Somos capaces de transformar nuestra biología con lo que hacemos, pensamos y sentimos. Con la actividad creamos células y neuronas, la gimnasia preserva la salud cardiovascular y la mental, pero las emociones nos gobiernan. Nos reformatearnos cada vez que aprendemos.
La alegría y el trabajo prolongan nuestra vida mientras que, el estrés malo libera hormonas y sustancias tóxicas. Para crear un cuerpo y una mente que funcionen, la clave es la inteligencia emocional. La depresión ataca al sistema inmunológico, la serenidad lo fortifica. Para 2020, la Organización Mundial de la Salud prevé que la depresión será la segunda causa de muerte. Ante las percepciones uno mismo las convierte en fuentes de placer o de dolor. Así transmitimos al cuerpo la alegría o la tristeza, cambiamos de neurotransmisores, el nivel de las hormonas varía, el ciclo del sueño se interrumpe, la piel y las plaquetas sanguíneas se modifican y las lágrimas contienen trazos químicos diferentes.
Educación emocional. Enseña a reconocer las emergencias y a cambiar a tiempo. Sentirse bien es subjetivo, porque la felicidad va y viene. También es perdonarse, sabiendo que hicimos lo posible. La manera en que pensamos nos conduce, hagamos inteligente la pasión.
Sin aprender a pensar no hay cambio. El estado de flujo, la concentración plena, se alcanza cuando la persona hace lo que lo apasiona y allí su rendimiento es máximo. Un hobby permite comprender que uno es capaz de hacer lo que le gusta y hasta convertirlo en un trabajo.
El alfabeto emocional. Cada pensamiento genera una emoción que moviliza un circuito hormonal que impacta en el organismo. El alfabeto SARD las sintetiza. Las conductas “S”: serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa; y las conductas “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento: fabrican la serotonina, la hormona del placer. Las conductas “R”: resentimiento, rabia, rencor, reproche, resistencias, represión y las conductas “D”: depresión, desánimo, desesperación, desolación; producen cortisol, una hormona que corroe las células.
La “mala sangre” se compone de mucho cortisol y poca serotonina. El buen humor es la clave de la longevidad saludable.
Las actividades rutinarias. Hacen que el cerebro funcione en piloto automático con un mínimo de energía. El peligro es que la rutina nos haga olvidar el propósito original y que trabajemos sin saber por qué. Para salir del encierro, hay que volver al resultado esperado, alineando el foco de atención con la asignación de importancia. “Yo quiero” son palabras mágicas que hacen circular la energía hasta el hemisferio creativo del cerebro. Inspirar la vida en un propósito y concentrarse en él, permite observar a los hechos como oportunidades e interpretarlos a nuestro favor.
El instrumento. El cuerpo es el medio, los sentidos brindan la información, la mente es el vehículo que lo recorre. Cuando uno se produce a sí mismo la voluntad llega más lejos que la inteligencia. Al hallar la misión y consultarla, sin limitarnos a la mera interpretación sensorial, nuestros pensamientos crean nuestro mundo. Entonces nos alejamos de lo que hacemos sin querer y sembramos la semilla de lo que queremos ser.
Escuela de animales. Dicta 4 cursos: volar, nadar, trepar y correr. Se inscribieron el pato, la ardilla, la zorra y el elefante. El pato es muy bueno en natación y vuelo, pero atrasa en escalar y correr, por lo que practica esas materias. Sus patas le duelen por tratar de correr y sus alas se estropean al trepar, falló en ambas materias y sacó un cero en natación y vuelo, sus mejores materias. La ardilla era primera en la clase de trepar y correr y segunda en volar. Pero perdió clases por pescar una pulmonía en su clase de natación y falló en todo. Como tenía dificultad para concentrarse, el diagnóstico fue: “problemas de aprendizaje” y fue sometida a clases para estudiantes atrasados y tratamiento médico. La zorra estaba cómoda en su clase de carreras y también en las de trepar y nadar, pero fue inepta en vuelo y comenzó a atacar a sus compañeros. Su comportamiento llegó a ser tan perturbador, que fue expulsada de la escuela. Se juntó con malas amistades y terminó en un centro para animales delincuentes. El elefante tenía baja autoestima, por no aprobar ninguna materia. Se hundió en la depresión y su terapeuta lo persuadió de ir a la escuela de levantamiento de peso y acarreo que no eran prestigiosas. Se sintió inferior pero tuvo una vida decente y pudo mantener a su familia.
