«Los empleados son inversores de su propio capital humano. No son diferentes de cualquier otro tipo de inversor. Por lo tanto, los empleados deberían recurrir a las matemáticas de vez en cuando: ¿Está creciendo mi capital? ¿En qué cantidad? ¿Desde cuándo?… Ningún inversor permanecerá en un fondo en el que no haya crecimiento o, todavía peor, que tenga crecimiento negativo”.
Así de contundente se muestra Leandro Herrero en su libro Ideas Rompedoras (Empresa Activa). Según el «este método aparentemente egoísta es de gran provecho, y no sólo para el empleado, sino para toda la organización. Imagine una organización en la que todo el mundo se comporta como un inversor, y puede decir al final de cada año que su inversión ha crecido. Los propios inversores estarían encantados, pero los gestores del fondo (la empresa) aún lo estaría más».
¿Ganas o pierdes?
Desde la perspectiva de Leandro Herrero, estar implicado en “cosas interesantes” o “verse reconocido” no deberían tener valor en sí mismas, y cobraría especial importancia las respuestas a preguntas como:
¿Cuál ha sido mi ganancia? ¿Cuál es mi nuevo valor de mercado? ¿He logrado más competencias o renovado las viejas?
¿Qué ha cambiado en mi currículo en comparación con el del año pasado? ¿Hay algo nuevo salvo “más experiencia” o “un nuevo año”?
¿Han aumentado mis relaciones? ¿Conozco a más gente cuyos conocimientos y experiencia puedo aprovechar? ¿Tengo nuevas conexiones en mi red?
¿Qué he aprendido? ¿Tengo una nueva reserva de ideas? ¿He descubierto otros ángulos? ¿Diferentes planteamientos?
Si a final de año, para la empresa tu trabajo ha sido satisfactorio, pero las respuestas a estas preguntas no son positivas: tu capital humano está en pérdidas.
Fuente: Emprendedores