El dinero fácil no existe pero es complicado cambiar la programación mental que busca caminos utópicos para hacerse millonario a partir de un golpe de suerte o de aciertos de dudosa factibilidad.
15 millones buscan en Google cómo se puede lograr dinero de manera sencilla. Esto demuestra el interés sobre el tema y la potente industria montada a su alrededor. Malas elecciones generan ambición, ceguera y vidas alineadas. El vacío pedagógico existente hace crecer el sueño del dinero fácil, aturde mentes y genera escollos para aprender los conceptos básicos de su administración: el ingreso, el ahorro, el gasto y la inversión.
El dinero fácil no existe pero es complicado cambiar la programación mental que busca caminos utópicos para hacerse millonario a partir de un golpe de suerte o de aciertos de dudosa factibilidad. En lo relativo al ingreso es donde más se aprecia la influencia de esta mentalidad y de los daños que provoca: ¿Qué es más fácil que ir hasta la agencia de lotería, comprar un billete y volverse millonario de un día para el otro?
El efecto Ponzi
Las estadísticas indican que es más probable que a uno lo parta un rayo en una tormenta que acertar en la lotería. Los vendedores de ilusiones se encargan hacer pensar que no, que uno puede ser el afortunado entre millones. En la estafa conocida como “Efecto Ponzi”,las ganancias de los participantes dependen de que aparezcan nuevos inversores. Todo funciona por un tiempo, hasta que al administrador del dinero (que no gana lo que dice que gana), ya no consigue nuevos apostadores, el sistema colapsa y deja sin nada a los que no se escaparon a tiempo.
Ahorrar es postergar un deseo presente para cumplirlo en el futuro. Es muy difícil que los que sueñan con el dinero fácil ahorren. Prefieren camuflar su conducta poco saludable, como por ejemplo recurriendo a ahorrar tomando un crédito para la compra de una casa o un auto. Y hasta se la creen, afirmando que están haciendo una inversión. Pero lo que «ahorran» se va en el pago de intereses al prestamista y en gastos fijos que lo convierten en un pasivo y no un activo. Eso no pasaría si aprendieran a ahorrar el dinero y luego a darle un destino de sana inversión.
No existe el almuerzo gratis
El ahorro implica adquirir hábitos que faciliten el camino. Pero gastar dinero es algo cada vez más sencillo. Basta con un simple click para comprar y hacerlo en «cómodas cuotas» es acceder al dinero fácil de manera simple y sin analizar sus inconvenientes. Ahorrar es postergar algo para cumplirlo más adelante, pero las cómodas cuotas cumplen un deseo presente sin pensar en el futuro.
Para los incautos es más fácil invertir en el «dato» que le pasaron acerca de esa empresa que promete convertirse en la nueva multinacional o la nueva estrella del mundo corporativo y multiplicar por 100 su capital en pocos meses. El que comienza a interesarse en invertir lee casos de quienes se hicieron ricos de la noche a la mañana comprando acciones, en la lotería o juegos de azar, pero nada dicen sobre los que perdieron todo. Seguir tales consejos es una manera rápida de perder. No existe el almuerzo gratis es una frase conocida. Hace alusión a la falsa creencia de que se puede hacer dinero de la nada. No estudiar, no medir el riesgo y ceder a la quimera de la rentabilidad astronómica, es la vía directa a la bancarrota.
La salida fácil
La mayoría sigue optando por el camino equivocado en detrimento de un enfoque realista de las finanzas personales, lo que sería mucho más sano para su economía doméstica. La respuesta es compleja porque depende de factores, como la pereza mental, la falta de sueños concretos y metas propias y el deseo del aquí y el ahora estimulado por el marketing de la sociedad del consumo y del espectáculo.
Esto no funciona ni en el mejor de los escenarios (quien gana fortunas por obra del azar, si no está capacitado para administrarla, la dilapida). Necesitamos aprender y madurar en el manejo del dinero. Lo que aparentemente es difícil se vuelve bastante sencillo con educación financiera.
El aprendizaje emocional es adquirir el temple necesario para separar una parte de los ingresos mensuales pensando en el «Yo futuro», sin pensar con una lógica paradójica. Lo cierto es que por más excusas que encuentren, seguirán sin resolver su principal problema financiero: la falta de previsión económica en sus vidas. Sin ingresos no hay ahorro, es verdad, pero es gracias al principio de ahorro que el ingreso puede aumentar. Sucede que el ahorro da lugar a la inversión y la inversión a los ingresos pasivos, que se suman a los ingresos ordinarios.
