por Dr. Horacio Krell*
El hombre recibió tres heridas a su narcisismo a lo largo de la historia. Copérnico postuló que la tierra no era en el centro del universo, Darwin, que descendemos de los simios y Freud que nuestra conducta responde a factores inconscientes. Padecemos de una racionalidad limitada. Nos dominan los instintos o las emociones, no podemos ponderar con certeza nuestros objetivos, ni buscamos toda la información necesaria para dar soporte a la decisión racional.
Una herida reciente fue la disminución de las capacidades humanas frente a la tecnología, con un deterioro de los sectores sociales más débiles que son excluidos del sistema económico.
Heurística
Es la capacidad para innovar, descubrir, inventar o resolver problemas. Proviene del griego εὑρίσκειν o del ¡Eureka! de Arquímedes. Antes se ignoraba la relación entre emoción y razón. Pascal dijo que el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Einstein anticipó que la imaginación era más importante que el conocimiento. En la década del cerebro 1990-2000- se avanzó en el estudio del cerebro mientras piensa cuando se pudo visualizar el proceso del pensamiento. El hombre decide con la heurística antes que con reglas de optimización. Su irracionalidad se manifiesta en la aversión a la pérdida.
Prefiere no perder 100 antes que ganarlos, hay una extraña asimetría en sus decisiones.
Los hemisferios cerebrales
El hemisferio izquierdo del cerebro trabaja con palabras y con ellas genera los conceptos, es racional, hace la lógica, es estratégico, avanza paso a paso hacia al objetivo. El Hemisferio derecho procesa imágenes y genera las ideas. Es emocional, hace lo que le gusta. Es intuitivo, en lugar de planear, las ideas aparecen en los momentos menos esperados
Los sitios de la creatividad son la cama, el baño y el colectivo, allí emergen las mejores ideas.
Resolución de problemas
El problema es el que motoriza el pensamiento, sin problemas la vida sería muy aburrida. Para encarar un problema primero hay que aceptarlo, la dificultad debe estar a la altura del conocimiento de quien debe resolverlo, sin eso ni siquiera podría detectarlo. Por otro lado debe resultarle atractivo, como para que desee hacer algo al respecto. Por último solución debe ser viable, es decir técnica y humanamente factible. Los problemas no se eliminan por no prestarles atención. Como le dijo Sherlock Holmes a Watson: escucha la voz del problema, reclama su solución. Los problemas no se eliminan, se resuelven
En caso contrario, una extraña compulsión a la repetición los hace retornar aumentados.
Una vez resuelto el problema hay que decidir, es decir ejecutar la solución en la práctica.
¿Qué es la inteligencia?
Es la capacidad de resolver problemas: comprender la situación, inventar la solución y actuar en consecuencia. El pensamiento cognitivo primero comprende dónde estamos, qué enfrentamos, cómo son las cosas hoy, no intenta todavía hallar la causa.
El pensamiento divergente explora opciones con una tormenta de ideas. El trabajo en equipo mejora la calidad del proceso, porque con tantos especialistas nadie es el dueño de la verdad. Las decisiones de grupo son a menudo mejores que las que toma un dictador aislado.
Qué sociedades eligen mejores gobernantes
El estudio de las multitudes separa los factores que diferencian a las masas sabias de las irracionales. En las primeras existe la diversidad de opinión. Cada uno aporta información con independencia. Además tiene una especialidad o un saber focalizado. Las masas sabias saben convertir los juicios privados en decisiones colectivas.
Para influir sobre el votante hay que conocerlo
Muchos hablan tanto que no lo escuchan. Hay que concentrarse en su entorno y convertirse en su espejo, como si los dos fuesen uno. El candidato debe empezar el discurso con algo compartido. Las creencias suelen ser distintas pero siempre hay por dónde empezar. Hay que intentar revivir esos momentos con un anclaje.
Si tomó la decisión de votar en el pasado, averiguando sus pasos mentales y su criterio decisorio, se puede ordenar la exposición para motivarlo. Las personas dejan huellas de sus actos. Hay que descubrir lo que valoriza y su secuencia mental para presentarle argumentos.
La memoria puede ser sugestionada. Hasta se puede crear una falsa identidad o el lavado del cerebro. El cerebro es manejable por terceros, por eso conviene aprender a comandarlo sabiendo cómo funciona y cómo optimizarlo. Hagamos un ejercicio de sugestión, responda rápido a cada pregunta: ¿De qué color es la nieve? , ¿de qué color es la heladera?, ¿de qué color es el lavarropa? ¿qué bebe la vaca?. …………… Respuesta incorrecta: leche, la vaca bebe agua.
