Recordamos sólo el 5% de lo que escuchamos. Por lo tanto, hay que escuchar activamente, con entusiasmo, haciendo de la escucha una un acto. Eso es inteligencia auditiva
Educar viene del latín “educcare” y significa sacar de adentro el potencial que traemos al nacer. La estimulación temprana es al desarrollo cerebral lo que el alimento para la salud. Esa capacidad no se adquiere automáticamente. El cerebro precisa información para hacer crecer la inteligencia en un mundo que todavía desconoce. Con poca estimulación, irregular o impropia, nunca desarrolla su potencial. La estimulación temprana organizada permite acceder a un alto nivel intelectual.
Las neurociencias descubrieron la neuroplasticidad, que es la capacidad del cerebro de formar y reformatear redes neuronales a partir la experiencia y a través del aprendizaje. La comunicación entre neuronas facilita el traspaso más eficiente y un cerebro más plástico y menos rígido.
El estómago tritura el alimento ayudado con el jugo gástrico y llega al intestino delgado para la digestión. El estómago intermedia en la alimentación. El alimento rico en grasa cae como piedra en el estómago y provoca irritación. De aquí surge la importancia de la buena alimentación.
El cerebro, como si tuviera varios estómagos, demanda un buen menú alternativo para las áreas visual, auditiva, táctil, olfativa y gustativa. Todas ellas necesitan buen alimento. El área auditiva es la más difícil de entrenar. El mar de ruidos y sonidos sin ton que recibe impide que las voces y los sonidos relevantes lleguen al oído para que lleve al cerebro mensajes claros. Para lograrlo hay que presentarle sonidos fuertes que representan amenazas, el sonido de la voz humana para el desarrollo de la capacidad de comprender la lengua y la música para el desarrollo del oído musical.
Según la teoría de las inteligencias múltiples todos tenemos un genio interior y una capacidad especial. Esto implica enseñar optimizando más esa destreza sin alterarle el tipo cognitivo. Algunos prefieren la teoría, otros aprenden mejor en la práctica. Algunos son más listos para escuchar, otros para leer o hacer. Es importante saberlo para trabajar con el método que más les convenga.
Inteligencia auditiva
Es el modo sobresaliente de inteligencia que permite aprender el habla. Esa capacidad es propia del área auditiva del cerebro. Es la más importante para la actividad escolar pues ésta se centra en la escucha y en la comprensión de mensajes orales abundantes y frecuentes.
Las fallas en la inteligencia auditiva afectan la comprensión, el lenguaje, la conducta y la atención y pueden hacer que un niño se vuelva triste, depresivo, desmotivado y falto de energía.
Es el desarrollo más complejo pero tiene la ventaja de que inicia en el vientre materno con los estímulos sonoros. El habla y la música son sus fuentes principales. Cuanto antes se fomente más fácil y perfecto será. La inteligencia auditiva es la más urgente porque, en poco tiempo los estímulos pierden eficacia. Los pequeños alcanzan la capacidad de discriminar sonidos como propios de cada lengua y los sonidos musicales. Hay que enseñar a usar el oído. Las claves son: la edad temprana, la calidad y abundancia de los estímulos, su regularidad y práctica. A los tres años se pierde nitidez en la percepción de fonemas nuevos. Hay que estimular al bebé para grabar en su cerebro los fonemas necesarios antes de que sea demasiado tarde, aun los de otras lenguas.
Cómo se adquiere el oído musical
Es poder apreciar los sonidos musicales como son y reproducir melodías sin desentonar. Una adecuada educación auditiva en el momento justo dota de un oído excelente. La inteligencia auditiva para discriminar los sonidos musicales es de la misma naturaleza que la necesaria para diferenciar los fonemas de la lengua. Una persona con pobre oído para la música también lo tendrá para las lenguas.
Una de las formas entrenarlo es con la música sinfónica de mejor calidad a diferencia de la costumbre más extendida de utilizar delicadas melodías interpretadas por un solo instrumento o por unos pocos, como el violín, la flauta o el piano. El objetivo no es la relajación del bebé sino el desarrollo de su audición. Sólo será posible si se suministran estímulos correspondientes a toda la gama del espectro sonoro, ya que el oído interno está dotado de 20 000 células ciliares y 50 000 neuronas especializadas respectivamente en la percepción de algunas frecuencias de sonidos y en su transmisión al cerebro. La música orquestal producida por instrumentos que emiten una gama muy variada de sonidos es pues la más adecuada para estimular no a unas cuantas células, sino al conjunto de ellas y favorecer el pleno desarrollo de la inteligencia auditiva. Las fallas más frecuentes son: lentitud en el procesamiento de lo que se escucha, dificultad para discriminar los sonidos, falta de uniformidad en los umbrales de percepción, algunas distorsiones que complican la comprensión y pueden causar tendencias depresivas, una pobre lateralización auditiva, etc. Lo más recomendable es favorecer el desarrollo con programas de estimulación.
El humor de la música
El “Do mayor”: tiene una cualidad bastante dura pero puede provocar regocijo. Un compositor hábil, la puede convertir en encantadora y usarla también en casos de ternura. Do menor: es amable pero al mismo tiempo triste; pero se puede animar mediante un movimiento un tanto alegre y parejo, si no, uno se podría fácilmente somnoliento por su suavidad. Pero cuando se trate de una pieza destinada a promover el sueño, podemos omitir esta acotación y lograr pronto este fin del modo más natural. El oído es el órgano más inteligente y el más arcaico y por eso mismo el más sabio, aunque la conciencia ignore el alcance de ese saber.
