La zona de confort es el lugar mental en el que uno se siente a gusto y no piensa en cambiar nada. Pero estar a gusto con todo, no es siempre algo bueno.
Por ejemplo el sedentarismo es un mal hábito que perjudica al cuerpo y a la mente. Un hábito es algo que al principio nos motiva pero terminamos convirtiéndolo en una rutina. Nosotros creamos el hábito y luego el hábito nos crea.
Más que racionales a ultranza somos seres emocionales. Las emociones se reflejan en el lenguaje corporal, basta con ver un rostro para observar el estado anímico. Cuando esas emociones se combinan, se procesan y se resuelven en el cerebro, se convierten en sentimientos.
Las emociones conocidas
El miedo, la ira, la alegría, la tristeza, el asco y la sorpresa son respuestas primarias que se hacen conscientes. El cerebro las procesa y convierte en sentimientos de amor, odio, fe, orgullo, vergüenza, culpa o envidia. Así del miedo surge la ansiedad.
De esa manera se estabilizan y perduran. Según resulte la mezcla surgen los hombres comunes, los malos y los grandes seres humanos. Emociones y sentimientos comandan el barco y la razón busca manejarlos. Si los enfrenta surgen los conflictos. El corazón tiene razones que la razón no entiende.
Si bien hay que pensar bien lo que se hace, nunca se debería ir en contra de lo que se siente. Hasta la memoria es recreada por el sentimiento. El éxito depende de que la combinación resulte idónea.
¿Qué es lo que lleva al éxito o al fracaso? La inteligencia emocional es la administración correcta de las emociones y la inteligencia social es la administración eficaz de las relaciones con lo demás.
Control emocional
Hay que aprender a manejar las emociones y sentimientos observando en uno mismo cómo se comportan, no existe el manual del usuario. Una buena receta es registrar las situaciones que provocan felicidad. Luego intentar repetir lo que es agradable y disminuir lo que produce desdicha. Un sano egoísmo es estar bien con uno mismo para estar bien con los demás.
Un buen ejercicio es jugar con los chicos a poner caras de distintas con las emociones, y a que ellos sugieran qué transmiten. Se pueden tomar fotos de un cumpleaños y preguntarles qué cara tiene el abuelo acá, qué habrá sentido. ¿Habrá sentido orgullo o quizás tristeza porque la abuela ya no estaba? Hay que empezar de chico a gestionar las emociones y los sentimientos.
Hoy no está de moda sentir, por eso nadie se lo permite y ante la pregunta ¿cómo te sentís, qué te pasa?, buscan una excusa lógica, matemática, secuencial, justificable. Pero la emoción es otra cosa.
Las personas sanas tienen un compromiso con lo que hacen e intentan lograr algo. No tiene que ser ni grande ni chico, lograr algo es convertir un no en un sí a través del esfuerzo. Eso los hace sentir bien. Si alguien hereda dinero, fantástico, pero si se lo gana, el sentimiento es distinto. Se lo ganó.
Primero nace un sueño en el corazón, después se piensa con la cabeza y se construye con las manos. El estar comprometido con lo que hacen es el denominador común de las personas felices.
Feliz de la vida
El que no sabe lo que quiere nunca encuentra vientos favorables. Sin buscar su realización personal, se concentra en el vacío y no encuentra sentido a su vida. A veces desea ser otro, estar en su lugar, tener su trabajo o a su pareja. Quiere ser distinto a lo que es, tener otra vida. Le cuesta imaginar que alguien esté peor. No hay que envidiar a nadie, sino apuntar al crecimiento y a la autovaloración. Descubrir al genio interior no tiene precio ni tampoco techo.
En las personas felices predominan las emociones positivas, están comprometidas con lo que hacen, tienen relaciones interhumanas buenas, se rodean de gente positiva. Son parte de algo más grande, encuentran un significado a lo que hacen y sienten la satisfacción de poder superar la adversidad. El bienestar tiene más que ver con las emociones y los sentimientos.
Viene primero la felicidad y después el éxito
Sentirse bien no pasa por lo cognitivo, por la esfera intelectual. La felicidad y el bienestar están en la simpleza y tienen que ver con las emociones y los sentimientos.
Frases desafortunadas
El lenguaje más que describir al mundo, lo genera. “Te lo dije”: Es una acusación, “Yo sé más que vos” “eres un idiota”. “¿Y ahora qué te pasa?” Le dice “me incomoda tu actitud”, la lectura de la mente viola la buena comunicación. “¿Qué hice?” Con esta frase coloca al otro como un agresor que lo juzga injustamente. “No vas a poder / Ni lo intentes”: Así lo desalienta. “Vos sabes que te quiero”. Muestra su incapacidad de manifestar sus sentimientos y genera rencor o resignación. Cuando se ama es mejor decir “te quiero” que “tú sabes que te quiero”
No somos seres racionales
Somos seres emocionales que razonan. La emoción tiene su explicación evolutiva. La primera fue el miedo, la segunda el amor, es la que creó la familia humana. El altruismo es la tercera. Es procurar el bien ajeno aun a costa del bien propio.
