Muchas veces tenemos expectativas vagas y por lo tanto no podemos fijar objetivos realistas y positivos. A veces pasa que ni nosotros mismos nos creemos que podamos alcanzarlos, porque el tiempo transcurrido se encargó de demostrarlo.
Cada tanto leemos notas sobre la importancia de tener metas exigentes y eso nos renueva el compromiso de cumplirlas. En el fondo de la cuestión, lo que subyace, es que los resultados que se esperamos son confusos o múltiples y el cerebro humano no está preparado para eso. Concentrarse en hacer una sola cosa a la vez en lugar de abusar de la multitarea, mejora el rendimiento y mejora la aptitud de cambiar hacia otras actividades y de enfocarse de nuevo más rápidamente.
La Trampa biológica
Hay mutaciones azarosas en los genes y luego la naturaleza elige los que poseen elementos favorables para sobrevivir. Esa teoría descubierta por Darwin se conoce como selección natural. Esto sucede fuera del control consciente. La creatividad, por el contrario, es un proceso consciente que genera cambios en los paradigmas culturales. Es el equivalente cultural del cambio genético. Ciertas mutaciones crean seres que pueden descubrir cosas nuevas, así al componente genético le suman lo aprendido y lo vivido desde la infancia.
Hay una fuerza primitiva y poderosa para sobrevivir: es la entropía o la necesidad de conservar la energía. Por eso precisamos descansar, mirar una película, leer un libro; estar en piloto automático sin gastar energía. Pero recibimos instrucciones opuestas: el menor esfuerzo (entropía) y buscar lo nuevo (creatividad). La trampa es que la entropía es más potente que el placer de descubrir, aunque nos sintamos tan bien cuando aparece.
La trampa educativa
La curiosidad está presente pero es difícil cultivarla porque el sistema educativo no brinda oportunidades. Los genes pasan de generación en generación de modo automático, los mensajes culturales se tienen que aprender. Los “memes” son los equivalentes culturales de los genes. Una persona creativa puede cambiar un meme que modifique la cultura. Existe un costo alto para crear. Lleva esfuerzo y energía, va contra la corriente y necesita aprendizaje. No podemos procesar demasiada información al mismo tiempo y siempre vivimos ocupados, corriendo, y por lo tanto, contamos con poco tiempo, comprometidos con trabajar para sobrevivir. La creatividad es una revelación que produce algo valioso y que sucede en la cabeza por la interacción con el contexto, como un producto social más que individual. La rutina la traba sin darnos cuenta.
El problema es no saber lo que queremos. El poder inteligente es querer con eficacia. Cuando la razón de ser es poco clara sobreviene la parálisis por exceso de análisis. Entonces los objetivos no existen, son confusos, o se diluyen enfocando varios temas distintos. Al no saber lo que se desea o a dónde se quiere llegar, la única opción que queda es rezar. No hay vientos favorables para el que no sabe a dónde quiere ir.
Comprender qué es un objetivo
Un objetivo es difícil de cuantificar. Por otra parte nunca es posible alcanzarlo solo. Por eso para lograrlo hay que aprovechar la tendencia general de la gente a asociarse para alcanzar fines comunes. Un líder creíble traduce una visión en una aspiración concreta, como cuando John Kennedy dijo: “Pondremos un hombre en la luna”. Es una afirmación, clara y valiosa, que crea compromiso.
Una meta bien planteada estabiliza y concentra la atención en lo concreto y simple de entender. Indica que puede alcanzarse. Cuando el propósito entusiasma compromete el corazón y el cerebro, y se convierte en un corrector contra la distracción, la confusión y el desánimo. Un buen objetivo aclara la tarea a realizar, establece los límites de cuándo trabajar o descansar y fija el nivel de calidad en términos de la satisfacción del cliente.
Siempre debe existir la ansiedad por progresar, esto implica un nivel de exigencia que nos haga salir de la zona del confort, sin pasarnos de la raya y caer en el sadismo. Para alcanzar el objetivo no hace falta derramar sangre. Es cuestión de metodología y no de fuerza bruta, es decir que no hay que aplicar la frase se Domingo Faustino Sarmiento cuando dijo que: “la letra con sangre entra”.
Muchas personas caminan hacia ninguna parte. Esto nos lleva a la definición de locura de Einstein: loco es aquel al que le va mal pero sigue haciendo lo mismo. Algunos quieren abrirse camino desde el medio de la selva, es como intentar crear algo de la nada.
