No es tan fuerte cómo los animales más poderosos, no puede nadar bajo el agua como el pez, ni puede volar como el pájaro, ni cambiar de colores como el camaleón, es indefenso al nacer, necesita el amor de sus padres para sobrevivir: ¿cómo hizo el hombre para convertirse en el dominador del planeta? Fue gracias a su capacidad de comunicación.
Una nota de Virginia Mejia, publicada en el diario Perfil, señala que los ejecutivos aprenden oratoria con los discursos como modelo. Este es el contenido:
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La eficacia de las alocuciones públicas de Cristina Fernández es una de las pocas cosas en las que oficialistas y opositores coinciden. Basados en videos que la muestran en acción, diferentes institutos y universidades dictan cursos a ejecutivos de alto rango para enseñarles a perder el miedo a la exposición y lograr transmitir sus mensajes con éxito. Expertos en comunicación y análisis del discurso coinciden: la Presidenta apela, indica, argumenta y convence con firmeza, y hasta usa la emoción con naturalidad.
Jamás lee un discurso, no se olvida lo que está por decir y nunca le tiembla la voz o genera bostezos entre su auditorio. Más bien todo lo contrario: de acuerdo con el manual del célebre Tulio César Cicerón, Cristina cumple como pocos con las reglas del arte de hablar en público. Con una extensa carrera política y cientos de discursos en su haber, es uno de los líderes mundiales que mejor utilizan las técnicas de comunicación.
Los movimientos de sus manos, del pelo, su afilada mirada, las bromas y los ojos llenos de lágrimas cuando recuerda al ex presidente generaron una impronta personal plagada de recursos dramáticos. Sin lugar a dudas, su estilo fue perfeccionándose a través del tiempo.
Pero no sólo en la política el poder de persuadir con la palabra es clave. En el álgido mundo de los números y los negocios crece la tendencia de los ejecutivos a asesorarse con expertos en comunicación que la toman como ejemplo a seguir.
Los cursos se dictan también en universidades e institutos, y buscan que los directivos superen dificultades como el pánico escénico, las lagunas mentales y tics que denotan ansiedad, como aferrarse fuertemente al púlpito, al micrófono, o a los papeles.
Luego de proyectar breves fragmentos de discursos de Evita, Juan Perón, John F. Kennedy o la ex primera mandataria chilena Michelle Bachelet, los instructores detienen la cinta en la mandataria argentina y enumeran los rasgos singulares de su retórica.
El método comenzó a aplicarse recientemente en algunas compañías automotrices, empresas vinculadas con la industria de la alimentación, laboratorios, redes de gimnasios, y compañías de telecomunicaciones. Luego de ver las escenas los alumnos intentan imitar determinadas características de un líder que les sea cercano o familiar.
“En las capacitaciones se menciona a la Presidenta y se la toma como ejemplo ya que, además de usar perfectamente los recursos, habla con convicción y sensibilidad”, reveló Fernando Storchi, de la red de gimnasios Megatlón luego de asistir a clases de retórica. “Ella dice todo con sentimiento y persuasión, cuenta anécdotas y llega a todos los sectores. Creo que algunos empresarios deberían tener un discurso auténtico como ella”, agrega.
Para Marcela Gola, titular del programa de Comunicación Efectiva y Oratoria de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, el objetivo de mostrar a la mandataria hablando es que los alumnos entiendan que “ella no improvisa. Es exitosa porque sigue al pie de la letra las reglas del discurso. Demuestra haber recibido algún tipo de entrenamiento, ya que los cambios que hizo son notables”.
Desde Ilvem, tradicional instituto que ofrece cursos dirigidos a ejecutivos, su director, Horacio Krell, asegura que CFK cumple con los tres elementos funcionales de la retórica: “Posee las características propias de una buena oradora: la voz, el tono y los movimientos del cuerpo. Tiene un mensaje organizado que denota estrategia y calidad. Y, finalmente, un auditorio al cual logra cautivar gracias a que adapta sus palabras a la circunstancia”.
