Culturalmente se nos ha enseñado a percibir los miedos como una emoción negativa, pero también podemos aprovecharlo para lanzarnos hacia las grandes ligas.
¿Tienes miedo? ¡Felicidades! Estás frente a una gran oportunidad. Quizás te suene un poco extraño, pero créeme: el miedo es como un mensajero que nos trae noticias importantes; nos previene de ciertas amenazas, y nos expulsa de la mediocridad para lanzarnos a las grandes ligas.
Sin embargo, culturalmente, se nos ha enseñado a percibirlo como una emoción negativa por lo que tratamos de evadirlo o reprimirlo a toda costa. “El miedo es para los cobardes”; “tienes que vencer el miedo”; “debes de ser valiente”: son todas creencias que descalifican dicha emoción y empeoran nuestro malestar.
Antes de tratar de vencer nuestros miedos es necesario que entendamos cómo operan y de dónde vienen.
En el libro La sabiduría de las emociones, Norberto Levy define al miedo como “la sensación de angustia que se produce ante la percepción de una amenaza.
¿Cómo funciona el miedo?
El miedo surge cuando la persona que lo experimenta no cuenta o no sabe que tiene los recursos necesarios para salir adelante.
Las amenazas son tan variadas y subjetivas como personas en el mundo. Así como hay quien tiene fobia a volar en avión, hay para quienes este mismo hecho constituye una de sus más grandes pasiones –por ejemplo para un piloto aviador–.
El miedo (al igual que las demás emociones), funciona como la señal que se enciende en el tablero de nuestro auto para indicarnos que se acabó la gasolina o existe alguna falla que es necesario arreglar.
La señal encendida no es el problema como tal, sino que nos está anunciando la existencia de un problema.
Del miedo disfuncional al funcional
La clave no está en no sentir miedo, sino en capitalizarlo al máximo, de manera que sea nuestro aliado en los momentos en que hay que enfrentarnos a diversos desafíos o salir avante de las amenazas y encrucijadas que se nos presentan a lo largo del camino.
Frecuentemente usamos la autosugestión como una forma de enfrentarlo y nos repetimos frases como: “no tengo miedo”; “yo soy valiente”; “este sentimiento no podrá vencerme”, etc. Lo que no sabemos es que entre más nos resistimos a nuestro miedo, más lo alimentamos.
¿Será el miedo una emoción exclusiva de los cobardes? ¿Las personas más exitosas o destacadas son aquellas que no tienen miedo?
El miedo no conoce exclusividades, es una condición inherente al ser humano. No respeta edades, género, raza, tamaños, nivel social o intelectual.
A continuación te damos algunas claves para usar tus miedos como un trampolín hacia el éxito:
1. No disfraces tus miedos
Si bien la autosugestión o la negación nos pueden dar una sensación inmediata de “alivio”, en el mediano y largo plazo nos daremos cuenta de que aquel mensaje de prevención que traía nuestro miedo nos habría sido muy útil para salir bien librados de la situación que se nos presentó como amenaza.
2. Enfócate en el verdadero problema
El error que cometemos al manejar nuestro miedo es que pensamos que éste es el problema y no logramos ver lo que nos está indicando.
Además de que tenemos que lidiar con la falsa creencia de que el miedo es sinónimo de debilidad y con el sentimiento de culpa o frustración que esto nos genera.
3. Distingue los miedos racionales de los irracionales
Aunque como mencioné anteriormente, las amenazas son subjetivas, bien podemos analizar si aquello que consideramos una amenaza tiene o no razón de ser.
Un miedo racional es aquel que responde a una amenaza evidente, que podemos respaldar con hechos. Por su parte, un miedo irracional vive en nuestras ideas y en nuestros juicios.
Por ejemplo, si una persona te apunta con una pistola, el miedo que experimentas es totalmente racional. Por el contrario, si una persona lleva su mano al bolsillo y se acerca caminando hacia ti y tú crees que en su bolsillo hay una pistola y te va a disparar, se trata de un miedo irracional.
4. Maneja tus recursos
Ya sean materiales, emocionales o psicológicos, para hacer frente a tus miedos, no basta con tener o generar los recursos necesarios para enfrentarlos, también es importante que reflexiones y te hagas consciente cuando ya cuentas con ellos.
Tal vez estabas tan ocupado sufriendo por tener miedo que no habías hecho un inventario objetivo de tus recursos y/o de tus opciones para conseguirlos.
5. Reconcíliate con tu miedo
Lejos de menospreciarlo; insultarlo; negarlo o reprimirlo, las personas que manejan sus miedos adecuadamente, se compadecen de este aspecto de sí mismos, reconociéndolo y entendiendo qué es lo que lo genera, desde la empatía y la aceptación; buscando generar una alianza positiva que los lleve a actuar con mayores recursos y herramientas.
6. Aprende a retirarte
Las personas que capitalizan sus miedos, también saben detectar cuando la amenaza es más grande que sus recursos y deciden no continuar en la batalla para evitar salir malheridos. Sin embargo, no asumen su retirada como un fracaso, sino como una determinación que los llevó a salir bien librados de un atolladero.
Los miedos nos llevan lejos de nuestras zonas de confort. La sensación de una amenaza nos obliga a movernos por simple instinto de supervivencia.
Una buena dosis de miedo es la antesala de grandes posibilidades y de un boleto (sin regreso) hacia el crecimiento personal.
Marcela Hernández y Hernández. Coach ontológico, especializada en coaching de vida y empresaria