Atender no es una función intelectual típica, la inteligencia precisa disciplinar a la voluntad para dirigirla a lo que le interesa. La atención se puede enfocar hacia al mundo externo o interno, en este caso se la denomina reflexión. Al atender se delimita el objeto en estudio, se divide el problema y el intelecto se enfoca en vez de dispersarse. Requiere disposición física, sentidos despiertos y preparación mental para procesar lo que se percibe.
Tipos de atención. La selección es la elección de aquello en lo que se fijará la atención y es tan importante como lograr inhibir a las ideas parásitas. La concentración es el poder de conservar la atención en el tiempo y resistir los estímulos que la alejan de ese objetivo.
La atención dividida enfoca varios objetos. La atención selectiva elige uno en particular y la sostenida se mantiene en el tiempo. La atención puede ser voluntaria o involuntaria, exterior o interior, visual o auditiva, concentrada o flotante, emocional o neutra.
Relaciones con percepción, inteligencia y memoria. La percepción permite mejorar la claridad y la organización de lo observado diferenciando la figura del fondo, como propone la teoría de la Gestalt. Atención, inteligencia y memoria se influyen entre sí, tanto en la selección del tema como en la aplicación del conocimiento a situaciones nuevas.
Cuando las habilidades perceptivas mejoran, disminuyen las confusiones, suposiciones, omisiones, adicciones que rebajan el rendimiento. Las habilidades de reconocimiento incrementan la capacidad de discriminación. Para mejorar el seguimiento y control y la atención sostenida, conviene ejercitarlas en tareas concretas.
Estudiar favorece el cultivo de la atención. Estudiar no sirve sólo para aprender saberes o adquirir métodos. Al estudiar se ejercita la paciencia para concentrase persistentemente para comprender. Se trata de mantenerse en suspenso, centrarse en lo que se atiende, familiarizarse, dejar de lado lo demás, casi hasta desprenderse de uno mismo.
Lograr la atención es el objetivo indirecto del aprendizaje. Si se busca la solución con insistencia, aunque se progrese poco, se avanza en dirección a frutos se que recogerán en el futuro. Ningún esfuerzo de atención es inútil. Mientras el debate educativo se centra en qué y en cómo enseñar, se olvida el proceso de cultivar la capacidad de prestar atención, la concentración reflexiva, el «ensimismamiento», del que hablaba Ortega y Gasset. Son dos estados de espíritu: uno está pendiente de lo que ocurre a su alrededor, sin vivir desde sí mismo sino desde afuera. El otro es capacidad de entrar dentro de sí, de pensar. Atender es el requisito del aprender. Sólo atentos al entorno podremos analizarlo y mejorarlo.
La multitarea. Las nuevas tecnologías permiten realizar varias tareas a la vez, pero el cerebro no está diseñado para eso, ya que sólo puede focalizarse en un asunto. Si se atienden varios a la vez se debilita el aprendizaje y decae el rendimiento.
Escuchar o leer con atención o sin distracciones es hoy una misión imposible. Las interrupciones son la norma, tanto en el ocio como en el trabajo. Se calcula que representan el 30% de la jornada de un trabajador intelectual y cuestan 650.000 millones anuales a las empresas de EE UU. El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), encuentra hoy un terreno abonado. El tiempo es un bien apreciado como recurso económico o monetario. El lenguaje lo confirma: “perder el tiempo”, “aprovechar el día”, “el tiempo es oro”, “ganar unos minutos”, “invertir el tiempo”. El tiempo como valor económico empuja a la multitarea y a sufrir sus efectos perniciosos: por querer hacer más cosas, hacemos menos cosas y peor hechas. Vivimos multiatareados, estresados e insatisfechos.
Al don, al don, al don pirulero. Cada cual, cada cual, atienda su juego. El que no, el que no, una prenda tendrá. En una variación de la letra de este clásico juego se dice entienda su juego. Mantener todo separado, haciendo cada uno la suya, no hay presente que aguante ni futuro que se proyecte. El trabajo en equipo es una utopía cuando sólo se quiere acarrear agua para el propio molino. Que cada uno atienda a su juego fue creciendo en intensidad y multiplicándose hacia juegos individuales o sectoriales atados al determinismo del juego, atendido astuta y duramente. El que no atienda y entienda una prenda tendrá.