No pienses en un elefante
Dile a alguien: «no pienses en un elefante» y pensará en él. El “no” activa un marco basado en la experiencia. Las palabras no son inocentes, movilizan estructuras que operan contra la voluntad. El pensamiento no es libre, procede según guiones que prevalecen y hasta ignoran hechos evidentes. Quien domina el lenguaje del cerebro y desea que su interlocutor no piense en el elefante lo aparta. Como la mente procesa en positivo al decirle «no pienses en», necesita imaginarlo para entender. El “no” produce el efecto contrario. «No fumes» genera el deseo de fumar. Lo ideal es expresarse en positivo: «Respira el aire puro».
Hay que desarrollar un pensamiento que desafíe los caminos trillados, variando las acciones se logran resultados diferentes. No se puede mejorar haciendo más de lo mismo.
Para el pensamiento lateral la solución es hacerlo distinto. Las ideas dominantes marcan el recorrido, sin transgredirlas no hay cambio. El pensamiento lateral saca al cerebro de la lógica y de la comodidad. “No pienses en” es la metáfora del cerebro dormido, debemos crear cerebros creativos. Somos gigantes dormidos que usamos tan solo el 10% de nuestra capacidad.
El sentido de educar es desarrollar el potencial. Dejemos a los genes en paz.
El engaño del populismo
La maldición de muchos países ricos, es la maldición de sus recursos naturales. Los que dirigen crean sociedades populistas y nivelan para abajo.
El populismo es la democracia de los ignorantes. Se apropia de los recursos con engaños. Convence a las mayorías que el progreso, la justicia y el mañana son lo que ellos proponen. Certifica la ley del mínimo esfuerzo. No busca el reparto equitativo, sino la dádiva. No es la sociedad o el Estado, es el populista quien regala. Recaudando aportes forzosos crea el capitalismo de amigos. La solución para la democracia la dio Sarmiento: hay que educar al soberano. Un pueblo educado no puede ser engañado. El cuarto seguirá oscuro mientras predomine la ignorancia. La ignorancia es la noche de la mente, una noche triste y sin estrellas.
Votemos por el loco
La vieja crisis en EEUU, con Obama implorando a los republicanos para evitar el default, es como la lucha de los elefantes machos en el apareamiento donde gana el más loco. La racionalidad de los políticos está sobrevaluada. El Tea Party convenció a Obama que eran desquiciados que no podían negociar reglas aceptables. Muchos líderes con patologías mentales graves, también logran el voto de multitudes enfermas, como explicó Freud.
Muchos líderes son locos, pero no estúpidos. Imitan al mono macho rhesus que eleva su estatus en su sociedad matriarcal cultivando seguidores antes de dar pelea. Finge ayudar al otro pero se ayuda a sí mismo asociándose con los poderosos y participando solo en batallas seguras.
La lucha entre locos reales y locos por conveniencia en sociedades enfermas de consumo e ignorancia fueron creando un mundo peligroso en el cual nos cuidamos tanto de los que dirigen como de los conciudadanos. Vivimos en un peligroso “sálvese quien pueda”.
Implementar la solución
Ante los conflictos, el pensamiento convergente resulta de saber elegir la alternativa que haga coincidir el problema con la solución, descartando las demás.
Es la parte final del proceso decisorio que incluye cognición, divergencia y convergencia.
No se generan opciones sin entender el problema. No se elige bien sin plantear alternativas.
La calma de las aguas de la primera fase, precede a la turbulencia y agitación de la segunda y finaliza en una cascada. Como en el río hay remolinos, son los retrocesos. El tiempo se abrevia en cada tramo. A veces con un buen análisis la solución brota mágicamente como una burbuja.
La cognición, el pensamiento divergente y el convergente son partes del problema, no forman todavía parte de la solución. De la isla del problema debemos llegar a la isla de la solución y para eso la idea debe cruzar el río con un plan de acción. Los que dirigen el barco deben tener claro el objetivo, monitorear si lo que hacen apunta en esa dirección y ser flexibles para cambiar si no obtienen los resultados. Este es el momento del replanteo, de detectar si la falla está en el objetivo, en el plan o en la acción. Hay que aceptar la responsabilidad, sin que la oportunidad se pierda. En el juego de la vida se puede ser jugador o espectador, el ganador es el que una vez que decide logra que las cosas ocurran y elimina las excusas con la decisión racional.
Yo, ello y superyó
Son tres conceptos propuestos por el Freud, el padre del psicoanálisis, para explicar la constitución del aparato psíquico. Estas tres instancias diferentes construyen la mente y se interrelacionan a un nivel más allá del racional, en la esfera de lo inconsciente.
