Todos los conocemos. Están en todos lados, y parece que el peso de sus emociones invade todo. Son las personas negativas; esas que, independientemente de los momentos buenos de la vida, siempre verán todo de forma opuesta.
Como sabemos por experiencia, el convivir con personas negativas insume una cantidad extraordinaria de paciencia y energía personal; se desgastan las relaciones y, en el tiempo, se dificulta todo tipo de contacto saludable, ya que de alguna forma empezamos a evitarlas.
Para la ciencia esto tiene su razón de ser: en una investigación realizada por el Framingham Heart Study de Framingham, Massachusetts, dedicado a estudiar los padecimientos coronarios, se ha descubierto que, cuando estás expuesto a personas que permanentemente generan estímulos negativos -por ejemplo, la queja, la crítica, el enojo, la ira, y la sensación de decepción y frustración por todo y todos-, en tu organismo se produce la misma reacción emocional cuando estás estresado en extremo. Esto significa que, cuanto más toleras esa situación, se deteriora rápidamente tu salud emocional y mental.
La persona negativa vive en un permanente estado de preocupación, y, como lo transmite a través de su energía vital, se contagia. De allí que estar rodeado de ellos puede provocarte que comiences a ser uno de su clan en poco tiempo.
El origen de la conducta negativa
Hay distintos factores que pueden provocar que los pensamientos negativos controlen a una persona, y no pueda salir de ese círculo vicioso. Puede haber cuestiones biológicas que conviene abordarlas con un psiquiatra y un médico de cabecera, como los síntomas de ansiedad generalizada y permanente; situaciones de vida en contextos sumamente traumáticos y que no han sido resueltos o elaborados; creencias tremendistas inculcadas desde la infancia y aumentadas de adultos; tendencia a ver el lado oscuro de las cosas y a totalizar y simplificar los análisis, siempre en negativo.
Lo que sucede es que, inconscientemente, este tipo de conducta provoca una naturalización de su estado interno negativo, por lo que lo ve como la única forma de interpretación posible de todos los hechos de su vida, la de los demás, de su entorno, del país y del mundo. Es decir, la negatividad lo abarca todo: no discrimina entre los grados de satisfacción de una situación, ya que, por más placentera que sea, siempre encontrará un motivo para fijarse en lo negativo.
“Me dieron un ascenso en el trabajo… claro, ahora me explotarán mucho más si bien mejoraron mi sueldo, pero no lo que realmente valgo”; “Reforzaron mi equipo con más personas… pero seguro que son todos juniors y deberé enseñarles de cero”, son formas habituales de comunicación de las personas negativas.
7 consejos
1. Evita discutir. Un mecanismo inconsciente de cualquier humano negativo es querer provocar discusiones todo el tiempo. Lo peor que puedes hacer es engancharte en su código. Al eliminar ese estímulo de tu parte, anularás ese tramo de su comportamiento nocivo.
2. Mantén tus hábitos positivos. Por más que la persona se esfuerce en llevarte a su terreno, mantén a raya tus propios pensamientos negativos reforzando todo tu espíritu constructivo y positivo.
3. Elimina la tendencia a querer cambiar al otro. Muchas personas quedan ancladas en el proceso de querer que la otra persona cambie de posición. Esto no será factible si el otro no lo ve, y tampoco quiere recibir ayuda.
4. Busca comprender. Sobre todo, en los casos donde hay antecedentes de base para la conducta que pueda reflejar una permanente negatividad, es conveniente colocarse en una postura de comprensión, aunque no de lástima o amparo a la victimización del otro, ya que esto no le ayudará. La sonrisa es un excelente aliado para empatizar y no mimetizarse con el otro.
5. Poner límites. En muchos casos funciona que, cuando ya estás harto de la negatividad de la otra persona, establezcan un código (un gesto, una palabra, una acción mínima) que al otro le ponga freno. Esto evitará que se pasen límites que no estás dispuesto a tolerar.
6. Suprime los chantajes emocionales. Uno de los mecanismos preferidos es endilgarte responsabilidades que no tienes sobre su comportamiento negativo. La persona de este tipo (puede ser tu pareja, amigos, familiares, compañeros de trabajo, tu jefe) buscará generar puntos de disputa si te ven positivo y equilibrado emocionalmente, como fin para expandir su estado interno de negatividad. La sugerencia es ser terminante y no entrar en ese juego perverso. Evita la simbiosis con la negatividad del otro.
7. Acompañar si el otro quiere buscar ayuda profesional. La intención es que, todos, mejoren su calidad de vida.
Daniel Colombo. Master Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos de trabajo; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 28 libros.
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