Explicar y transmitir conceptos difíciles sin perder rigor, representa uno de los grandes desafíos para todos los que son comunicadores y voceros, sin importar el segmento
Para muchas personas exponer ideas ante pequeños o grandes auditorios, e incluso, por escrito, representa todo un desafío. Es que se necesita lograr la mayor síntesis conceptual para acortar la brecha de distorsión y ruido que pueda producirse, tomando como base el tradicional esquema de la comunicación: emisor + mensaje + receptor.
Los seres humanos utilizamos un complejo sistema de decodificación para elaborar nuestros mensajes; y es allí donde radica por lo general la escasa asertividad a la hora de comunicar. En temas sensibles, con muchos aspectos que necesitan ser concatenados para darle un sentido final a lo que se desea transmitir, es necesario un buen entrenamiento para transmitir cabalmente, sin perder rigor y dejando de lado una simplificación excesiva.
En los medios de comunicación de alcance masivo asistimos con frecuencia a lo que muchos definen como una completa laxitud y falta de profundidad. Sin embargo, quizás sea necesario plantearnos cuál es el canal y cuál el público al que se dirigen en cada caso. Un ejemplo es el periodismo gráfico, o los documentos-papers profesionales, donde, por caso, a veces existe la posibilidad de ampliar conceptos y profundizar; y en otros, como en el mundo digital, la velocidad de lectura y facilidad de abordaje de los contenidos, lleva a utilizar mayor síntesis y lo que los puristas definen como liviandad.
Como los extremos nunca son del todo acertados, lo más atinado puede ser plantearse escenarios diferentes de acuerdo a los públicos a los que desea dirigirse.
En cualquier caso, explicar y transmitir conceptos difíciles sin perder rigor, representa uno de los grandes desafíos para todos los que son comunicadores y voceros, sin importar el segmento: gobiernos, empresas, organizaciones de todo tipo, educadores y, más aún, cuando se trata de disciplinas excesivamente técnicas alejadas del conocimiento de la mayoría, como es el caso de economistas, profesionales del derecho, la medicina, la ingeniería y la ciencia, por citar algunos ejemplos.
Aquí van cinco trucos que ayudarán a traducir ideas complejas, con el objetivo de llegar a la mayor cantidad de público posible con un mensaje claro y sin demasiadas distorsiones.
Explique lo complejo: uno de los errores frecuentes de los voceros o disertantes es dar por sentado que los demás conocen sobre el tema. Si bien es posible que muchos tengan una aproximación, su misión es conformar una experiencia de conocimiento abarcativa, profunda y sin distorsiones que enriquezca a su público. En este proceso de dejar algo sustancioso como resultado, es fundamental que explique las cosas complejas. Primero, puede realizar un abordaje técnico puro, sin demasiadas vueltas. Este punto debería ocupar menos del dos por ciento de su explicación total, para dar lugar de inmediato a las aclaraciones y ampliaciones del caso. Objetivos: no dar nada por sentado, y ser “pro-positivo” -proponga nuevas miradas desde lo positivo- como una de las herramientas para tener más cercanía con el destinatario de su mensaje.
Grafique claramente: en esquemas de pensamiento sistémico, es muy probable que tenga sumamente claro el punto de partida y el final de lo que quiere expresar. Sin embargo, en su transcurso ocurren una gran cantidad de interferencias de comprensión entre lo que usted dice, lo que muestra, lo que el otro escucha, lo que se percibe, lo que el interlocutor detecta, lo que el público registra y lo que, finalmente, queda como resultado de esta maraña del proceso de comunicación. Una muy buena forma de incentivar, llamar la atención y mantener atento a su público, es la de utilizar gráficas con esquemas sencillos y fácilmente asimilables con otros aspectos de la vida cotidiana. Estas miradas no necesariamente deben estar relacionadas con su abordaje técnico, sino que puede explicarlas como procesos más sencillos y accesibles al interlocutor no experto. Es un buen ejercicio entrenarse en simplificar los conceptos complejos. Busque palabras comunes, dibuje formas, diagramas de flujo, utilice colores y texturas, fotografías, frases y cualquier otro recurso que le permita sintetizar su exposición y anclar los contenidos clave.
