Desde ojear un viejo diario hasta escuchar canciones tristes, e incluso aumentar las frutas y verduras en la dieta, hay un gran número de pequeñas e insignificantes acciones que, según los estudios, contribuyen a aumentar nuestros niveles de felicidad.
La ciencia continúa incansable en el estudio de la felicidad, tratando de encontrar nuevas fórmulas, cada vez más específicas e idiosincráticas, que consigan aportar un poco más de esta escurridiza característica, tan difícil de alcanzar en nuestras vidas. En el mundo empresarial, cuanto más satisfecho y feliz se sienta un emprendedor, más capaz será de hacer prosperar su empresa.
Realizar actividades culturales
Un estudio basado en datos sobre actividades, estado de ánimo y de salud, sobre 50.000 adultos noruegos, reveló que el índice de felicidad en aquellas personas que solían participar en actividades culturales receptivas y creativas era más alto, a la vez que se disminuían los niveles de ansiedad y depresión. Y este hecho se daba por igual en ambos sexos.
Curiosamente, a los hombres les beneficiaban más las actividades culturales receptivas o pasivas (como visitas a museos, exposiciones de arte, conciertos o teatros), mientras que las mujeres disfrutaban más en eventos de participación activa (reuniones sociales, cantar, actividades al aire libre y el baile).
Volver a leer anotaciones en un diario
Los investigadores realizaron una serie de experimentos que incluían los diarios personales, y descubrieron que «los acontecimientos ordinarios se percibían como hechos más extraordinarios con el paso el tiempo», cuando los participantes volvían a leer sus antiguas anotaciones.
En otras palabras, recoger nuestras experiencias ordinarias de forma regular en un diario es una forma de ir acumulando momentos de felicidad que nos proporcionarán un placer inesperado y una sensación de alegría al volver a recordar esas vivencias más tarde.
Mantener breves conversaciones con desconocidos
Los científicos analizaron el comportamiento de un grupo de viajeros en un tren de Chicago, ofreciendo tarjetas gratuitas de Starbucks a quienes entablaran una conversación con algún desconocido durante el trayecto. Aquellos que habían estado charlando afirmaron obtener experiencias más positivas que los que se habían mantenido en silencio, a pesar de que estos últimos hubieran asegurado previamente que se sentirían mejor sin relacionarse con ningún otro viajero.
Otro estudio obtuvo resultados similares cuando se les ofreció una tarjeta regalo de Starbucks a cambio de entablar una «verdadera interacción con la persona que estaba en la caja».
De todo esto se podría deducir que conectar con otra persona, aunque sea de forma breve: aumenta nuestra felicidad.
Mantener también conversaciones profundas
El índice de felicidad puede llegar a ser mucho mayor cuando conversamos con alguien de una manera más trascendental.
Un estudio analizó las conversaciones de 80 personas durante 4 días, y, coincidiendo con el estudio anterior de charlas breves, reveló que el mayor nivel de bienestar estaba asociado a pasar menos tiempo en soledad y más tiempo hablando con los demás. Pero en la investigación también se descubrió que ese bienestar llega a ser incluso mayor cuando la conversación pasa a ser más profunda y sustancial.
«Como muestran todas estas conclusiones, una vida feliz se caracteriza por ser en mayor medida social que solitaria, y está asociada a conversaciones profundas más que a superficiales», declaran los investigadores.
Residir en barrios de la periferia, y ser participativo.
Este punto parece aplicarse solo a EE.UU, pero aún así, resulta bastante interesante.
Se podría pensar que los habitantes de la ciudad serían los más satisfechos en cuanto a su lugar de residencia, pero en una encuesta basada en 1.600 adultos estadounidenses, el índice más alto de felicidad se encontró en los barrios periféricos.
El 84 % de los habitantes de estas zonas califican sus comunidades como excelentes o buenas en general, frente al 75% de la población urbana y al 78% de los residentes rurales.
Otro estudio sobre la felicidad en la ciudad reveló que los habitantes son más felices si experimentan algún tipo de conexión con sus ciudades y barrios, y si perciben de forma positiva el estado de los servicios urbanos. Así, para elevar nuestro grado de felicidad, lo mejor es mantenerse activo en la vida y actividades de nuestra comunidad.
Escuchar canciones tristes: liberan nuestras emociones
¿Cómo es posible que las canciones tristes nos hagan felices?, y ¿por qué solemos recurrir a ellas?. Esta fue la pregunta que plantearon los investigadores en una encuesta a 722 personas de todo el mundo.
