La creatividad es un recurso virtualmente ilimitado: todo ser humano tiene potencial creativo que se puede aplicar a fines valiosos. El número de personas que hacen labor creativa -los científicos, ingenieros, tecnólogos, artistas y los diversos profesionales de otros campos que constituyen la «clase creativa»- aumentó mucho en el siglo pasado. En 1900, menos de 10% de los trabajadores estadounidenses hacía labor creativa. En 1980, esa cifra era de 15%. Pero en 2000, la clase creativa incluía casi un tercio de la fuerza laboral. El sector creativo representa cerca de la mitad de todo el ingreso por sueldos y salarios en EE.UU. -US$ 1.700 millones, es decir, tanto como los sectores industrial y de servicios combinados.
Imagine cuánta riqueza podría generarse si también se aprovecharan las capacidades creativas de los dos tercios restantes de la fuerza laboral. El año pasado me di cuenta de una dura realidad: Estados Unidos, aunque mantiene una ventaja a este respecto, está lejos de ser invencible. Su posición es más débil de lo que se piensa. Durante la mayor parte de la historia, la riqueza provino de la dotación de los recursos naturales de un lugar. Pero ahora el recurso económico clave, la gente creativa, es sumamente móvil y gravita hacia lugares que tienen ciertas condiciones. Para lograr crecimiento, una región debe tener lo que yo llamo las tres T: tecnología, talento y tolerancia.
Rakesh Khurana. Indio. Profesor asistente de Harvard Business School e investigador de Liderazgo Creativo. Autor del libro «Searching for a Corporate Saviour: The Irrational Quest for Charismatic CEOs».