No es un sacrificio, pero podría serlo. Supone poner al otro primero. Parte de que la dicha está en hacer felices a otras personas. Cada acto de altruismo, pequeño o grande, es un punto en el tejido de la humanidad. El que da también recibe, uno es el otro del otro.
El efecto Pigmalión
El rey buscaba una mujer perfecta, se dedicó a hacer estatuas y se enamoró de una de ellas (Galatea) y la trató como si fuera un ser real. Ella cobró vida y fue su mujer. Si se cree firmemente en algo es más fácil lograrlo y del mismo modo, se suele responder a lo que profetizan los demás. Es importante que alguien ayude a confiar en uno mismo, porque el efecto Pigmalión vale tanto ante expectativas positivas como negativas. Al crear efectos positivos en los que creen en uno los ayuda a crear un futuro mejor para ellos mismos.
Hacerse mala sangre
El pensamiento es una abstracción que la emoción pone en movimiento con neurotransmisores, agentes químicos que llegan al organismo. Quien duerme bien, está sereno, sociable, tiene buen humor, genera serotonina, y esta produce buen ánimo, aprecio, amor, amistad, y calidad de vida. El que está resentido, rencoroso y reprimido genera cortisol que lo lleva a la depresión, al desánimo, a la desesperación y empeora su salud.
Buscar el lado positivo de las cosas permite tener buena salud y vivir más y mejores años.
Cambiar de política
La política es el arte de lograr objetivos razonables. Cuando una vivienda tiene problemas, como que sale agua de la ducha aunque se cierre la manija, la bañadera rebalsa. Otro problema es que la mesa se mueve porque las patas tienen altura distinta y el sol estropea las cortinas. La pérdida de agua puede inundar tu casa. Nada es peor que lo que se puede aguantar, por eso sobrevivieron las moscas. El déficit no se sostiene para siempre tomando créditos. Las reformas no son soluciones de fondo, cuando no se cambia de política se estará incubando la próxima crisis.
Alivia las penas
El ejercicio físico regular mejora la mente y el ánimo, aumenta las defensas y es útil contra la ansiedad y depresión. Al mejorar la hormona de crecimiento da vida a las neuronas cognitivas, libera beta-endorfinas que frenan el dolor, relajan y dan bienestar. La serotonina produce serenidad, paciencia, autocontrol, humor, sociabilidad y estabilidad. La dopamina genera iniciativa, motivación, deseo sexual y aplaca el deseo de fumar o de comer. La noradrenalina provoca alegría y energía. La zona de confort del sedentarismo es mala para la salud física y mental
El médico del correo de Londres hace cientos de años observó que los carteros iban al velorio de los administrativos. Esta observación es concluyente, quien camina en términos generales vive más y el que lo hace con regularidad se siente mejor en su nueva zona de confort.
Ejercitar la atención en positivo
Entrenar la atención, permite realizar las cosas de la vida diaria con conciencia plena (estar presente en lo que se está haciendo mientras se lo está realizando), y a su vez esto colabora con poder dejar de lado los pensamientos y recuerdos rumiantes negativos (propios de la depresión); y llevar intencionalmente la atención a determinados aspectos que edifican y gratifican (la gratitud, la compasión, el contentamiento y la paz).
El ejercicio físico constante, genera nuevas células en el hipocampo (área crucial para el aprendizaje y la memoria) y reduce la actividad de la amígdala (ligada al cortisol y el estrés). Si uno tiene tendencia a deprimirse es recomendable la práctica diaria de meditación y actividad aeróbica. Es muy probable que se palpen, más temprano que tarde, sustanciales mejoras anímicas y físicas.
Vale la pena rescatar, sin embargo, el papel motorizador de la rabieta. Cualquiera que se sienta impedido de hacer aquello que desea tiene dos caminos: la resignación o buscar opciones. Es muy probable que muchos inventos y creaciones tengan su raíz en la furia. Por lo tanto, no hay que desperdiciar sentimientos negativos porque nazcan fuera del ámbito de amor y paz.
Quedarían descartados los caprichos, pero también aquí hay una muy delgada línea que separa los caprichos de las convicciones. Es difícil hacerlo con claridad. Si todo pasa por el filtro de hierro de las propias creencias, se pueden activar los mayores obstáculos. Así surge el coaching, señalando otros caminos posibles, para salir de una zona de confort negativa y acceder a otra mejor.
