Lo único cierto de esta vida es el cambio. Piensa por un momento en alguna cosa o situación que no cambie en 24 horas, ¿ninguna verdad? Ese pensamiento que tenías por la mañana ha variado a media tarde, tu rostro terso con el paso de las horas se vuelve gris, tu forma física, tu forma de pensar y también las circunstancias y tu entorno. Querer que todo se mantenga como en este instante es morir. En letra de Julio Numhauser: “cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo”. Llévate al cambio de calle con estas claves.
Diséñate un escudo con 3C. Conocer de antemano que un cambio conlleva un proceso de crisis y caos nos ahorrará muchos disgustos. Saberlo nos hará sentir más tranquilos sin la presión de querer controlarlo todo. La crisis es una oportunidad y no es más que un ajuste de valores y conductas a la nueva situación. Si cambias te permites aprender.
Tira la “c” del control a la basura. A veces queremos aferrarnos a lo que tenemos y vivimos pretendiendo que no cambie absolutamente nada. Precisamente controlar lo incontrolable, esa resistencia al cambio, es la que nos provoca consecuencias negativas y no el cambio en sí mismo. Trata de controlar y no mover un músculo de tu cuerpo durante los próximos cinco minutos, ¿serías capaz?, ¿seriviría para algo?
A la “c” de las consecuencias ponle un +. Otro grave error, que nos hace vivir el cambio con angustia, es no aceptar que sus consecuencias pueden ser tanto positivas como negativas. Ser consciente de ello nos ayudará a controlar el posible estrés. Prueba a pensar ahora mismo en las consecuencias de un cambio que desarrollarás en las próximas horas. Ejercítate.
El mayor equilibrio es el desequilibrio. En cuestión de equilibrio ocurre lo mismo que con el control. Si tratamos de estar todo el día perfectamente equilibrados nos volveremos locos. El equilibrio está en hacer la media de los extremos, no en vivir perfectamente controlados a lo largo del día. Trata de caminar sin ir en ningún caso hacia un lado o hacia otro. ¿Imposible verdad?
¿Miedo a lo desconocido? ¿Has pensado en qué es lo peor que te puede pasar si determinada situación cambia? Mientras la respuesta no sea “la muerte” puedes estar tranquilo sabiendo que asumirás perfectamente esa nueva situación. La incertidumbre y el miedo son parte de nuestra naturaleza.
Filosofea. Recuerda las palabras del filósofo y premio Nobel de literatura Bertrand Russell, acerca de las claves de la vida: “tener el valor de aceptar resignadamente las cosas que no se pueden cambiar; tener la obstinación suficiente para cambiar aquellas que uno puede cambiar, y tener la inteligencia indispensable para no confundir las unas con las otras.”
La “c” más fuerte. Créetelo. ¿Has pensado que existe la misma probabilidad de que el cambio traiga cosas buenas a que traiga cosas malas? ¿Por qué entonces siempre te sitúas en lo peor? Elige ver lo que más te conviene, céntrate en ello y siente y visualiza las consecuencias positivas de este nuevo reto. El optimismo es el mejor aliado del cambio, te hace ver la oportunidad en vez de la amenaza.
La “c” más equilibrada: el centro. Sostener nuestro anclaje con el presente es fundamental para evitar toda especulación futura. Entrar en el juego de los “y si” y las suposiciones, es un enredo que nos aleja de la realidad. El centro no es más que el momento presente, el “aquí y el ahora” que hace que pongas tu energía en adaptarte a cadamnueva realidad.
Permitido caerse, obligado levantarse. Hoy en día la “resiliencia”, ha dejado de ser un vocablo raro, para pasara a ser un término deseable y muy valorado, especialmente por los grandes líderes. Es la capacidad de sobreponernos a las dificultades y a su vez, aprender de sus errores, de fracasar y volver a intentarlo. Aprende del fracaso.
Juega más a menudo al veo, veo. Sí, como lo oyes. Refresca tu memoria y recuerda cuál es tu visión amplia de las cosas, de tu vida en general y en mayúsculas. Viendo la amplitud del paisaje podrás enmarcar cada pequeño cambio como un paso necesario dentro de tu propósito vital. Además es la propia visión la que provoca y justifica el cambio. Tener un propósito en la vida es lo que te hace caminar y si caminas, inevitablemente cambiarás tú y tu alrededor.
Sacúdete. Sí, movilízate, entra en movimiento, juega al juego de la vida. Si estás en constante movimiento te adaptarás más fácilmente a los imprevistos y cambios posibles. No dejes que el cambio te descubra apoltronado en el sofá, sé valiente y ve tú a por él.
Autora: Saida Santana
Fuente: Apréndelo
Cambiar por cambiar es superfluo, todo cambio tiene que producir mejoras personales y desarrollos profesionales.