Recapitule: la atención de los seres humanos durante presentaciones fluctúa incesantemente. Con la irrupción de la tecnología, es posible que no pueda mantener más de 5 a 10 minutos a su auditorio atento a lo que usted expresa. Por lo que necesitará utilizar muchos puentes para recapitular y resumir lo que va diciendo. Estas técnicas abren un nuevo universo de comprensión para que cada tramo de su disertación o mensaje pueda ser asimilado de una mejor forma. Divida su tema en tantas partes como sea necesario. Explique cada una. Luego, recapitule, sintetice utilizando otras palabras y códigos de comunicación, y, nuevamente, haga una revisión de lo dicho. En este tramo puede involucrar al público y hacer una construcción colectiva, ayudando a pasar en limpio los conceptos, para, entre todos, establecer las bases de ese puente conceptual que lo conducirá hacia lo que sigue.
Utilice metáforas y analogías: las personas poco seguras de su habilidad de oratoria y comunicación suelen confundir rigor técnico con rigidez. Por lo que caen frecuentemente en el aburrimiento y pesadumbre que se desploma como un piano de cola gigante sobre su auditorio. Literalmente, los duermen. Una situación así es muy difícil de sobrellevar, no sólo para usted -que quizás esté tan atento a no cometer errores que hasta le parecerá que están callados porque lo siguen con atención-; sino, sobre todo, difícil para su público. Nada peor que alguien aburrido, excesivamente remilgado al expresar las ideas, monocorde en su tono de voz y expresividad, sentado tras una mesa, ¡y ni hablar si está leyendo de cabo a rabo! Por eso, es fundamental que se entrene en movilizar al público. Manténgalos inquietos, con necesidad de saber más. Esta “incomodidad” de la audiencia es fundamental para capitalizar su estrategia al comunicar. Riegue su mensaje con metáforas, historias, cuentos, analogías y simbologías; haga paralelismos; relate casos concretos; deténgase en personajes reales o imaginarios; ancle conceptos claves mediante anécdotas que sean difíciles de olvidar. Permítase moverse del lugar rígido hacia algo más grácil, con simpleza, colores, aromas y matices. Cree un perfume comunicacional apropiado para cada tema. Acompáñelo con su habilidad en el uso del espacio escénico: muévase, conmueva e involucre en un nivel emocional a todo el público.
Refuerce una o dos ideas clave por cada concepto complejo: también es recomendable que se esmere en reforzar no más de dos ideas clave ante cada aspecto complejo que deba transmitir. El cerebro humano, si bien tiene una probada neuro plasticidad, al estar en una conferencia o reunión donde se comparte información y conocimiento está más atento al resultado final que al proceso. Es así que necesita encontrar en cada concepto difícil una o, como máximo, dos ideas, para que se las lleven guardadas como un tesoro inolvidable. Si alcanza este cometido de extremo poder de síntesis, habrá conquistado aún a los públicos más reacios. Una o dos ideas deberían poder resumirse en una frase de no más de diez palabras. No hace falta mucho más. Imagine por un momento que necesita hacer un resumen de su mensaje: si logra simplificarlo en -digamos- cinco frases cortas, ya es un muy buen avance. Y si lo lleva a tres, mejor aún. Es todo lo que necesita.
Recuerde que la decodificación de los mensajes es una construcción que se produce en el destinatario; por lo que está plagada de percepciones y consideraciones. Por eso, si presta especial cuidado al contenido, y, también, a la forma, en la misma proporción, es más probable que obtenga un mejor resultado en términos de claridad conceptual al transmitir sus ideas. ¿Complejo de lograr? Nada que no pueda conquistarse con la mejor metodología existente hasta el presente: la práctica cotidiana.
Fascinante artículo Daniel Colombo. Mi enhorabuena como colega en la materia, Soy periodista y hoy día trabajo como formadora y asesora en temas de Oratoria y Presentaciones.
Este artículo es de total aplicación para profesores universitarios. En algunos cursos que imparto para este colectivo me asombra comprobar lo que les cuesta asumir estos conceptos. El resultado son alumnos que empiezan bien y acaban desalentados y con muy bajo nivel.
En fin, que esta es una enorme tarea, siempre necesaria. Yo tengo un par de lemas: «SI NO SE ENTIENDE, NO SIRVE» y «SI ERES UN TOSTÓN, NO VENDERÁS NI UN POLVORÓN». Saludos desde España, Mallorca.