Es sabido que la vida social nació a través de la comunicación lingüística.
Sabemos que el hombre le dio identidad a las cosas cuando las nombró, y estableció el lenguaje. Las marcas que se tallaban en la arcilla en la prehistoria de la escritura, ya estaban cargadas de simbolismos para comunicar algo.
Lo mismo sucede hoy, cuando analizamos una escritura, decimos que son las marcas personales, los signos gráficos de alguien, que aunque tal vez sean similares a otro resulta diverso en su interpretación.
Las palabras tanto escritas como habladas tienen un poder en sí mismas. Todo lo que yo menciono existe, aunque sea en mi mundo subjetivo, porque le doy identidad.
Ya en el libro del Génesis cuenta que el hombre puso nombre a todos los animales que existen y hasta hoy se conocen, quiere decir, que le dio identidad a todo lo que era capaz de dominar. Desde una interpretación simbólica, significa que tenemos la capacidad como seres humanos, de ponerle “nombre” o “identidad” a las circunstancias que nos rodean, sobre todo a las que podemos dominar.
Tenemos la capacidad frente a la situación “escasez” nombrarla “búsqueda”, frente a la situación “crisis” nombrarla “oportunidad”, frente a la situación “adversidad” nombrarla “desafío”.
Los emprendedores estamos permanentemente buscando nuevas identidades, y quizás pensar la vida desde esa óptica resulta más placentera.
Por otro lado, la forma en que miramos las situaciones y la identidad que le demos, será el resultado que obtengamos en todos los aspectos. Porque en la mayoría de los casos, según como me comunico con las situaciones lo hago con los demás, y esto se convierte en un círculo vicioso donde a veces es difícil ser objetivo y darse cuenta de nuestro comportamiento.
En el análisis de un escrito lo que primero salta a la vista, es el tipo de “conversación” que mantengo conmigo y con los demás. Y muchas veces la persona no se reconoce en este espejo que le devuelve el informe. Cuando esto sucede, casi podríamos gritar ¡Eureka!, porque quiere decir que aquí hay una desarmonía comunicacional entre los demás, yo misma y lo que me digo de mi misma, y a partir de allí lo que resta es atacar la cuestión trabajándola para lograr mejores objetivos.
Otra cosa que hacen las palabras es construir. Ya que todo lo que declaramos con nuestra boca tiene poder, podemos construir la vida que queremos, la familia que queremos, el trabajo que queremos, los resultados que queremos.
Sólo es cuestión de escuchar y ver las palabras que estamos utilizando, convertirnos en expertos observadores y detectar si lo que declaramos nos está abriendo o cerrando oportunidades.
Gabriela Arismendi
Grafóloga
Reg. N°10982
Miembro AGORA (Asoc. Grafólogos Oficiales de la Rep. Arg)
Consultora en PNL
CONSULTORIO EMPRENDEDOR DE GRAFOLOGÍA
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Gabriela Arismendi es grafóloga pública, egresada del Instituto Emerson. Conferencista y autora de artículos sobre la profesión.