Descubrieron que son cuatro las razones principales que nos llevan a escuchar canciones melancólicas:
Hacen volar nuestra imaginación
Nos pueden proporcionar catarsis (regulación de las emociones)
Nos llevan a relacionarnos a través de una emoción común (la empatía)
No tienen conexión con nuestros verdaderos problemas (sin consecuencias para la «vida real»)
Los investigadores determinaron que «escuchar música triste puede reportar efectos emocionales beneficiosos, como es regular las emociones negativas y el estado de ánimo, así como proporcionarnos consuelo».
Emplear el dinero en experiencias, no en cosas materiales.
Este aspecto es sencillo de entender, pero podría resultar más complicado de remediar. Todos sabemos que gastar dinero en experiencias de la vida nos hará más felices que si lo gastamos en artículos materiales. Sin embargo, todo parece indicar que no podemos evitar elegir la opción equivocada.
En un estudio de The Journal of Positive Psychology se encuestaron a un grupo de consumidores antes y después de realizar sus compras. La conclusión a la que se llegó es que tendemos a gastar más en productos que en experiencias porque es una manera de tener un control más claro de lo que gastamos, y de comprobar con mayor facilidad el valor dado a nuestro dinero.
Y sin embargo, después de sus compras, los sujetos que formaron parte del estudio declararon que las experiencias les habían reportado un mayor bienestar y consideraban mejor el uso dado al dinero. Así, si conseguimos tener esto presente, será posible comprar el pastel y comérnoslo también; en definitiva, algo que nos haga felices.
Establecer metas pequeñas y alcanzables
Puede que sea un cliché, pero hacer feliz a los demás hace feliz a uno mismo también. Y la ciencia dice que cuanto más concreto seas con tus objetivos, mejor.
La profesora Melanie Rudd, de la Universidad de Houston, comprobó que un grupo de participantes a quienes que se les había propuesto hacer sonreír a otras personas, se sentían más felices y más seguros de sí mismos que otro grupo similar cuyo objetivo era simplemente hacer feliz a otra persona.
Y aún más interesante: en una prueba aparte, los participantes predijeron erróneamente que decidirse por el objetivo más ambicioso les reportaría más felicidad.
«Cuando se logran o superan las expectativas al perseguir una meta, uno es más feliz que si no llega a cumplir con esas expectativas», explicó Rudd.
Contemplar la belleza
¿Podemos sentirnos más felices cuando observamos un objeto bonito?. La compañía de smartphones HTC realizó un estudio que confirmó este hecho. A través de una serie de pruebas de laboratorio y online, los voluntarios estuvieron mirando e interactuando con objetos divididos en tres categorías: bonitos, funcionales, y ambas características a la vez. De las diferentes reacciones se obtuvieron unos resultados interesantes:
Los objetos bien diseñados y que reunían la característica de ser bonitos y a la vez funcionales, desencadenaban emociones positivas, como la tranquilidad y la alegría, reduciendo en un tercio los sentimientos negativos, como el enfado y el fastidio.
Los objetos simplemente bonitos (no funcionales), reducían las emociones negativas en un 29%, aumentando la sensación de tranquilidad y comodidad.
Por tanto, los objetos que son a la vez bonitos y funcionales desencadenaron un nivel particularmente alto de estimulación emocional. En general, la gente se siente más feliz cuando observa y utiliza objetos bonitos que funcionan bien.
Comer más frutas y verduras
Existe un vínculo directo entre la felicidad y la ingesta de gran cantidad de frutas y verduras en nuestra dieta, como han demostrado unas investigaciones realizadas en Nueva Zelanda.
El estudio, que se llevó a cabo durante 13 días con 405 personas, reveló que quienes comían más frutas y verduras registraban grados de curiosidad, creatividad y emociones positivas superiores a la media; y de igual manera, se reflejaba positivamente en el sentido y finalidad que le damos a la vida y en el compromiso.
Y todavía más interesante, los participantes con frecuencia apuntaron escalas más altas de todos esos factores en los días en que consumían más frutas y verduras.
«Estas revelaciones ponen de manifiesto que la ingesta de frutas y verduras está relacionada con otros aspectos del bienestar de las personas, más allá del mero hecho de sentirse feliz», indicó el equipo de investigación.