Cada vez que usas bitcoins para pagar una copa en Evr, un moderno bar del centro de Manhattan que acepta la moneda digital, haces a su copropietario, Charlie Shrem, un poco más rico.
Y no tiene que ver solo con el hecho de que un cóctel cueste 17 dólares (o 0,16 bitcoins, aproximadamente unos 13 euros). Tiene que ver con que cuando alguien nuevo usa un bitcoin, el valor de la moneda electrónica tiende a aumentar. Desde 2011 Shrem ha comprado miles de bitcoins por unos 20 dólares cada uno (unos 15 euros). Desde entonces, las monedas digitales han aumentado de valor hasta alcanzar los 109 dólares (unos 82 euros).
Algo que ha convertido al emprendedor de 23 años en millonario y en uno de entre el puñado de primeros inversores en bitcoin que han decidido reinvertir este dinero caído del cielo en la economía de los bitcoins, fundando sus propias empresas e invirtiendo en otras.
«Lo que necesitamos es infraestructura», afirma Shrem «Tenemos que construir, construir, construir, software financiero, mercados de cambio y diferentes productos de pago». Además de su inversión en el bar, Shrem ha fundado Bitinstant, una empresa que posibilita la compra de bitcoins en Kmart y 7-Eleven, y es miembro de BitAngels, un grupo de inversión creado este año para ayudar a las start-ups relacionadas con los bitcoins a evolucionar y pasar de ser empresas de garaje a ser compañías de verdad.
Los ángeles de Bitcoin como Shrem no tienen tanto dinero como los emprendedores convertidos en inversores que han triunfado en Silicon Valley, alguno de los cuales, como Steve Case y Vinod Khosla tienen un valor neto de más de mil millones de dólares (unos 750 millones de euros), pero su influencia es sustancial. Ahora que los inversores convencionales empiezan a mostrar interés por las start-ups relacionadas con Bitcoin, son los pequeños magnates como Shrem quienes actúan como guardias y embajadores de la moneda.
«Los primeros son los que lo manejan todo», afirma Shrem. «En este espacio cuenta cuánto tiempo llevas en ello».
Bitcoin surgió en 2009, cuando personas desconocidas publicaron su código fuente en línea. A pesar de su misterioso origen, cómo funciona es transparente: la moneda se produce cuando la gente resuelve difíciles operaciones criptográficas con ordenadores y después se cambia en una red p2p de código abierto. Los Bitcoins son inmunes a la falsificación y no dependen de una autoridad central (ver «¿Qué es Bitcoin, y por qué es importante?»).
En un principio, Bitcoin era sobre todo una curiosidad. Entre los primeros negocios que la aceptaron estaban los sitios de apuestas, de entrega de narcóticos, y una granja que vendía calcetines de alpaca. Pero Shrem y otros han estado pensando de forma estratégica, creando compañías que cumplen con la ley, con la intención de hacer que Bitcoin sea una moneda de uso corriente.
Uno de los motivos es que el número de bitcoins es limitado: existe un máximo teórico de 21 millones, de los cuales 11,3 millones ya se han «minado» por ahora (ver «Unos chips personalizados servirán de palas en la fiebre del oro de Bitcoin»). Eso significa que cuanta más gente compre y use los bitcoins, más tienden a valer. Anthony Gallippi, director ejecutivo de Bitpay, una empresa de Atlanta que ayuda a las tiendas en línea a aceptar pagos en bitcoins, afirma que una de las razones por las cuales los primeros compradores están reinvirtiendo en la tecnología es para «asegurar retornos futuros» sobre el valor de la moneda.
«Esa dinámica no existía en los días de las punto com», sostiene Gallippi, quien afirma que él y su socio de negocios Stephen Pair poseen «miles» de bitcoins que compraron por 1 o 2 dólares (0,75 a 1,5 euros aproximadamente). Sostiene que cualquiera que compre ahora siquiera un bitcoin está, de hecho, «apostando por todo el universo».
Las grandes cantidades ganadas por los primeros promotores de Bitcoin están atrayendo el interés de los inversores de capital riesgo tradicionales. En mayo, la empresa de Shrem recibió 1,5 millones de dólares (unos 1,1 millones de euros) de la empresa de inversiones de los gemelos Winklevoss (famosos por haber demandado a Mark Zuckerberg por la idea de Facebook). También el mes pasado, el fondo de inversión de capital riesgo operado por Peter Thiel, el primer gran inversor en Facebook, invirtió 3 millones de dólares (2,2 unos millones de euros) en la empresa de Gallippi.
Estos detalles suponen un importante respaldo para la moneda en línea (ver «Grandes inversores respaldan un proyecto para crear una Bitcoin mejor»). Pero no queda tan claro qué significan para la filosofía que hay en el corazón de Bitcoin, según Roger Ver, un importante inversor inicial. El emprendedor de 34 años afirma que invirtió todos sus ahorros en la moneda y ha usado las ganancias para invertir más de un millón de dólares (unos 750.000 euros) en más de una docena de start-ups relacionadas con Bitcoin, incluyendo la de Shrem. «La inversión típica ha sido de unos 100.000 dólares (unos 75.000 euros), escribió Ver en un correo electrónico desde Tokio (Japón), donde vive. «Me motivan las formas positivas en las que la generalización del uso de Bitcoin servirá para hacer del mundo un lugar mejor».
Como muchos de los primeros entusiastas, a Ver, que se presentó a las elecciones para el Senado del estado de California (EE.UU.) y después pasó 10 meses en la cárcel por vender fuegos artificiales en eBay, le atrajo Bitcoin por su filosofía libertaria antigubernamental. Cree que este tipo de monedas, si sustituyeran a las nacionales, harían imposible que los gobiernos «financiaran sus guerras» acuñando más dinero.
Ver sostiene que con la llegada de los inversores tradicionales, la economía de Bitcoin será mucho menos idealista (ver «Bitcoin alcanza su gran momento, y decepciona a algunos de sus primeros defensores»). Sin embargo, estos nuevos inversores pueden estar potenciando, sin querer, las implicaciones económicas de una moneda descentralizada, no solo su valor de mercado. «Creo que no entienden del todo lo revolucionario que será Bitcoin», afirma.
Fuente ;Technology Review