Empowerment es el poder interior ¿Cómo conseguir que un niño desarrolle su potencial? Una forma es darle todo cocinado, todo decidido, todo hecho sin que deba pensar, decidir o a hacer. En la escuela obedece y repite en lugar de investigar lo que realmente lo apasiona y cómo conseguirlo en forma responsable y autónoma.
Un rey recibió como regalo dos magníficos halcones que entregó a un maestro para que los entrenara. Uno de los halcones volaba majestuosamente, pero el otro no se había movido de su rama. El rey convocó a curanderos y hechiceros pero ninguno pudo lograr que volara. El rey pensó que alguien más familiarizado con la vida del campo obtendría mejores resultados, hasta que un modesto granjero lo logró. El rey le preguntó: – ¿Qué hiciste para que el halcón volara? – Fue fácil, majestad. Simplemente corté la rama. El halcón se vio compelido a volar porque encontró la necesidad de hacerlo.
Nuestro sistema educativo también retrasa la autonomía del niño. Lejos de cortar la rama le arma una jaula para que no vuele, esté seguro y que no corra riesgos. Pero sin desafíos no crecerá, así como si anduviera siempre en nuestros brazos no aprendería a caminar. La cuestión es equilibrar responsabilidad y libertad. Esperamos que sea responsable para que sea libre, pero sin libertad no será nunca responsable.
Bajo la excusa de que todavía no sabe actuar y bajo la sospecha de la inmadurez, se bloquea su maduración y se lo convierte en inútil, rebelde, incompetente o indignado.
Lo que se le enseña así le impide descubrirlo. Recibe un saber organizado en vez de ayudarlo a qué busque por sí mismo. Lo protegemos sin que aprenda a protegerse. Los educadores deben formar como los océanos forman continentes: retirándose.
Cortar la rama de la dependencia, de la sumisión, del conformismo, de la seguridad, de la comodidad, del inmovilismo y de la inacción es ponerlo en condiciones de volar por sí mismo.
Cortar con cuidado. Cortar es siempre hacer daño y la herida es una entrada para la infecciones. A veces el problema no es la rama sino la raíz. El esfuerzo debe estar en arrancar las malas raíces.
Podar es cortar una parte de una planta. La poda correcta le da fuerza, mejora su floración y la mantiene la forma. Controlando el crecimiento se logra estructura y energía para soportar el peso de los frutos. Regulando la distribución de las ramas, la luz del sol llega al interior. La poda elimina partes dañadas o enfermas, alargando así su vida.
La poda de formación se hace cuando la planta es joven. La ornamental es para darle forma. La de limpieza elimina ramas crecidas en exceso.
Cuando la planta está en su fase productiva, se hace la poda de fructificación para que la planta en vez de poner energía en crecer, la ponga en florecer. La poda de de renovación se hace en la vejez. La de seguridad sirve para prevenir que caigan ramas dañadas o inestables.
La ostra sabe convertir granos de arena en perlas, cuando accidentalmente el viento hace ingresar la arena en su cuerpo. Una ostra que no ha sido herida no genera perlas. Las perlas son el producto del dolor, el resultado de la entrada de un grano de arena. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia lustrosa llamada nácar. Cuando un grano de arena penetra en la ostra, las células lo cubren con capas de nácar para proteger el cuerpo indefenso. Como resultado se forma una perla. Una ostra que no haya sido herida, no produce perlas; la perla es una herida cicatrizada.
Aprender a decir que no. El pájaro advirtió sus alas y pudo volar. Hay un daño que sufre quien recibe todo resuelto, no necesita emplear sus recursos. Eso dificulta su desarrollo y fomenta la indiferencia y la pasividad. Al enfrentar problemas despliega su capacidad.
Se vive en una sociedad donde el joven está expuesto a la industria del consumo. Para ser padre hay que atreverse a decir que no. El niño al que se le dijo que no será el que posea la capacidad de pensar.
Familia y escuela deben resistir las falsas necesidades que explota el consumismo, con un estilo basado en la satisfacción que provienen del esfuerzo, de la austeridad y del servicio a los demás.
Es bueno que afronte por sí mismo los pequeños desengaños de la vida, porque muchas decepciones funcionan como estímulos positivos y enseñanzas. Superar obstáculos desarrolla capacidades, potencia la tolerancia a la frustración y permite alcanzar lo que se anhela.
Los fracasos en niños con intelectualmente aptos y con recursos personales devienen de algo parecido a lo que le pasó al halcón perezoso, que recibía el alimento en su rama. No desarrollan la capacidad de querer y de aplazar la gratificación inmediata para concentrarse en objetivos valiosos a largo plazo.
No se descubren nuevos paisajes sin el coraje de perder de vista la costa. El mejor regalo para el niño es dejarlo crecer y así cuando vuele le crecerán las alas. El niño es el padre del hombre que será.
Dr. Horacio Krell Director de Ilvem, consultas a [email protected]