Las personas reaccionan más, ante el conocimiento que da la experiencia propia, que ante la información estadística cierta, y a falta te hechos hay muchos que se dedican a inventarlos.
La post-verdad no somete los datos a control, los presenta como verdaderos y que han sucedido.
Las noticias falsas existen desde hace siglos, pero ahora nos invaden y cambian hasta el resultado de las elecciones presidenciales. El problema es convivir con un sistema informativo rodeado de opiniones, datos y falsas certezas, donde los hechos influyen menos en la opinión pública que las emociones y las creencias. Lo aparente es verdadero, si coincide con lo que uno cree.
Hay cosas que se creen pero que nunca pasaron. Que Adán y Eva mordían la manzana, en la Biblia no está. Don Quijote no dijo: Ladran, Sancho, señal que cabalgamos. No fue de Voltaire la frase “No estoy de acuerdo, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Hegel no escribió: “Gris es la teoría, y verde el árbol de la vida”, ni Sherlock: “Elemental, querido Watson”, o Borges: “Si viviera de nuevo trataría de cometer más errores”.
Si no se revisan las creencias, cada tanto, pueden ser falsas o controladas por un autor desconocido. Hay un boom de la noticia falsa. Tanto, que el Diccionario Oxford declaró la “post-verdad” como la palabra del año. Ya no era un artilugio para conseguir más tráfico. La elección de Trump como presidente comprobó que las mentiras pueden ocupar el lugar del poder real.
Las apariencias engañan
La fragmentación de las fuentes de noticias creó un mundo atomizado en el que se riegan con velocidad y son compartidas en una red cuyos miembros confían entre sí más que en los medios. El populismo creó los mayores aparatos de prensa estatales desde la Guerra Fría para desmentir verdades y calificar de enemigos de la patria a los adversarios.
Trump, contra toda evidencia, afirmó que a la ceremonia inaugural asistió la mayor multitud de la historia. No es casual su frase: “la gente quiere creer que lo más grandioso y espectacular existe”.
Verdades estadísticas.
Una persona de 20 años, tiene 99.95% de probabilidades de seguir viva al año. Este valor decrece y una persona de 80 tiene 95% de chances de llegar a los 91. Pero luego se acelera y a los 100 vivir un año más tiene sólo 50% de probabilidad de vivir a los 12 meses.
Para muchos la muerte es inexorable. Pero hay historias de la biología que hacen dudar. Las langostas marinas no son mortales, no envejecen y su probabilidad de muerte es cero. Pero no son inmortales, porque siempre aparece un predador, un cambio drástico del ambiente o una fatalidad.
La hydra nace como un pólipo adherida a una roca. Al madurar se convierte en medusa por unos años. Luego rejuvenece, se convierte en pólipo y reinicia el ciclo. Es imposible conocer su edad.
Con tratamientos con células madre, eliminando células viejas, reparando el ADN o con la reprogramación celular hay ratones o tejidos cultivados que dejan de envejecer y hasta rejuvenecen.
Para el Instituto Max Planck adoptar buenos hábitos (no fumar, no alcoholizarse, no ser obeso), alarga 12 años la expectativa de vida. Tal vez permita acceder tratamientos para vivir aún más.
Un mejor estado físico y mental contribuye también a una mayor calidad de vida.
Genes y memes
Los memes son los transmisores de información cultural entre individuos. Mientras los genes se transfieren automáticamente y sin errores, los memes lo hacen en forma imperfecta. Se acostumbra tomar en serio sólo a los genes ya que aterra la idea de un gen fallido, en cambio se aceptan ideas disparatadas de modo divertido, como jugando al teléfono descompuesto.
El gran poder de las historias
Los relatos impactan más que las frías estadísticas. Muchas decisiones se toman en base a crónicas. Un 50% de probabilidades de lluvia, no asegura que llevemos paraguas, pero nos decidimos si nos cuentan que alguien se empapó por no ser precavido.
La ficción, el invento de una historia, permite fundar mitos colectivos que ayudan a la cooperación entre extraños aunque no tengan basamento real. La importancia del relato en economía hace que muchas veces sean historias simples aunque erróneas las que se propagan, dejando de lado explicaciones coherentes, pero mal narradas. Muchas ideas funcionan como epidemias: ganan un fuerte impulso inicial cuando prenden, y luego comienzan a perder su impacto, hasta que las reemplaza la siguiente fábula. Es extraño para profesionales que buscan la verdad. Una buena historia, aunque falsa, atrae compradores, y una mala noticia baja el precio de las acciones.
Los comentarios positivos en los medios inducen pronósticos de crecimiento de la economía muy optimistas y los negativos provocaban exactamente lo contrario. Estas reacciones constituyen el fundamento del frenesí exagerado que, cuando se extingue, puede producir crisis abruptas.
Las historias definen elecciones
Una propuesta atractiva pero falsa puede atraer más votos que una realista pero negativa. Y sin embargo los mecanismos que hacen que las historias ganen votos son a veces inesperados. Las mentiras que favorecían a Trump eran las más recordadas.
Los medios no tuvieron un impacto decisivo en las elecciones, la mayoría favorecían la candidatura de Hillary Clinton. Fue la entrega de historias a domicilio la que pudo haber jugado un rol determinante. Hay sospechas de que una empresa envió mensajes personales a cada potencial votante para que cada uno de ellos escuchara la historia que mejor le caía. Estas historias personalizadas se construyeron a partir de un trabajo que logró determinar con bastante precisión la personalidad de muchísimos potenciales votantes, a partir de los perfiles de actividad en Facebook. Trump le prometió a cada individuo hacer realidad sus deseos si ganaba. Y mal no le fue.