La inversión depende del ahorro, pero el ahorro no siempre depende de la inversión. Los motivos para ahorrar no siempre están vinculados a la inversión. Hay que enfocar hacía allí el capital ahorrado. Entre el gasto y el ahorro se observa una marcada interdependencia: cuando el gasto se vuelve ingobernable, el ahorro se ausenta sin aviso, cuando se generan ingresos pasivos a partir del ahorro, el gasto se cubre con menor esfuerzo.
Que la inocencia te valga
La ingenuidad es normal y bella hasta determinada edad. En cierto modo, indica falta de malicia y espontaneidad. Hay mucho por descubrir, de lo bueno y de lo malo. Pero con el dinero, esa ingenuidad no siempre se abandona y deriva en «inocencia financiera», que puede generar una vida plagada de malas decisiones y de una sensación de infelicidad permanente, por no haber querido madurar y sí participar en una selva repleta de fieras hambrientas que no dudarán en devorarse sus ingresos mediante engaños avalados por la ley.
Serán “carne de cañón” para comerciantes que suelen ofrecer promociones tan creativas como costosas. Indefensos ante sus artilugios, obedecerán a la máxima del consumismo «Compre y disfrute aquí y ahora, porque lo que vale es el presente, no el futuro». La contra estrategia es dominar una técnica para suprimir gastos presentes con el fin de generar el excedente. El primer paso es asumir que el gasto de hoy equivale al trabajo de mañana ¿Cuántas horas tendrán que trabajar para pagar lo que compran? Lo que gastan es tiempo de vida, si compran algo, no lo compran con plata, lo compran con el tiempo de vida que tendrán que gastar para tener ese dinero. Pero lo único que no se puede comprar es la vida.
Educación financiera
Antes que nada hay que observar cuánto se gana y dividirlo por la cantidad de horas trabajadas. Luego hay que tomar el precio de lo que se desea comprar y dividirlo por el ingreso por hora. El resultado refleja la cantidad de horas a trabajar para comprarlo.
La noción de pago con tiempo en vez de dinero lleva a replantearse los gastos superfluos. La sociedad de consumo no alienta a que se lo haga, pero la salud financiera lo pide a gritos. Una de las razones por las que es tan difícil resistir a las tentaciones que priorizan el gasto en detrimento del ahorro se vincula con la batalla desigual que libran el presente y el futuro. La personalidad presente puja por cambiar el auto, comprar una casa más grande, salir a cenar afuera: su objetivo reside en darse los gustos ahora, en la gratificación inmediata. La personalidad del futuro pide postergar placeres breves pero reales del momento por otros lejanos. La incertidumbre sobre el futuro impide imaginarse disfrutando del porvenir.
Conocer el costo de vida
La mayoría de las decisiones económicas son inconscientes o impulsivas. Relevar su mecánica puede ser tedioso como el conteo de calorías, pero invita a reflexionar sobre cómo contribuyen a la felicidad, y si es posible hacerlo con mejores costos o cambiar hábitos que permitan tener un presupuesto equilibrado. Conocer cuánto cuesta vivir permite evaluar si se puede gastar lo mismo y vivir mejor.
Hay que cultivar el hábito de la registración contable de los gastos. Saber cuánto se gana y cuánto se gasta brinda un dato fundamental: saber cuánto se puede ahorrar. Siendo minucioso y sin subestimar los gastos hormiga se identifica que parte del ingreso puede ser usado para objetivos de largo plazo o para juntar el dinero para un emprendimiento. Orientar los esfuerzos de ahorro para alcanzar una meta es poder darle seguimiento al impacto que tienen los gastos en la posibilidad de alcanzar ese objetivo. Para lograr el orden, registro, pensar qué hacer y armar el presupuesto, hay que poner las manos a la billetera y conocer los gastos en detalle. El mecanismo es registrarlos y realizar un análisis minucioso de los motivos de los gastos superfluos que se llevan los ingresos y efectuar los recortes pertinentes. Es una buena forma de luchar contra el descontrol.
Los gastos hormiga que se suceden a lo largo del día, pueden ser sorprendentes a la luz de los registros sistemáticos. Contar con un presupuesto personal es una brújula. Si los ingresos tienen un número concreto, los gastos, en teoría, no deberían salirse demasiado de esa órbita.
En economía lo llaman Restricción Presupuestaria. Sin embargo, sin una planificación prolija, gracias al acceso al endeudamiento que posibilitan las tarjetas de crédito, se eleva el nivel de vida por encima de las posibilidades reales. El problema es saldar todo eso cuando llegue el resumen.
