La cuestión no pasa por hacer historia. Más de veinte años lleva funcionando la franquicia en la Argentina como lo que es: uno de los más efectivos sistemas de expansión comercial. Hoy, según los datos que oficialmente brinda la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias (entidad creada a comienzos de este año, producto de una poco explicable fusión entre la Cámara de Grandes Marcas –no todas franquiciadores, claro- y la Asociación Argentina de Franchising), hay más de 400 franquicias operando en el país.
La pregunta que nos formulamos es contundente: ¿Hay realmente más de 400 marcas franquiciadoras operando en el territorio de la Argentina? Lo ponemos en duda, porque no se puede considerar franquicia a la de aquel empresario que sólo plantea su intención de serlo. Y nos encontramos – muy seguido – con empresas que aparecen titulándose como franquiciadores y poco tiempo después empiezan a desaparecer del mercado como tales.
Es claro que la ausencia de una ley que regule la actividad (como existen en la Unión Europea, en USA, en México, en Brasil) ayuda a que cualquiera pueda intentarlo.
Y muchas veces el error más grande del titulado franquiciador es que piensa que sólo con anunciar su decisión es suficiente.
Sabemos que no es así, sabemos que quien quiera desarrollar una red de franquicias debe prepararse para ello, trabajar con una consultora especializada en el tema, ir dando los pasos necesarios para armarse, crecer y consolidarse. Y fundamentalmente, pensar que el éxito de una franquicia depende de que a las dos partes que intervienen en la actividad les vaya bien. Allí está el nudo del problema: cualquier franquiciador que se precie, debe evaluar no sólo la factibilidad de su negocio, sino también –y prioritariamente- la del emprendimiento que realice su franquiciado.
Quienes estamos en esta actividad sabemos, y lo probamos casi a diario, que una franquicia tendrá larga vida si el negocio es atractivo y rentable para las dos partes que intervienen. De lo contrario, como dice el refrán acerca de la mentira, tendrá patas cortas… Y durará poco.
De las 400 franquicias que operan en la Argentina, podríamos arriesgarnos a asegurar que a la mitad le va muy bien: porque trabajan seriamente, porque piensan el negocio desde los dos lados, porque no creen que el dinero se gana mágicamente, porque piensan mucho más allá de mañana.
El otro 50 por ciento, la otra mitad, son aquellas 200 que nunca tendrán los mismos nombres, porque fracasarán después de un tiempo, porque dirán que el mercado no les ayudó, porque proclamarán que el sistema de franquicias es complicado, porque serán reemplazadas por otros que son más aventureros que empresarios.
Nada de eso. Estamos convencidos. Si el sistema se aplica como corresponde, si la franquicia se construye sólidamente, no hay alternativa mejor para el empresario dispuesto a crecer bajo una metodología experimentada, sólida y segura. Su camino es la franquicia. Pero la franquicia en serio, como debe ser. Como la experimentan aquellos que alcanzan el éxito.
Adolfo Imas – mundoFranquicia Consulting Argentina – Director General
es muy difícil ponerse en marcha, como en cualquier negocio como no. Lo bueno de una franquicia es el valor añadido que aportan: experiencia, apoyo, soporte…
Un saludo.