Audiencia
Es la técnica para aprender a escuchar y permite concurrir a clases o conferencias y obtener el máximo rendimiento. Implica oír para captar ideas y está ligada a la oratoria como proceso inverso, para descifrar y recordar las ideas principales que forman parte del discurso.
No hay segunda oportunidad para la primera impresión
El impacto de un elemento recién adquirido, es crucial para su recuerdo. Es por ese motivo que debemos ser conscientes de su importancia. La expresión oral, por el entusiasmo que genera, provoca resultados trascendentes, establece vínculos certeros y deja sus huellas más profundas. Pero muchos concurren a clase con un espíritu pasivo. Esa pasividad asume diferentes formas. Algunos intentan copiar todo sin atender, otros atienden y piden los apuntes o graban la clase. La copia textual es imposible de realizar sin conocimientos de taquigrafía. Desde el punto de vista de la comprensión, esta forma no nos ayuda. La persona que se preocupa por copiar todo no puede prestar atención.
La única ventaja que tiene el sistema y que en definitiva se transforma en inconveniente, es que el alumno tiene todo lo dicho por el profesor pero le costará demasiado trabajo comprender que fue lo principal y que lo accesorio, porque restó jerarquía al primer contacto.
Los apuntes esquemáticos no alteran la atención y se organizan, se reconstruyen y se graban en la memoria con mucha mayor rapidez y precisión. Se aprende a sintetizar en palabras claves los contenidos. Estas palabras claves para ser tales deben traer a la mente, una vez terminada la clase conferencia, las ideas y pensamientos del profesor. Para hacerlo hay que dominar la técnica 80/20 de Pareto, según la cual el 20% de lo que se dice es lo más importante. Para eso hay que aprender a separar lo importante de lo meramente aclaratorio. Para evitar los efectos de la curva del olvido, hay que reconstruir la clase a partir del diagrama, según el principio de repetición activa.
Saber escuchar
El arte de saber escuchar se ha transformado en una destreza que se puede entrenar. La comunicación hizo de la indefensa criatura humana el dominador de la naturaleza.
Sin embargo, se puede hablar sin saber decir y oír sin saber escuchar. Quizás, el hombre fue dotado con tres orejas – dos oídos y un corazón – para saber escuchar en lugar de atender sólo lo necesario para retrucar, ignorar o fingir que se está prestando atención. El que sabe escuchar mejora la calidad de la conversación. Hasta la naturaleza parece habernos dotado de dos orejas y de una sola lengua, para escuchar el doble de lo que hablamos. Sólo el 7 % de la comunicación es verbal, porque las emociones se expresan en formas, tonos de voz, expresiones y ademanes que hay que saber escuchar. Por eso hay que observar más lo que se hace que lo que se dice.
No basta con simpatizar con el interlocutor que es estar de acuerdo. En la empatía existe un valor agregado: sentir lo que el otro siente, saber lo que le pasa, detectar la congruencia entre lo que dice, piensa y corporiza. La empatía mutua genera sintonía, altruismo, destreza social y liderazgo.
¡Qué placer es estar con alguien así!
Los hombres son actores que expresan el libreto que la cultura les permite. Pueden minimizar, exagerar o disfrazar emociones para no herir. Esa capacidad produce un impacto, las emociones contagian y se transfieren como un virus.
Quien sabe escuchar estas señales, incrementa su poder de persuasión que se mide por el grado de influencia. Los que se «meten en el bolsillo a la gente» arman agendas, median en conflictos, porque saben conectarse. La clave es aprender a realizar un identikit auditivo.
Una ética para la disputa
Hay diálogos entre sordos o por intereses que generan un doble discurso y modelos defensivos. Tomar conciencia facilita el diálogo constructivo, coherente y verificable. No se trata sólo de la verdad sino de alcanzar metas como autoestima, confianza y competencia.
Escuchar la voz de la gente
Muchos gobiernos no escuchan la demanda de desarrollo personal, no buscan disminuir la brecha digital. Entonces la gente no incorpora el enorme diferencial simbólico de la apropiación tecnológica. La crisis suele ser la excusa para la falta de políticas.
Conócete a ti mismo
Saber escuchar la voz interior es la destreza máxima, ya que para quien no sabe lo que quiere es indiferente al camino que elija. El peligro es tratar de gustar perdiendo fidelidad con uno mismo. También hay que saber escuchar al otro, compartir y contagiarse con sus alegrías y procesar o contener sus angustias. Quien no escucha vende productos, quien sabe escuchar vende soluciones. Las mejores empresas escuchan al cliente porque la información les permite transmitir el mensaje apropiado cuando les llegue el turno de hacer uso de la palabra.
El aprendizaje de la escucha es progresivo: reproducir el contenido, poder repetirlo con otras palabras, descifrar las emociones, reunir los factores. El sonido más melodioso para el oído humano es el nombre propio. Hay que demostrar ese interés por el interlocutor a través del feedback, repreguntando, mirando a la cara, tomando notas.
La clave es evitar el diálogo interno mientras habla. Saber escuchar es el primer paso a construir redes disponibles antes de usarlas: redes de comunicación, redes de expertos y redes de confianza.
Poner la oreja
La sensibilidad se acrecienta en estado de calma. La credibilidad crece al entregarse al otro para poder influir después, en lugar de dar consejos fuera de contexto. Saber escuchar exige dejar de juzgar, crear un espacio de silencio que conecte con el potencial para poder responder con responsabilidad sabiendo manejar las propias emociones. Se recuerda el 5% de lo que se escucha, el 25% de lo que se ve y el 90 % de lo que se hace. Por lo tanto, hay que escuchar activamente, con entusiasmo, haciendo de la escucha una un acto. El gran maestro de la escucha fue Sócrates quien escuchando lograba un milagro: hacía parir ideas.