Mucho se sabe sobre la visión, la audición, el olfato y el gusto pero poco se conoce sobre el tacto. Es el menos comprendido de los cinco sentidos, junto con el sentido común.
David Julius y Ardem Patapoutian descubrieron cuáles son sus receptores y gracias a ello ganaron el Premio Nobel Medicina de este año. Entender cómo el cuerpo es capaz de percibir los cambios de la temperatura o de la presión es una cuestión muy importante.
Los momentos intensos se viven con el cuerpo, es el modo de estar físicamente con el otro. Tocar es interactuar, vivir la presencia del entorno. La visión permite contemplar la realidad, pero no garantiza la existencia de lo que se observa. La caricia también abre la puerta al placer: el pelo se eriza, el escalofrío aparece y la emoción se despliega. Una caricia es el medio para expresar lo innombrable, porque habla antes de manifestarse y está presente desde la intención.
Incluir la caricia en el alfabeto comunicacional
Eso permite comunicarse con lo que se ama a partir de las manos. No hay fuerza más potente que el amor y el roce de una piel, ni nada más hermoso que sentir su sabor corriendo por las venas. El arte puede crear belleza, la ciencia descubrir la verdad objetiva, la conciencia la realidad subjetiva. Y todos juntos pueden hacer mucho más completo cualquier sistema de educación.
La piel es lo más profundo que se posee. Las caricias, los besos, los mimos y las frases cariñosas de los seres queridos construyen una memoria muy valiosa. También la brinda la naturaleza: los pies sobre la hierba o la arena, la caricia del agua, relajan, generan paz interior, alegría y remiten a la esencia de la vida.
El sistema nervioso humano
Se forma por capas superpuestas. El tronco cerebral se asemeja al encéfalo del reptil y controla los instintos. Con el mamífero y la procreación por parto surgieron los afectos y se agregó la capa que procesa las emociones.
El hombre sumó el cerebro racional en la corteza -el lenguaje verbal y el pensamiento-. El cerebro humano no es preciso como la mano, que sustituyó a la garra del animal. El cerebro debe armonizar esas capas, cuando entran en conflicto.
El animal nace perfecto el hombre no. Esa debilidad será la fortaleza que le dará la oportunidad de convertir el instinto en la libre elección de su futuro. Para eso posee un espacio no programado, una página en blanco a completar con la experiencia de vida.
Breve historia del cerebro
En los orígenes se vivía de la caza. Descifrar las huellas del animal fue el antecedente de la creación del alfabeto, había un diagnóstico y un pronóstico. El gesto más antiguo del intelecto es el cazador agachado en el barro examinando las huellas de su presa. En el siglo XVII, la ciencia de Galileo incorporó las mediciones y la repetición de los sucesos. Era insensible al lenguaje del tacto, a los olores y sabores.
Pero, sin embargo, el médico siguió usando el método artesanal para explorar a su paciente. Cuando las causas no son reproducibles deben deducirse de sus efectos.
No se aprende el oficio de conocedor
La intuición sintetiza al instante el proceso racional, mostrando la estrecha relación entre el hombre y las otras especies. Con la bipedestación las manos transfirieron el 100 % de la locomoción a las piernas y se dedicaron tomar el alimento. Entonces el rostro se aplanó. En posición erecta el cerebro creció. Lejos de la tierra la cabeza fue el símbolo intelectual y los ojos su instrumento.
Se produjo una división entre lo sensorial y lo intelectual. El abdomen quedó ligado a la naturaleza. El estómago percibe mediante sensaciones. En el cerebro se formaron los hemisferios. El izquierdo se hizo dominante y a lo que controla, como a la mano derecha, se asociaron virtudes morales en frases como andar por derecha. Se asentaron en él las destrezas de pensamiento, análisis, objetividad y en el derecho el sentimiento, la intuición, la perspicacia, la creatividad, la subjetividad, la capacidad de gesticular y la analogía.