Pagar en muchas cuotas, motivarse por vivir cada día al límite, es apilar egresos más allá de la capacidad financiera. De ahí al pago mínimo hay un trecho muy corto. Evitarlo permite generar un nuevo excedente que antes iba al pago de intereses y que ahora se puede ahorrar.
Separar un 10% de los ingresos:
Hacerlo apenas se recibe el ingreso permite adoptar hábitos de ahorro saludables. Esto es lo que se conoce como «pagarse a uno mismo primero». Es de suma utilidad para lograr el control y comenzar ya Aplazar esta decisión conduce a una constante sensación de irresponsabilidad y de incapacidad para enfrentar los desafíos que impone el mundo capitalista.
El dinero quieto es un mal hábito, es como tener el dinero guardado en el banco o en casa sin que este tenga un destino claro. No se trata de un Fondo de Reserva, sino de un recurso que está perdiendo oportunidades. Todo dinero que se puede generar dinero extra sabiendo administrarlo, conociendo el riesgo y cuándo se lo va a necesitar. El dinero puede colocarse en fondos súper líquidos y generar ingresos adicionales.
Lo que el dinero no puede pagar
Las cuestiones a analizar son las medidas que se pueden tomar para aumentar el bienestar y cuál es la relación entre el dinero y la psicología, en una especie de economía de la felicidad. La clave está en el tiempo, algo que «el dinero no puede comprar» porque cada vez consumimos más pero tenemos menos tiempo. John Maynard Keynes en 1930 advirtió que, por los avances tecnológicos, para el 2030 trabajaremos 3 horas para tener un buen nivel de vida. De acuerdo con el autor, esto se debe a que hoy el 60% de los empleos son automatizables, si bien hay cuestiones como la creatividad y el humor en las que la técnica aún está por detrás de la capacidad humana.
En esta línea de pensamiento, serían estas máquinas las encargadas de potenciar la productividad y las personas tendrían más tiempo para consumir. El nivel de vida cambió. Cuando crece la productividad la gente quiere consumir cosas que antes no existían y se inventan nuevos bienes y servicios y hasta es probable que en el futuro las personas perciban un salario de supervivencia independientemente de que trabajen o no.
Mientras tanto es importante reflexionar sobre el dinero. Para eso plantearemos algunos tips y links a notas más desarrolladas.
La verdadera riqueza
No asocies el éxito con posesiones, los ceros de tu cuenta bancaria o con en el acceso a las cosas. La verdadera riqueza requiere otra perspectiva. No es tanto “tener” sino “saber hacer”. La amistad no tiene precio, el tiempo es invaluable, la salud es el capital y el amor es un tesoro. Si guardas los recuerdos que te hicieron valioso, los revives cada tanto y los conectas con tus esperanzas secretas, podrás proyectar tu futuro de riquezas. Aprende a realizar tus sueños, ellos no se compran con dinero. SISTEMAS CREADORES DE RIQUEZA
De dónde sacas tu dinero
Como empleado en relación de dependencia tus ingresos son el sueldo que te paga el empleador. Como autoempleado vendes tus servicios a varias personas y percibes honorarios. Como dueño manejas tu propia empresa y participas activamente en la administración. Como inversor recibes dinero de manera pasiva sin necesidad de trabajar. Organiza tu vida aprendiendo a lograr independencia, para que no dependa solamente de un empleo seguro o de tu futura jubilación. CÓMO CREAR DINERO
Sinceridad del consumidor
La plata no me alcanza, me pasé de mambo. La autocrítica y el pasaje al modo austero aparecen en recesión, pero sientes que perdiendo capacidad de consumo afectas tu libertad de elección. Son marcas de identidad: con lo que compras muestras quien eres. El consumo es un amortiguador social que crea gobernabilidad. No es triste la verdad, lo que no tiene es remedio. En las buenas épocas crea reservas para que en las crisis no estés con el paraguas en la calle llorando bajo el temporal.
Con mi dinero hago lo que quiero
Esa conducta le va robando el dinero a tu futuro y te condena a seguir trabajando hasta el final. Crea tu superávit financiero: no puedes ahorrar sin tener recursos y para eso aprende a incrementar tus ingresos. No gastes de modo compulsivo, elimina el gasto hormiga, sustituye gastos fijos por otros menores, distingue gasto de inversión. Antes de comprar analiza cómo afectará tu presupuesto financiero. Sé paciente: genera tu buenaventura haciendo un buen uso del dinero. NO PODREMOS COMER EL DINERO
No existe el dinero fácil y como dijo Francisco de Quevedo: “Poderoso caballero es don Dinero”.