Administrar los tiempos
Se han cometido desastres por obsesionarse con el largo plazo. Como decía Keynes a largo plazo estaremos todos muertos. En cambio si dividimos los objetivos por meses, semanas y días se tornan motivadores y alcanzables, asignando las tareas por etapas, que sean factibles de concretar a corto plazo. En el corto plazo es donde se encuentra la acción, y es ahí donde la inteligencia puede trabajar.
La ocupación desplaza a la preocupación: cuando se enfrentan los problemas, ellos desaparecen. Si la mente se enfoca en la meta desarma los bloqueos, los miedos, el estrés, la depresión, que obstruyen el proyecto, porque la ocupación da la señal de que estamos en la senda correcta. Preocupación, en cambio, es ver lo negativo, no abordar la solución, tener miedo al fracaso, a que las cosas no salgan, evitar que las cosas fluyan y fijar en el cerebro la imagen de la derrota. La preocupación no es parte de la solución, es parte del problema, no se basa en la realidad, sino en suposiciones improbables que quitan tiempo y energía. Al preocuparnos destruimos, porque lo negativo engendra su propio destino.
Los buenos objetivos viven y respiran en el corto plazo, la felicidad no está en la estación a la que se arriba sino en la forma de viajar. Se puede planear a largo plazo pero se debe actuar en el presente. Pero cuidado con las listas de objetivos: cuánto más sean peor será el resultado. Por otro lado las cosas cambian, un objetivo que era valioso otrora puede dejar de serlo hoy. Cómo dijo Freud la herejía de una época suele ser la ortodoxia de la otra. Y un objetivo deja de ser loco cuando lo acompaña el éxito. Al loco le dicen loco hasta que tiene éxito. Luego lo llaman genio.
Paso a paso
Conviene siempre empezar por lo que es factible, dando golpes rápidos y exitosos, eso favorece la autoestima.
La forma más efectiva de planificar es a nivel semanal, para evitar que lo urgente prevalezca sobre lo importante. Es decir que los objetivos claves deben ser los semanales, donde hay que concentrar las tareas más relacionadas con los objetivos. En la diaria, conviene usar las primeras horas del día. Cuanto antes mejor, para no correr el riesgo de que vayan surgiendo pequeñas cosas que hagan retrasar o posponer lo que de verdad importa.
Procrastinar es el término que resume lo que dejamos para mañana porque no podemos hacerlo hoy. Y la paradoja es que los últimos avances tecnológicos son alternativas para preservarte de las distracciones producidas por el bombardeo constante de datos proveniente de computadoras y dispositivos electrónicos móviles, pero generan el efecto inverso. Estamos entrando en la era de la pérdida de tiempo.
Nos hemos convertido en perdedores de tiempo crónicos. Un estudio de Reino Unido, revela que el 36% de los encuestados pierden una hora al día revisando correos y redes sociales. Los usuarios de teléfonos inteligentes revisan este aparato una media de 221 veces al día. Toda una industria está naciendo para ofrecer modos de frenar estos impulsos irracionales, desde libros de autoayuda a cursos en línea impartidos por expertos en eficiencia empresarial. Pero el último grito de la moda son las aplicaciones contra la pérdida de tiempo. Pero cualquiera con una computadora o un teléfono inteligente, puede sucumbir ante tanta oferta tecnológica. ¿Cuántas veces al día revisamos el correo electrónico?
Qué es el corto plazo
A menudo trabajamos duro y hacemos mucho, pero cuando observamos el resultado, en realidad no hemos logrado nada.
Es decir que podemos definir el corto plazo como semana, el mediano como mes o trimestre y el largo plazo como semestre. Cualquier plan que exceda los seis meses debemos considerarlo como querer construir castillos en el aire. La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo.
Los éxitos semanales mantienen activa la motivación, debemos tener en cuenta que sean los importantes, las metas insignificantes hay que dejarlas caer por su propio peso. Para fijar objetivos lo que importa más es la pasión. Los objetivos no deben ser aburridos sino magnéticos y originales, que estimulen por el hecho de alcanzarlos, que vengan motivados desde adentro y que sean propios. Tenemos un poder interior que el mundo conoce como empowerment y se convierte en poder inteligente si conjuga el querer con la eficacia.
