tiempo se vence y supera casi por completo.
Aún los oradores profesionales sienten mariposas en el estómago cada vez que afrontarán al público. Es el mismo fenómeno de los actores y deportistas puestos a ejercer su talento.
Es totalmente posible que lo logre cualquier persona que siente miedo a hablar en público, y que no sufra trastornos mayores.
7 indicadores para empezar a superar la glosofobia
- 90% del éxito de un buen discurso es el método
- El método se aprende con profesionales de la oratoria.
- El ensayo previo es fundamental.
- La preparación es el terreno fértil para vencer los miedos.
- La práctica permanente es fundamental.
- Pequeñas reuniones con personas conocidas funcionan igual que grandes auditorios: al desarrollar paulatinamente mayor auto confianza, se vence el temor.
- Sería indispensable enseñar oratoria desde la escuela; y así, habría generaciones de adultos hábiles en exponer públicamente sus ideas y temas, sin temor.