De la mano al cerebro
La vinculación mano-cerebro se reforzó con la escritura, lo escrito queda, a las palabras se las lleva el viento. El estudio grafológico de la firma en un documento muestra cómo escribir implica un compromiso. Cada mano cuenta una historia y la escritura permite fijar lo que se piensa, repasarlo y crear una huella en la memoria. Grabando pensamientos positivos se aprovecha su capacidad autosugestiva, que permite transformar en acto lo que se decide aceptar. El movimiento espontáneo de la mano iluminada por un pensamiento motoriza una cualidad a desarrollar y su repetición permite orientar al inconsciente y ser guiado por él. La apertura hacia lo profundo lo conecta con el inconsciente. Lo que se escribe hace crecer lo que se quiere ser.
El lenguaje del cuerpo
¿Vale un gesto más que mil palabras? Parece que sí. Los humanos nos comunicamos consciente e inconscientemente. El 93% del significado procede de lo no verbal -el 58% a los gestos, el 35% del tono de la voz y sólo el 7% de las palabras-. La comunicación no verbal incluye la Kinésica – gestos, posturas y movimientos- y la Proxémica: – lugar y distancia-. Una persona cae mal si invade un espacio.
Paralenguaje: Es el modo en el cual se transmiten las palabras.
El lenguaje del tacto
Científicos de la Universidad De Pauw, reclutaron estudiantes, para que sean tocados o toquen a un desconocido, para comunicar enojo, temor, felicidad, tristeza, disgusto, amor, gratitud o simpatía. Los encuestados ni podían ver a quién los tocaba, quien debía transmitir alguna emoción en silencio. Se pidió al receptor que detectara esa emoción para no forzar sus elecciones. El éxito osciló entre el 65%, similar al observado en emociones verbales y visuales. Registraron un complejo vocabulario del lenguaje del tacto: una sacudida, un masaje, una palmada o un apretón; cambios en la presión; en variaciones en la velocidad, en diferentes lugares y duraciones del contacto.
Tócame que me gusta
El hombre nació con la palabra pero conserva los rasgos de su pasado animal. Desde bebé se comunica con el llanto o con la risa, sin contacto físico no puede transmitir sus emociones. Al crecer predomina el lenguaje oral que no refleja el contenido emocional. Un gesto, el tono de voz, un beso, denotan mejor el estado anímico que cualquier palabra. Para lanzar una mirada que mata no se precisa abrir la boca.
Pero el tacto se reprime, pese a que tocar y ser tocado es una necesidad para construir la personalidad. Caricias y besos son comunicadores por excelencia. Quienes no los reciben desde chicos suelen ser distantes y fríos. Son las normas sociales las que reglan el repertorio de conductas admitidas. Con los niños se permiten gestos tiernos aunque existe el temor al abuso. Se puede distinguir los toques tiernos, curativos, de consuelo o amor.
El amor no sólo debe ser sabido, debe ser sentido. El toque de la piel complementa y ratifica a la palabra. Así el todo resultante supera a la suma de las partes.
Contactos con tacto
Son los pequeños detalles los que provocan grandes resultados. Comprender esto significa jerarquizarlos, aunque la torpeza es el rasgo dominante.
Hasta la memoria es sensible a la experiencia: recordamos el 5% de lo que oímos, el 20% de lo que vemos y el 90% de lo que hacemos. Debemos lograr sentidos que toquen y conviertan la percepción en acto. Lo que aparece casualmente, puede generar cambios.
Un gesto, un beso robado, un leve contacto de piel, pesan más que las pesadas tertulias. Hoy que la multimedia bombardea, el tacto acerca y libera al mundo interior.
El órgano que mejor habla
¿Qué atrapan más: los ojos bonitos o una mirada que acaricia? ¿Las manos bellas o cómo acarician? ¿Un perfume o la sutileza de su olor? ¿Una voz vigorosa o el tono adecuado y la elección de las palabras? Es importante elegir el cómo y el cuándo, así el otro recibe información y su respuesta transmite la suya.
El tacto al mirar es la primera caricia. Debe ser suave, no invasora, no fija, porque intimida. Como dialogando, los ojos deben acariciarse, abriendo las puertas a la intimidad.
El lenguaje Braille
Para un tímido, el tacto puede ser como el Braille para el ciego. Siempre que se tocan, ambos se leen. Deben sumarse la piel, la caricia, el abrazo y el beso.