No alcanza con saber lo que se quiere; sin conseguirlo el deseo se frustra. Lo mismo ocurre si el objetivo se elige por imposición de la familia o de la sociedad de consumo, la que brinda un radar para imitar a ricos y famosos pero no la brújula del autoconocimiento.
Hay que motivarse
Si el trabajo fuera agradable, no te pagarían para hacerlo, dice un tira Dilbert. Para ser feliz el trabajo debe estar impulsado por la pasión; hay que tener el talento necesario para realizarlo, y por último, debemos otorgarle un sentido que trascienda lo material. La clave es encontrar objetivos cuya visión se alinee con las expectativas para facilitar la confluencia de los tres factores.
Para eso se debe fomentar la inteligencia colectiva. Los memes son mensajes culturales en forma de ideas, prácticas, símbolos o conductas que transmite la cultura. En términos de neurociencia aplicada a la inteligencia social, cada persona puede verse como si fuera una neurona conectada a los demás mediante redes basadas en la neuroplasticidad y que mejoran el rendimiento del conjunto, al mismo tiempo que se fortalecen las relaciones interpersonales y la confianza, con la consiguiente mejora del clima organizacional y del bienestar general.
Quienes realizan sus tareas fuera de la empresa, los teletrabajdores, consiguen mayor felicidad y motivación. Si bien para los introvertidos la posibilidad de trabajar desde la casa es atractiva, los extrovertidos se sienten más felices manteniendo relaciones cara-a-cara.
También el descanso cerebral fortalece la salud y el rendimiento. Estimular pausas para practicar yoga, meditación o mindfulness aumenta la felicidad y previene de dolencias, fortalece la concentración y genera aumento de la productividad. El prejuicio es vincular el estar ocupado con el estatus y con el prestigio. La tecnología ha permitido una mayor intromisión en la vida personal, por lo que varias compañías han establecido políticas de «cero comunicación» fuera del horario laboral. En tiempos en los que el talento es un bien tan escaso como imprescindible, aumentar el bienestar de los empleados se ha transformado en una de las maneras preferidas de captarlo y de mantenerlo motivado.
Qué es la inteligencia
Es la capacidad de resolver problemas y abarca tres etapas: comprender la situación, inventar la solución y actuar en consecuencia. El pensamiento cognitivo comprende. Nos dice dónde estamos, qué factores enfrentamos, cómo son las cosas ahora, no intenta todavía encontrar la solución sino hallar la causa. El pensamiento divergente inventa la solución, explora posibilidades mediante una tormenta de ideas. El trabajo en equipo mejora la calidad. Las decisiones de grupo son a menudo mejores que las que toma un dictador aislado. La sabiduría de la gente implica: Diversidad de opinión: cada uno aporta información privada. Independencia: su opinión no depende de la de los otros. Descentralización: tener un conocimiento focalizado. Combinación: saber convertir los juicios privados en decisiones colectivas.
En el camino a la solución el pensamiento convergente aplica la alternativa que lleva a la solución. Es la parte final del proceso decisorio de cognición, divergencia y convergencia. No se generan opciones sin ver con claridad el objetivo. No se puede elegir bien sin plantear alternativas. La calma de las aguas es una metáfora de la primera fase, precede a la turbulencia y agitación de la segunda y finaliza en una cascada.
Como en el río hay remolinos, son los retrocesos. El tiempo se abrevia en cada tramo. A veces con un buen análisis la solución brota mágicamente como una burbuja. La cognición, el pensamiento divergente y el convergente son partes del problema, no son todavía partes de la solución.
De la isla del problema debemos llegar a la isla de la solución y para eso la idea debe cruzar el río con un plan de acción. Los que dirigen el barco deben tener claro el objetivo, monitorear si lo que hacen apunta en esa dirección, ser flexibles para cambiar si no obtienen los resultados deseados. Es el momento del replanteo, de detectar si la falla está en el objetivo, en el plan o en la acción. Hay que aceptar la responsabilidad, sin dejar que la oportunidad se pierda. En el juego de la vida se puede ser jugador o espectador, el ganador es el que una vez que decide logra que las cosas ocurran, elimina las excusas con la decisión racional. Si tuviéramos que realizar un curso acelerado de objetivos, podríamos enseñar que el primer paso es tener in mente el objetivo. El segundo es trazar el plan y controlar su ejecución por si se aleja del objetivo. El tercer punto es tener creatividad y flexibilidad para variar el plan cuando la realidad nos muestre que algo falla.
Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem, mail de contacto [email protected]