Las cosas más importantes del mundo residen en la imaginación: la nación, la religión y el dinero son sólo algunas. Una de las ventajas de la ficción es que nos permite coordinar acciones para alcanzar un fin común. En economía, las historias traen ventajas, pero también acarrean riesgos.
Basar nuestra realidad en «castillos en el aire», puede crear las condiciones para desatar una crisis. Entender cómo compartimos la información, cómo se manipula y en qué circunstancias se puede transformar en un fenómeno viral es crucial para entender el funcionamiento de un mundo donde las historias son, en buena parte, lo que nos hace humanos.
La siguiente historia ha gozado de una amplia difusión.
Un turista llega a un hotel en un pueblo, deja un billete de 100 U$S en el mostrador y pide inspeccionar la habitación. Cuando se pierde de vista, el propietario toma el billete y corre a pagar su deuda de igual cuantía con el carnicero; éste se apresura a saldar la misma deuda con el panadero; éste le debía 100 a la prostituta, que los cobra y, a su vez, se acerca al hotel y vuelve a dejar el mismo billete en el mostrador en pago de lo que debía al propietario. En ese momento, regresa el turista, dice que no le gustan las habitaciones, toma el billete y se marcha. Nadie ha producido nada, nadie ha ganado nada, pero el pueblo ahora vive sin deudas y puede mirar hacia el futuro con más confianza. ¡Magia! Basta con que el dinero circule para superar la crisis.
La moraleja que puede desprenderse del billete mágico, es que la economía padece sólo de un problema de liquidez que se puede arreglar fácilmente expandiendo la oferta monetaria (o su velocidad de circulación) y el crédito. Pero no se puede trasladar al mundo real, en el que esa expansión puede agravar la situación y no hay turistas dejando billetes en mostradores, sino contribuyentes arruinados por las autoridades y forzados por ellas a entregar su dinero para rescates ajenos. Un dinero, por cierto, que esos contribuyentes, al revés que el turista, no recuperan
Historias de fracasos convertidos en éxitos
Fuck Up Nights es un emprendimiento que funciona en 77 países. En un grupo cada uno grupo cuenta sus fracasos en negocios y proyectos. Tras los relatos se sale fortalecido. Hay más leyendas de exitosos que antes fracasaron. Pero el dicho “nunca te des por vencido” lleva a frustraciones y empecinamientos. Porque lo imposible también existe.
Una sociedad resultadista busca soluciones inmediatas, no tolera la frustración ni los límites, el resultado importa más que el proceso y la utilidad remplaza al sentido. Contar los fracasos no puede ser el secreto del éxito. Cuando se dejan de buscar resultados, y se pone el foco en la acción misma, desaparece el fracaso y asoma la sabiduría. El éxito, vinculado a lo material, se confunde con fama, se lo asocia a la victoria y se otorga desde afuera. El éxito personal y la felicidad se asocian como logros de una vida orientada a la búsqueda de sentido, a explorar las razones por las cuales se vive, a vivir para alguien y para algo, y a dejar ese mundo mejor de cómo se lo encontró al llegar.
Íntima y personalmente fracaso significa no haber encontrado respuesta a las preguntas sobre el sentido, el amor, dela trascendencia. Avanzar confiado en la dirección de los sueños y vivir según uno imaginó, hace que aparezcan los éxitos inesperados.
Cómo dijo Picasso : “cuando la inspiración llegue espero que me encuentre trabajando”.
No debe proponerse utilitariamente el éxito, ni hacer exhibición de los fracasos. Si el fracaso se convierte en moda y en consumo, su producto puede ser el más vacío de los éxitos.
Hechos alternativos
Aceptar mentiras como “hechos alternativos” desfigura la política. Si van a seguir mintiendo: ¿cómo confiar en la información que brindan en sus declaraciones? ¿Cómo poder creerles? Exijamos que siempre digan la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Rechacemos las exageraciones y las mentiras fabricadas, las diga quien las diga. No aceptemos términos políticamente correctos pero falsos, encapsulados como hechos alternativos.
Como dijo Nietzche: “no existen hechos, sólo interpretaciones”.
Cuando los memes llegan al cerebro forman patrones:
Se relacionan con otros, se combinan y salen, repitiendo el circuito en otras mentes, y capturan con más facilidad a las distraídas o a las que no poseen filtros eficaces. El peligro es no darse cuenta que estamos expuestos a memes buenos o malos. Hay que evitar las conductas pasivas y lograr la toma de conciencia.
Los memes se activan y energizan según la atención que se le brinda; por eso las noticias que más venden son las que se impactan emocionalmente. El peligro es que solemos buscar las soluciones fáciles y no las mejores: mientras se promociona ¡Adelgace en 5 días!; cada vez hay más gordos.
Existen memes conectados a la supervivencia y memes formados por la educación. Quien los aplique estrictamente hará más de lo mismo: si uno hace lo que siempre hizo y no lo que querría hacer, es el indicio de que se encuentra prisionero.
La trampa es conformarse con aprender las repuestas, sin comprender que lo importante es formular nuevas preguntas. Cuestionarse ¿por qué realmente se defiende una idea?, ¿es beneficiosa?, ¿ no existen otras alternativas que se rechazan?, ¿qué pasaría si no se la usara?
Para no contagiarse con memes indigestos, hay que aprender por uno mismo, para que las ideas no sean solo copias sino memes de propia elaboración. Fabricar memes es intermediar entre lo innato y lo adquirido, para llenar esa página en blanco que es la mente al nacer y convertirse en el arquitecto creador del propio destino. Para no ser dirigido por una opinión pública devaluada hay que formar una opinión independiente, educada por uno mismo, no por las historias ni por los relatos.
Dr. Horacio Krell. Director de Ilvem, mail de contacto [email protected]