La sabiduría de Peter Drucker es notoria, contiene una contundente convicción, aquella que define a la fuerza de las ideas con la potencia de la acción.
¡Esopo si que sabía de management y de promoción de intangibles!. De estímulo a la creatividad y gestión de la innovación. Entre sus más de 400 fábulas me sedujo la del Pastor y las ideas (el reemplazo ovejas por ideas no es nada casual). Que bueno sería que en esta época, frenética de open innovation, abierta a las ideas por fuera de la organización, de concursos de creatividad hasta la saturación, no ocurra lo mismo que al pastor.
En un momento donde las musas creativas se convocan hasta el hartazgo, es bueno que, cuando nos visitan, hagamos algo con el producto de ellas.
El problema es la coherencia. La creatividad en los negocios es fatalmente más cruel que la creatividad artística. Pues mientras en esta PUEDE tener un valor económico, la creatividad corporativa DEBE tener su correlato en agregar valor. Para bien o para mal es la ley que gobierna la competitividad empresarial. Debemos pasar lo más rápidamente posible de la creatividad a la innovación.
Pues bien, no incitemos a las musas si después del proceso creativo no estamos dispuestos a correr los riesgos que implica la innovación donde, la última palabra, siempre está en el mercado.
Creatividad para crear está muy bien.
Creatividad para ejecutar mucho mejor.
No todo es sustentabilidad ecológica. Las iniciativas de este tipo deben tener sí o sí como requisito básico la sustentabilidad emocional (no desgastar en vano el espíritu y la motivación de los empleados).
Ellos están deseosos de aportar sus ideas, siempre y cuando, no sea un ejercicio de vacía pretención creativa. Peter Drucker, padre del management decía que pagaba por una buena idea 1 dólar y que los otros 99 dólares los pagaba a quien ejecute una buena implementación. La sabiduría de Drucker es notoria, contiene una contundente convicción, aquella que define a la fuerza de las ideas con la potencia de la acción.
Siguiendo la misma línea de pensamiento más vale idea implementada que cien en pasivo archivo.
Incitemos a las musas creativas, pero cuidado, sin hacer nada con ello, podemos estar repitiendo la fábula del Pastor y consagrando a Esopo como gurú del management del siglo XXI.
Al fin y al cabo ¿quien estará motivado y alineado en una segunda oleada de creatividad sin en la primera las ideas se ni siquiera llegaron a la orilla?.