La estrategia Thelma y Louise
Acostumbradas a hacer las cosas del mismo modo, cerraban los ojos, ignoraban los cambios, se tomaban de la mano y pisaban el acelerador hacia el precipicio. Esto ocurrió en la famosa película. La pregunta a responder es: ¿sigue teniendo sentido hacer lo mismo cuando existe un nuevo contexto? ¿Vale la pena correr siempre de atrás y tratar de no perder la carrera contra las propuestas más innovadoras, pero nunca dar un paso adelante?
El «gen de sentirse cómodo en la incomodidad» no está muy extendido, y debería ser un aprendizaje central en el proceso educativo. Hay que salir a la calle para escapar de la zona de comodidad. Nunca fue tan obvia la necesidad de hacer una transformación drástica, pero a su vez nunca fue tan difícil. El «efecto statu quo«, que estudió la economía del comportamiento, crece en etapas de cambio porque las innovaciones no tienen con qué ser comparadas, y se descartan más fácilmente.
Las organizaciones castigan más a quién decide mal que al que no decide. Este «sesgo de omisión» lleva a no hacer algo nuevo, cumplir con los rituales, sin tomar riesgos. En estructuras con poder atomizado, nadie puede imponer un cambio genuino, todos pueden vetarlo y prevalece el statu quo.
Como los incentivos se plantean para el corto plazo, nadie se anima a ir en contra de lo que le da de comer hoy. Hay que mentalizarse a que no volverá la antigua estabilidad de las reglas, y eso es muy difícil de procesar. En esta etapa de los procesos de innovación, hay que focalizarse en auxiliares, en la aplicación directa de herramientas de cambio. Hay que buscar un lenguaje renovado para fomentar el cambio, que no remita a lugares comunes (aunque sin tenerles miedo).
Cuando quedarse en la zona de comodidad
Cuando lo único permanente es el cambio, la novedad se impone sólo porque es novedosa y nada permanece. Desaparecen las referencias y las señales que cumplen una importante función orientadora. No hay oportunidad para la consolidación de ideas, relaciones o proyectos imperecederos, que trasciendan a la coyuntura. Una rutina es una herejía de repetición, retorno y permanencia, que termina convirtiéndose en aburrimiento.
Nadie llamaría aburridas a ciertas repeticiones, a cosas que se hacen o esperan y cuya verificación tranquiliza. Ellas no inmovilizan el tiempo, certifican los rumbos y aseguran que uno está vivo.
La rutina es una hoja de ruta
El amor se revela nuevo en la eterna repetición de sí mismo, como la naturaleza con sus ciclos. La rutina puede ser una repetición mecánica o convertirse en rituales que tienen contenido a través de gestos, actos y palabras que se repiten. Depende de cómo se vivan.
Toda rutina puede ser vivida como celebración de la continuidad de la vida, de los vínculos, de las elecciones. Los rituales se inventaron para hacer más llevaderos los momentos difíciles.
El requisito previo es vivir despierto, no en piloto automático o en una carrera urgente a ninguna parte. Para que una rutina sea un ritual existencial se necesita paciencia, presencia, compromiso, cooperación, contacto, atención. Mudarse una y otra vez a los mismos lugares, porque nunca son los mismos. La mejor estrategia es poder cambiar la zona de confort pero seguir siendo uno mismo.
La zona de confort proporciona abrigo y seguridad. Abarca lo ya conocido, esos ambientes de los uno se siente parte y en donde se halla a gusto. Pero eso mismo que protege puede causar daño. Acomodarse es estancarse, no buscar nuevos estímulos y retos. Por eso es importante olvidar el miedo a lo desconocido y salir de la zona de confort para buscar nuevas emociones y aprendizajes.
Las zonas de confort suelen ser barreras para el crecimiento personal, las fuerzas de cambio son contradictorias en el cerebro. Por un lado se busca homogeneidad, todo lo necesario para ahorrar energía. Se busca constancia, quedarse en la zona de confort, no correr riesgos. Nada es fácil para la fuerza contraria, la del cambio. La mitad o más de las iniciativas de «cambio» terminan en fracaso. De 100 ideas sólo una llega a la práctica. La prueba de la acción es modelar razonamientos que puedan ser refutados, que logren detectar las brechas, obtener poder explicativo y sobrevivir a razonamientos alternativos. Las pruebas contundentes son específicas, predictivas, y determinadas.
A la verdad uno se acerca para ratificar o rectificar las hipótesis, buscando mejorarlas. Como no existe la divina perfección, la acción debe aproximar a encontrarla.
Verdi dijo que siempre buscó la perfección pero que nunca la pudo hallar. Gracias a eso a los 85 años mantenía su longevidad creativa, porque seguía pasando de un estado de confort a otro, y con gran entusiasmo. Freud explicó que la herejía de una época es la ortodoxia de la otra.