El ello. De contenido inconsciente, es la expresión de un conjunto de deseos, impulsos e instintos, provenientes de las etapas más primitivas. Lo guía el principio del placer: la satisfacción a toda costa. Por eso se encuentra en conflicto con las otras dos instancias, que tomaron vida propia a lo largo del desarrollo psíquico humano.
El superyó. Es una instancia moral y enjuiciadora de las actividades del yo, construida durante la infancia, cuyo resultado es la incorporación de ciertas normas, prohibiciones y de cierto sentido del deber-ser en el individuo. Mucho del contenido del superyó, sin embargo, se maneja de modo inconsciente, de modo que no estamos muy al tanto de nuestra forma de ideal del yo.
El yo. Es la porción mediadora entre las pulsiones del ello y los requerimientos normativos del superyó, en contacto con las condiciones que ofrece la realidad circundante.
Se encarga de la defensa del sistema completo, si bien mucho opera desde la oscuridad de lo inconsciente. Aun así, es la parte de la psique que lidia con la realidad más directamente.
Freud advirtió que estas instancias no funcionan de una manera organizada sino como un campo en tensión, ya que muchas de sus exigencias son irreconciliables con la realidad.
Esta concepción si bien goza de una muy amplia aceptación y una popularidad que, paradójicamente, hace que muchas personas la banalicen o la interpreten de manera errónea.
El candidato es como yo
La decisión en el cuarto oscuro tiene un soporte irracional: la cara o la apariencia del candidato. Así se resiste al cambio aunque sea favorable, realiza inferencias como las de los chicos y hasta valora la ignorancia como una virtud. En instantes el cerebro extrae datos que crean una huella perdurable. Los juicios de la niñez se mantienen en la adultez.
Los impulsos perversos fueron estudiados por Freud, son acciones que sobrepasan a la voluntad. Para ser socialmente hábiles controlamos los impulsos, gastamos energía para inhibirlos, inventamos estrategias para evitar los malos pensamientos, como el de la muerte. Pero los impulsos perversos se cuelan. El cerebro los repasa e incrementa la posibilidad de que aparezcan. Lo que flota en la superficie de la consciencia se transforma en una conducta.
Al querer desterrar una idea, ella retorna persistente, como lo revelan los tests asociativos.
El golfista sabe que debe evitar errores, pero los comete bajo presión. El esfuerzo por ser correcto es traicionero, el intento de suprimir estereotipos, los hace más accesibles. De tanto controlar hay alivio en que pase lo peor. Uno mismo acaba por arruinar su propia fiesta.
El sistema nervioso posee capas superpuestas
El tronco cerebral, como el encéfalo del reptil, controla los instintos y no aprende de la experiencia. Los mamíferos al procrear por parto aportaron la capa emocional. El cerebro racional derivó del lenguaje verbal y se instaló en la corteza cerebral. El cerebro resultó de la evolución, no fue hecho para el hombre. No es tan preciso como la mano, que sustituyó por completo a la garra del animal. El animal nace perfecto, el niño débil. Su cerebro es una página en blanco a completar, y eso le permitirá elegir su futuro. La trampa mental es no saber armonizar estas tres áreas en conflicto.
Aunque tenemos una sola mente, no tenemos una sola forma de pensar y decidir. Las trampas surgen porque a la mente la rigen dos sistemas: uno que opera de manera rápida y automática, con poco o ningún esfuerzo, da respuestas con la información archivada en la memoria.
El otro es más racional, se ocupa de las actividades complejas.
El Sistema 1 está preparado para creer, no para dudar y tiene tanto miedo que salta rápidamente a conclusiones precipitadas.
Así se entiende el fanatismo y la seguridad dogmática que se sustentan en la ignorancia, o en la evidencia insuficiente, y por qué el escepticismo (una ardua operación del Sistema 2) sigue siendo tan impopular. No solo usa la inteligencia, sino la racionalidad, esa capacidad para amonestar a la parte más vaga de nuestro pensamiento y capaz de develar o domar, los sesgos cognitivos naturales. Desde esta perspectiva, una persona “racional” no es aquella que tiene una visión del mundo más consistente, ni mucho menos la que es capaz de contar mejores historias. Tampoco es más racional quien rechaza las emociones en nombre de razón desencarnada, sino quien es capaz de examinar sus propios prejuicios y de asumir que errar es natural
Como dijo Sócrates: “Una vida sin examinar no merece ser vivida”.
Las apariencias engañan, el Yo no es racional como parece. Hay que educarlo de otro modo para potenciar las destrezas blandas. Como la tecnología sube por el ascensor y el hombre por la escalera, para preservar la democracia, como dijo Sarmiento, hay que educar al soberano.