Como en la escuela de animales la educación apunta a crear niños genéricos, obligados a integrarse sin reconocer sus diferencias. Así convierte la ignorancia en mediocridad y no en excelencia. Cada niño tiene formas preferidas informarse y procesar, diferentes aptitudes innatas y temperamentos. Diferencias que afectan su modo aprender. Los estudiantes visuales aprenden mejor a través de imágenes, diagramas y observando cómo hacen los demás. Los auditivos lo hacen mejor con canciones, historias y material oral. Los niños multisensoriales aprenden haciendo y tocando. La mayoría lo es, y precisan manejar manualmente los materiales, aun cuando sean mayores. Otros aprenden mejor en grupo.
Un niño siempre da pistas mediante sus acciones y con las palabras que usa. Si observa y recuerda detalles, o dice “Ya veo lo que quieres decir”, es un estudiante visual. Si canta para sí mismo o inventa canciones, recuerda lo que se dice, o expresa: “Escucho lo que me quieres decir” es un estudiante auditivo. El niño a quien le gusta tocar, desarmar cosas y usa expresiones como “Ya lo tengo” es un estudiante sensorial. Además de sus preferencias, cada uno tiene un estilo de pensar dominante, dependiendo de si procesa información con el hemisferio derecho o el izquierdo.
El pensamiento del hemisferio izquierdo es secuencial, analítico, racional. El del hemisferio derecho es global, intuitivo, subjetivo y artístico.
Ocho inteligencias distintas. Son habilidades innatas. Esta aptitud puede ser musical, creativa, lógico-matemática, lingüística, corporal, interpersonal, intrapersonal o ecológica. Inteligencia lingüística es la de usar y entender el lenguaje. Lógico-matemática la de manejar conceptos matemáticos y razonamientos. Inteligencia creativa es la que inventa, entiende o relaciona imágenes y figuras en el espacio. Inteligencia musical es la habilidad de escuchar tonos y notas y sentir el ritmo. Inteligencia interpersonal es la capacidad de trabajar con otros. Inteligencia intrapersonal es entenderse a sí mismo. La gente tiene una inteligencia altamente desarrollada y otras complementarias. El temperamento y la naturaleza espiritual tienen influencia. Las diferencias en la personalidad nos hacen receptivos a ciertas formas de enseñar. El determinar las preferencias de aprendizaje puede ser crucial para evitar que los métodos de enseñanza tradicionales, que tienden a favorecer los temperamentos más formales, – los que priorizan el hemisferio izquierdo y las inteligencias lingüísticas y lógico-matemáticas- traben el desarrollo de los niños que son diferentes.
Cómo se aprende: ciencia normal o revolucionaria. El crecimiento del saber creó especialistas y como dijo Maslow, como tienen un martillo todo lo que ven les parecen clavos. En épocas de teorías aceptadas los científicos barren la basura (las contradicciones) debajo de la alfombra, los anteojos que tienen puestos les impiden observar. Khun llamó paradigmas a las teorías que no se cuestionan porque las comparten los que detentan el saber de la época. La educación hace algo parecido: cultiva la disciplina y no la curiosidad. Mientras tanto el error se penaliza.
Al principio de la historia el paradigma de la época era que la tierra es plana, se apoyaba en la evidencia que brindaban lo sentidos y la gente lo acoplaba a su sistema de creencias. Cualquier evidencia en contrario era rechazada. Pero con los instrumentos de medición modernos se empezó a acumular evidencia en sentido contrario, hasta que no pudo ser desatendida, comenzó la revolución y la gente empezó a ver la tierra redonda.
Los niños pasan por una revolución parecida. Construyen esquemas o visiones del mundo acerca de los asuntos que les atañen hasta que acumulan suficiente evidencia. En la educación ocurre que al niño no recibe información apropiada para los cambios que precisa. Lo llenan de datos y no puede realizar la revolución intelectual a través de la observación y la experiencia. La neurona tiene dendritas que crecen como las ramas del árbol y reciben la información. Si al entorno no se lo enriquece, no se desarrolla la plasticidad ni la conexión entre neuronas. Así el cerebro no crece.
Un ambiente enriquecido. Además de considerar su estilo de aprendizaje y el momento apropiado para comenzar; también es crítico para la enseñanza contar con un ambiente agradable físico y emocional que lo estimule para que el niño perciba con entusiasmo.
Los niños aprenden mejor en una atmósfera positiva, con una ambientación placentera, en la que se sientan seguros y estimulados.
Los niños son sensibles a la iluminación, a la temperatura, a los distractores visuales como lugar desordenado, ruidos de fondo, y a lo confortable del lugar. Algunos trabajan mejor solos, otros lo hacen mejor cuando se involucran. También son sensitivos a las actitudes de los maestros. Los niños de quienes se espera que fallen, tienen un bajo rendimiento en la escuela, mientras de los que se espera que tengan éxito, son mejores estudiantes. Los padres observadores pueden crear en su casa y elegir en la escuela ambientes en los que cada niño pueda dar lo mejor de sí.