Hay que tener a mano el cuerpo a cuerpo en vez de la comunicación distante del teléfono. El estrés de una sociedad cada vez más alienada es el grito del cuerpo reclamando el retorno de una inteligencia arcaica, y profunda, que satisfaga la necesidad del encuentro.
Valorando al otro
Al tocarlo, es como afinar un piando que al mismo tiempo afina. Hoy el tacto genera miedo y su lenguaje ha sido olvidado. En el abrazo el alma entra en el cuerpo del otro, lo penetra, y relaja sus zonas profundas. Es el juego más divertido. Acariciarse estimula las endorfinas que hacen soportar el dolor o brindan bienestar
Importancia de los nuevos avances
Aunque todavía no hayamos visto las aplicaciones prácticas de los descubrimientos de David Julius y Ardem Patapoutian sobre los receptores de la piel, su potencial es enorme. Entender cómo el cuerpo percibe el cambio de temperatura o de presión es importante y sorprende que solo se conociera hasta ahora la parte del circuito nervioso que procesa la información, pero no los sensores moleculares que utiliza.
Esto tendrá aplicaciones inmediatas en lo que se refiere a la gestión del dolor crónico y el control de la presión arterial. Estas revelaciones constituyen en la actualidad objetivos para el desarrollo de nuevos fármacos para controlar el dolor. Identificar al receptor del picante del wasabi –un tipo de mostaza– hizo ver que está implicado en procesos como el ardor ocular que provoca cortar una cebolla, hasta la acción del veneno de animales como el escorpión.
El aislamiento de los receptores e insertarlos en la membrana de células que carecen de ellos y estudiar sus respuestas a diferentes estímulos, permitió descubrir nuevas funciones. Encontrar receptores es como identificar el picaporte de una puerta que lleva a una habitación. La habitación es algo misterioso que se desea entender. La habitación podría ser el dolor, o el tacto, o cualquier cosa. El receptor es como el primer punto de entrada: permite abrir la puerta y comenzar a investigar qué hay en esa habitación.
Ciencia sin conciencia
Los científicos confesaron que iniciaron sus investigaciones por amor a la ciencia pura, pero descubrieron implicancias médicas inesperadas de la investigación básica en el dolor, la hipertensión, la aterosclerosis y la osteoporosis. ¿Quién hubiera predicho que estos receptores juegan en la protección contra la malaria o el exceso de hierro en sangre?
El mensaje es que se debe apoyar la ciencia básica, la ciencia por la ciencia misma, ya que de ello surgirán beneficios prácticos.
Durante el último año y medio de la pandemia, hemos comprobado la importancia vital no solo del pensamiento científico racional, sino también de la creación de nuevos medicamentos para la salud y el bienestar de la sociedad. Pensemos en quienes trabajaban desde hace veinte años en la biología del ARN. Ni ellos podían imaginar que habían encontrado la clave de una nueva generación de vacunas contra el Covid.
La pandemia hizo añorar el beneficio físico del abrazo
Libera la tensión, relaja los músculos, lentifica la respiración y reduce la presión arterial. Genera endorfinas que aumentan el bienestar y la felicidad. Mitiga el enfado y la ansiedad reduciendo el cortisol y adrenalina. Libera la oxitocina que incrementa el vínculo afectivo y emocional. Estimula la oxigenación del organismo lo que agrega vida da las células y previene el envejecimiento prematuro. Fortalece el sistema inmunitario creando glóbulos blancos que combaten infecciones y enfermedades.
A nivel emocional hace sentirse protegido y ante la tristeza apoyado y comprendido. Reduce la sensación de soledad. Mejora la autoestima, da la sensación de ser especial y amado. Ayuda a sellar una reconciliación sin tener que añadir nada. Al compartir la alegría incrementa el bienestar. Sin palabras, se da y se recibe lo que se necesita y el abrazo es justamente eso. Durante la pandemia se intentó sustituir los beneficios del abrazo para mitigar el dolor.
Pero el abrazo volverá, ya que el contacto físico hace a la esencia de la humanidad.