Contenidos. “No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable” Cicerón. Si bien en un mensaje el 85 por ciento de lo que se transmite corresponde al lenguaje no verbal, aquello que se dice –o se omite– es más que relevante. Para el escritor y semiólogo de la Universidad de Buenos Aires Oscar Steimberg, la Presidenta “es una gran oradora que tiene un estilo que la diferencia y en el cual hay una voluntad de construir una proposición conceptual abarcativa. Su estilo es eficaz”. “La manera en la que hila las frases implica tensión discursiva y da lugar al componente emotivo que es visible por el mantenimiento del vínculo con el auditorio”. El humor “también es un rasgo de su estilo”.
¿Es posible hablar de un discurso “cristinista”, superador incluso del propio discurso peronista? Para el semiólogo, “esto es imposible, ya que el peronismo nunca tuvo un solo discurso. Perón tuvo más de un discurso. En Evita había una primacía del énfasis. Cristina es tan particular que no se pueden establecer similitudes”.
En cuanto al contenido, en las clases privadas los instructores explican que, si bien utiliza gran cantidad de recursos, sigue la retórica clásica: primero exhorta y persuade, luego da paso a la narración y argumentación, y finalmente recapitula lo dicho con apelaciones al auditorio. “Jamás lee lo que va a decir, mantiene el feedback, logra que el auditorio esté atento y se la ve muy concentrada. En los actos hay gente que grita, se mueve y pasan todo el tiempo cosas, pero ella nunca divaga”, asegura Krell. “La oratoria es como la frutilla del postre. No puede ser buen orador quien no tiene capacidad de leer, escuchar y recordar.”
Según sus diferentes biografías, desde su época de senadora acostumbraba a leer absolutamente todo y a subrayar lo que le interesaba memorizar. “No me hagan resúmenes”, solía decir a sus colaboradores. Esto es clave para comprender que “ella quiere apropiarse del discurso y por eso no le interesa que otro se lo prepare”, afirman.
Los cambios en el estilo fueron notables: “Al principio tenía un tono de barricada que la ayudó en la época de legisladora. Cuando comenzó la presidencia era muy floja en su discurso, se apoyaba en los micrófonos y hasta trastabillaba”, recuerda el director de Ilvem.
Si bien es difícil dar una fecha exacta del quiebre, para algunos estaría vinculado a la influencia que ejercieron sobre ella políticos cercanos, como el ex jefe de Gabinete Sergio Massa. “Antes era muy rígida, usaba la ironía y tenía cara de enojada. El pudo introducir cuestiones de comunicación para que el oyente fije conceptos. Ahora usa muy bien el lenguaje no verbal. Dejó a un lado el tic de tocar los micrófonos, y no usa atril o papeles.”
Las otras. La comparación inevitable es con Evita: “Hay un estilo bastante parecido, algunos giros, formas vehementes de comunicar. Evita tenía un liderazgo muy fuerte pero en su mensaje se muestra como la mujer débil que tiene que luchar más que los hombres para conseguir las cosas”, dice la docente de la UTDT. En las antípodas del discurso de la presidenta los especialistas ubican al de la mandataria alemana, Angela Merkel, más duro y casi masculino. “Merkel o Margaret Thatcher parecen varones”, asegura Krell. Para los expertos, CFK es más parecida a Michelle Bachelet. Si bien en términos generales los maestros en comunicación consideran que el discurso de la líder argentina es adecuado, hay ciertos aspectos que le sugieren modificar, como el luto que aún sostiene.
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Algunos presidentes latinoamericanos hacen de la comunicación de masas un instrumento de gobierno. A veces olvidan que el contenido y la forma se conectan incondicionalmente.