Inteligencias complementarias. No basta con hallar la inteligencia dominante, todas son necesarias y cada uno las usa a su manera. Hay una que se destaca, las complementarias y las que cuestan mucho trabajo. La sociedad privilegia las habilidades lingüísticas y matemáticas. A los niños con esos talentos les va bien y los que tienen las otras fracasan. La industria de las pruebas funciona en la misma dirección. Binet decía que inteligencia es lo que mide mi test. Las pruebas están montadas para corroborar ciertas teorías. En sus orígenes se las concebía como la forma de consumar una supremacía racial. El libro The bell curve lo corrobora. Las pruebas van creando discapacitados que necesitan quienes remedien un mal creado por las mismas pruebas. Para ser positivas deberían enfocarse en lo que los niños saben hacer y retroalimentarlos permanentemente con los resultados.
Coeficientes encadenados. El CI -coeficiente intelectual- mide la capacidad de resolver problemas, el CE, emocional, es el Quantum de la pasión, de la posibilidad de automotivarse y motivar, el CES -coeficiente de inteligencia espiritual- indica cómo nos conectamos con nosotros mismos y con los principios universales. El CES tiene la fortaleza del porqué, el CCR -coeficiente de creatividad- genera las ideas para concretar la misión personal y las metas. El cómo hacer, implica la disciplina del CEJ – coeficiente de ejecución-.
La inteligencia espiritual o vocacional es la que orienta a las demás. Tenemos un potencial de realización y ante cada estímulo se abre un espacio de libertad previo a la respuesta. Mientras que los valores controlan la conducta, respetar los principios universales genera consecuencias favorables. Usemos el coeficiente de inteligencia espiritual para sumar integridad, cumplir nuestras promesas y seguir la voz de la conciencia.
Cómo entrenar las inteligencias múltiples. Se eligen temas de interés y se abren mapas mentales de ideas que incluyan a todas las inteligencias: Inteligencia lógica y matemática. Se incentiva incorporando números, cálculos, argumentos, críticas o clasificaciones. Inteligencia espacial. Se promueve con imágenes, ayudas visuales, visualizaciones, colores, arte, metáforas y técnicas para generar nuevas ideas. Inteligencia musical. Se puede motivar con sonidos ambientales y pedirles que le pongan música a los temas. Inteligencia corporal. Hay que tratar de convertir la situación en experiencia, o en algo que se pueda tocar. Inteligencia ecológica. Atraer seres vivientes y fenómenos naturales a la escena. Inteligencia social. Incorporar gente en el proyecto Inteligencia intrapersonal. Despertar sentimientos y recuerdos, escoger opciones, idear relaciones que los involucren. Inteligencia Lingüística. Hacer que tomen apuntes en un diario personal, usar libros, revistas o diarios.
A medida que surgen las ideas se anotan en el mapa de la inteligencia respectiva. No importa si parecen descabelladas, se irán afinando de a poco.
La tragedia del aprendizaje. Es disociar las inteligencias como entidades separadas y considerar como fracasados a los niños que rechazan someterse pasivamente a los sistemas tradicionales. Son ellos los agentes de cambio que hacen las cosas de manera distinta y que revolucionan la cultura. Muchos revolucionarios de la historia sufrieron la escuelitis. Einstein aprendió a leer a los 9 años, a Edison le iba mal en la escuela, de Nietzche se pensaba que era retrasado, Beethoven no pudo aprender aritmética básica. Churchill, Picasso, Leonardo da Vinci, Henry Ford tenían habilidades políticas, científicas, literarias, artísticas, musicales, molestas para el entorno educativo, pero ellos revolucionaron al mundo
Cada inteligencia puede ser simbolizada: la lingüística con palabras, la musical con notas, la espacial con formas. La capacidad de simbolizar lo que no está presente es un indicador de la inteligencia. Hay un nivel de representación actuante con el cuerpo, icónico con la imagen y simbólico con el concepto. La imagen es el nexo entre lo físico y lo mental, el puente entre el cuerpo y la mente. Así como existen los genios existen los savants, son genios con subdesarrollo en otras áreas. Raymond en el film Ran man, era un retrasado mental pero un genio en lógica y matemática.
Es que uno es loco hasta que tiene éxito. Luego hasta los que lo llamaban loco ahora le dicen ¡genio! Cada cual es inteligente a su manera.
*CEO de Ilvem. Mail de contacto [email protected]