Aprender a atender lo que tiene valor. Ante las presiones algunos cierran los ojos, los fijan en la meta y se olvidan de todo. La aceleración instala en su cerebro la mente de un bombero que corre sin distinguir lo urgente de lo importante para terminar donde arrancó. La ley 80/20 de Pareto afirma que tan solo el 20% de los factores producen el 80% de los resultados. Esto implica que las técnicas para sostener la atención deben acompañarse de métodos para distinguir a qué conviene prestar atención. En caso contrario ocurrirá la ley de Murphy en la que todo lo que puede salir mal va a salir mal.
Administración del tiempo y la mente. El ser reactivo reacciona cuando algo le pasa para volver luego a la rutina. El ser proactivo, en cambio, toma conciencia de su misión y planifica acciones en su dirección. Eficacia es elegir la decisión correcta, eficiencia es ejecutarla con concentración. El día tiene 24 horas y eso no se puede cambiar. Lo que si podemos mejorar es cómo invertir el tiempo, desarrollar la energía y aplicar el talento.
En la curva de tiempo la atención decae por el cansancio, por eso es importante lograr resultados rápidos utilizando mejores técnicas de concentración y meditación.
Correr más rápido para quedar en el mismo lugar. La aceleración no mejora el rendimiento. Creer que más rápido es mejor es un error. Se aprende mejor y se desarrolla plenamente el cerebro en estado de relax psicofísico. Andar por el mundo menos tensos y sin metas imperativas, mejora la calidad de vida. Es la oportunidad para concentrarse en desarrollar fortalezas y potencialidades. Conocerse a sí mismo, saber lo que realmente nos apasiona, es el 50% de cómo se logra una vida feliz.
La fuerza bruta. Neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para autoformatearse con la educación y la experiencia. Sin la riqueza que brindan los métodos la rutina lleva al burn- out o cerebro quemado, por usar la fuerza bruta con gran esfuerzo y poco rendimiento.
La sociedad de consumo invita a admirar al poderoso. Con las neuronas espejo se aprende por imitación, pero el cerebro inmaduro las usa como radar para imitar los malos ejemplos.
Fromm observó que de nada sirve la libertad si la persona no es capaz de tener un pensamiento propio. Huxley vaticinó en Un mundo feliz un sistema de poder en el cual el hombre entregaría su libertad a cambio de consumo y entretenimiento.
Cómo salir. Einstein definió “la locura como hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Hay personas apegadas al fracaso por temor a perderlo todo. Para salir de eso deben tomar conciencia y buscar alternativas sin apelar al voluntarismo.
El pasado deja su huella, el problema está en el porvenir. La solución es un nuevo modo de sincerar el pasado y desapegarse de él. Aceptar las debilidades pero descubrir y reforzar las habilidades con las que se podría brillar con luz propia. La fuente de la felicidad no proviene del mundo externo sino de transformarlo con el empowerment -el poder interior-.
La carrera de la vida. Gardner en Las inteligencias múltiples explica que el IQ o coeficiente de inteligencia compite con otras inteligencias: creativa, social, técnica, artística, emocional, corporal. Corremos la carrera equivocada cuando no detectamos nuestro genio interior -en el variado espectro de las inteligencias-.
La gente que no disfruta su trabajo si sus neuronas espejo usan el radar para imitar y no la brújula interior para conocerse a sí mismo. Verdi, sobre el secreto de su longevidad creativa, expresó: “toda la vida busqué la perfección pero nunca la pude hallar”.
El poder inteligente es un querer con eficacia. Hay muchos genios escondidos porque no pueden comunicarse con su genio y no saben convertir su espíritu en materia. Deben aprender a hacer inteligente la pasión, a recorrer de otra forma la carrera de la vida.
Estado de flujo. Existe un estado óptimo de rendimiento que promueve la potenciación de las aptitudes naturales donde se asocian y armonizan intelecto y emociones. Estado de flujo de flujo es el control mental de las emociones al servicio del Yo, donde se abandonan las preocupaciones. Así la conciencia se funde con el hacer que se vive como recompensa, se deja de lado la reflexión sobre uno mismo y sobre lo que se hace, se siente una sensación de plenitud, las respuestas se ajustan a la exigencia de la tarea y las emociones se activan.
Es un entrenamiento de la atención y de la energía psíquica que puede ser usado a voluntad, mediante un anclaje psicofísico, para transferirlo a situaciones diversas, aplicando el control mental y la inteligencia emocional. Para que «Yo Quiero» se convierta en «Yo puedo» hay que alinear el foco de atención con la asignación de importancia.
Dr. Horacio Krell Director de Ilvem, contacto [email protected]