La oratoria es la frutilla del postre. Borges decía: «no somos lo que somos por lo que escribimos si no por lo que leemos». Sin leer ¿de qué podríamos hablar? Sólo de lo que ya sabemos. Un buen orador debe dominar un sistema que incremente su velocidad de lectura, comprensión de textos y la eficiente selección de lo que leerá.
Sin organizar el discurso su exposición sería errática y desordenada. Las buenas ideas deben articularse en mensajes coherentes. Hay que aprender a asociar las buenas ideas.
Sin memorización del mapa conceptual de la exposición se deberá leer el texto y se perderá feedback con el auditorio. Si alguien se duerme el orador ni siquiera se dará cuenta.
Sin concentración aparecen ideas parásitas que alejan al orador de su discurso. Y puede terminar hablando de otro tema sin completar el contenido de su exposición.
El presidente Menen era experto en distracciones y bloopers. A veces hablaba de un tema distinto al que correspondía a la ocasión, en otros cometía errores garrafales como hablar de la Estratósfera y de tener en su biblioteca las obras completas de Sócrates, quien jamás escribió un libro. Del mismo modo Cristina anunció la construcción del tren bala y que la soja era un yuyito. El yuyito fue partícipe del milagro argentino de comienzos de siglo.
Tecnologías genéricas. Sin creatividad el discurso no atrapa al auditorio y sin estrategia el orador no alcanza su objetivo, el propósito de su discurso. La competitividad genérica no cambia con el tiempo, es saber escuchar, argumentar, pensar, estudiar, cumplir promesas, manejar la lengua con soltura, recordar la herencia cultural, razonar y comprender.
La enseñanza técnica privilegia la transmisión, no logra que el conocimiento sea el capital de la acción eficaz. Se sigue fabricando incompetentes sociales altamente calificados.
La educación debe tener un contenido holístico ( integrar capacidades), sistémico ( promover la sinergia positiva entre el orador, el mensaje y el auditorio), valorativo (un concepto del hombre no fragmentado cuyas competencias no deben ser sólo técnicas sino genéricas, creando el valor agregado de la autoestima, un verdadero capital intangible).
Tenemos kilómetros y kilómetros de lectura o de escucha y sólo metros de práctica en la exposición. A las personas no se las juzga por lo que saben, ni por la riqueza de su mundo interior, sino por lo que pueden demostrar o expresar.
Esto se aplica a situaciones, de empleo, exámenes, negocios, etc. No se puede no comunicar. El examinador no puede ingresar al cerebro para observar que pasa, se basa en el análisis de la repuesta. No hay segunda oportunidad para brindar la primera impresión.
Es importante saber recuperar los contenidos diferenciando la información de la comunicación, un camino de ida y de vuelta enmarcada en la estrategia personal.
Los cursos incluyen el manejo de principios y soluciones al miedo oratorio, mediante la aplicación de modernas herramientas como PNL, video filmación, enseñanza de técnicas de dramatización, expresión corporal, respiración, relajación, lanzamiento de la voz, etc.
Si Demóstenes, el padre de la oratoria, resucitara y escuchara los relatos de los líderes de hoy, les diría que las palabras que no se convierten en hechos no sirven para nada.
La realidad tiene mucho que decir y el que se aleja de ella olvida que, como sugirió Aristóteles: la realidad es la única verdad. Es cierto que una cosa es la realidad y otra la percepción y que a la realidad se la puede ocultar temporalmente. Pero la mentira tiene patas cortas y con el tiempo, la realidad desnuda las mentiras que se dicen en su nombre.
Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem. Dicta conferencias gratuitas sobre cómo optimizar la inteligencia. Su mail de contacto es [email protected]
Hola.
Excelente contenido.
Así tengamos muchos nervios si nuestra voz se nota temblorosa es señal de inseguridad y el auditorio se dará cuenta rapidamente de esto por lo que no te tomará enserio. Debemos practicar, practicar y practicar nuestro discurso.
Andrés Velásquez – Experto en Oratoria